Comprobamos a diario cómo se está perdiendo el placer de la conversación. Por eso, aplaudimos cuando se nos convoca a participar en una tarde de charla, con preguntas concretas y respuestas meditadas y sorprendentes, una tarde donde la palabra es magia y la conversación es el espejo donde se refleja nuestro anhelo.
Hace unos días los amigos del Club de Letras, junto a los profesores Hernández Guerrero y García Tejera, fuimos partícipes de una de estas tardes, uno de estos momentos no perdidos del todo, pero sí escasos. Nos reunimos en Arcos de la Frontera para charlar con Pepa Caro y Pedro Sevilla, poetas de la tierra y fundadores del grupo Calima. Un clic nos despliega tanto sus vidas de forma escueta como sus obras, comprobándolo al convocarse el encuentro. La red nos acercó a sus textos mientras las notas iban escribiéndose a mano tras el subrayado.
Ambos poetas pulen las palabras para que iluminen sus versos y, en nuestra imaginación, prendan las imágenes que muestran y los sentimientos que transmiten dentro de la escena que van describiendo. Pepa Caro nos habla de la naturaleza, de la de nuestro entorno y de la humana, sobre todo la de la mujer, porque a sus versos se agarran la sororidad, la tolerancia y la resiliencia junto al amor, la pasión y la ilusión, temas que en su voz vuelan alto y despacio. Pedro Sevilla nos remite a la biografía, a una vida que no comienza con nuestro nacimiento sino con nuestros padres. Agarrados a sus versos están la memoria, el amor juvenil, el familiar, la ciencia unida la sencillez de la vida y el trabajo duro y gratificante de hacer un poema, sin terminar hasta que llega al público.
Los textos de Pepa Caro y Pedro Sevilla aíslan al lector en una especie de burbuja de la que no sale hasta que deja de releer, de fijar la imagen en las retinas para oír de nuevo el rumor de la cotidianeidad, un espacio esencial en la lectura y en el que no reparamos. Y lo logran con el juego del lenguaje que los une y al mismo tiempo los diferencia, tras haberlo pasado por el filtro particular del análisis, de aquella mezcla señalada por Baudelaire para dotar de fuerza sus versos. La de Pepa Caro y Pedro Sevilla está en la suavidad con que penetra el sentimiento, deslizándose por la distancia justa entre el poeta y el lector. Durante la charla también nos revelaron detalles de sus obras, su forma de trabajarlas, la emoción al enfrentarse al público. No faltó la cita a la poesía de Julio Mariscal. El final llegó con las ganas de más, la esperanza en el reencuentro y las canciones de Jarabe de Arte.
Arcos nos despidió con gotas de lluvia, haciendo brillar aún más la tarde que se nos iba oscureciendo.
