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Notas de un lector

Pavana triste por Jesús Ruiz de las Cuevas

Ancla en tierra, su primera y única incursión en el terreno de la narrativa, llegaba con el criterio fiable que sus genes le otorgaban

Publicado: 30/11/2021 ·
12:00
· Actualizado: 30/11/2021 · 12:00
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Se ha oscurecido noviembre con el adiós de Jesús Ruiz de las Cuevas y el otoño se ha puesto del color de la pena y la melancolía. Porque Jesús era hombre de bien y de letras, de sonrisa alargada y trato amabilísimo. Nos deja para siempre, pero en la memoria de todos los que lo conocimos perdurará su bondad, su devoción por Arcos, por sus costumbres, por su diario yvívido acontecer.

De estirpe noble, la de sus tíos José y Jesús, arcenses insignes que acrecentaron con excelencia la nómina literaria en castellano del siglo anterior, fueinvestigador histórico, articulista, pregonero…, y amante, en suma, de todo aquello que rozase la esencia de lo cultural.

     En 2017, Ediciones en Huida dio a la luz “Ancla en tierra”.  Su primera y única incursión en el terreno de la narrativa llegaba con el criterio fiable que sus genes le otorgaban. Por entonces, y desde este mismo espacio, di cuenta de cuanto aquellas páginas cantaban y contaban y que ahora es de justicia recordar.

Sin alardes, entreverando conocimiento, intuición y fantasía, la novela se deslizaba hacia un ten con ten en el que tanto los personajes históricos (los duques de Medina Sidonia o Cristóbal Colón, sin ir más lejos) como los personajes ideados (los principales protagonistas) se revelaban tal prismas esclarecedores de acontecimientos y secuencias inverosímiles en primera instancia. En este sentido, valdría considerar la reproducción de una realidad íntima, subjetiva, el reflejo que ésta procuraba en los individuos y cómo alteraba su conciencia.

Y es ahí, precisamente, donde radica el secreto de cualquier novela en sí misma, donde la ficción revierte en materia creíble a golpe de tinta sabia. “Ancla en tierra” abarcabadicho propósito desde su inicio: Un joven matrimonio de condición humilde, Lucas y Adela (él, marinero en playa), encuentra en su paseo por la orilla del mar de Sanlúcar de Barrameda el cuerpo de un hombre negro agonizante, recubierto de piezas de oro. Lo llevan a su choza y lo sanan, al cabo del tiempo y con buen cuidado.

Si se considera de modo novelesco, este detalle ayuda a dar cabida a la imaginación. El esclavo negro moribundo, proveniente de alguna nao surcadora de ignotos rincones (América aún no existía en los mapas, pues la narración estaba ambientada a finales del siglo XV), podría trocarse, desgraciadamente, por un náufrago de cualquier patera de este siglo. Y nada impediría, en fin, que Lucas deviniese en pescador de almadraba, y que, a la sazón, Adela, su mujer, apareciera como artesana y hacedora de las redes. De repente, buena parte de los personajes de “Ancla en tierra” pasaban a ser maleables y se descubrían afectados de un espíritu que distaba de lo que se entiende como bondadoso y benefactor en cualquier tiempo. Otro acierto, pues, de Ruiz de las Cuevas, era el de trasladarnos a una edad y a unas situaciones más o menos improbables, que tienen mucho que ver con las que se dan hoy día.

A partir del encuentro de la pareja Lucas y Adela con el negro Jonás, se enlazan episodios que desembocaban en traiciones, asesinatos, intrigas…, y en destellos de amor, humor y ternura, los cuales eran de agradecer como contrapunto externo de la trama, y que se convertían en una baza que asumía con mucha habilidad el escritor arcense.

Se quedan con nosotros, querido Jesús, junto al buen hacer de tus letras, tu límpida conciencia y tu sincera honestidad. Descansa en paz, amigo.

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