Al fin volvió la Semana Santa. Los cofrades pudieron volver a procesionar por las calles de sus pueblos, meciendo a las imágenes esculpidas en madera sobre un paso engalanado que sobre los hombros de los sufridos costaleros pasean la tradición y la devoción cristiana ante los ojos de aquellos que saben disfrutar de esta imaginería típica que una reclusión sanitaria nos obligó a desterrar de nuestras vistas. Ha vuelto la Semana Santa pero el paso de la Borriquita en la calle ha sido algo más que recuperar una tradición, ha supuesto el principio del regreso a la vida en la calle, a poder convivir y celebrar al aire libre, el poder respirar sin miedo de que un virus de tamaño molecular destroce nuestro organismo respiratorio.
La próxima gran cita que el barbateño espera con ansias es la Semana Gastronómica del Atún, ese placer de poder degustar las elaboradas tapas de los hosteleros locales para luego caminar hasta el recinto ferial y poder visitar los stands y las casetas en el albero entre el Parque Natural de la Breña, el Puerto de la Albufera y las playas del Carmen y la Yerbabuena. Sinceramente, ¿hay un paraje más envidiable que el que tenemos en nuestra tierra? Ahora, que volvemos a caminar, no podemos recaer en el sueño. El virus no se ha erradicado y sigue entre nosotros, con un efecto menos letal, pero sin duda generando las mismas dudas de su efecto futuro que el de hace unos meses. Por tanto, esta vuelta a la normalidad no puede ni debe ser tan normal como deseamos y el deseo de recuperar lo que ya hicimos no puede hacer que olvidemos lo que hemos sufrido.
Antes de todo, Antonia, Juan, Inés, José Manuel, Mari Loli, Manuel, Carmeli, David, Isa, Javier, Isabel, Manolo, Juana Mari, Fernando, Carmen, Luismi, Lola, Paco, Mai y Enrique, estarán junto a otros autores de la provincia gaditana y de Sevilla en la I Feria del Libro, como tal, que se celebrará en Barbate. Con el nombre del Faro de las Musas, las inspiradoras del genio creativo han debido de retrasar su llegada durante dos años, pero han llegado. Estos autores no pueden hacer olvidar a otra importante lista de escritores barbateños, como Paco Malia, mi primo Álvaro Amores, nuestra inolvidable Brenda, mi compañero y amigo Antonio Aragón, Alonso Cosp, Antonio Barba, Soler Callado, y tantos otros autores barbateños a los que pido disculpas por no enumerarlos, pero son tantos que necesitaría dos columnas para citarlos a todos.
Pero sí quiero hacer mención especial al último de estos escritores que ha llegado a nuestro conocimiento que, a pesar de ser el último, sin embargo, ha resultado ser el primero. Paradojas de una vida que hace que el primer barbateño en publicar, además, fue un autor referencia en una sociedad donde pocos podían permitirse el lujo de leer. Nos ha llegado a finales de año, con una de sus obras inéditas escrita en el año 1923, ‘María de la Luz,’ del autor Julio Fernández Varo.
Qué placer que la vida me haya dado la oportunidad de ser el guardián de sus palabras. Tal vez, sea también el principio de consolidar a nuestro pueblo como el hogar donde habitan las musas, no sólo en el faro sino en cada calle y en cada rincón de nuestras casas.
Por eso es hora de potenciar esas cualidades y olvidar las malas artes y rencores que sólo sirven para ser más infelices.
Disfrutemos de la resurrección de la normalidad en nuestras calles, y leer por el amor a las letras y no porque tengamos que estar encerrados por ninguna pandemia.