“Cada vez es más ridículo pensar en la posteridad. Creer que un libro se vaya a poder seguir leyendo al cabo de diez años de su existencia parece milagroso”, dice Marías en una entrevista con Efe, que tiene lugar en su casa de Madrid y en la que reconoce que “es difícil saber por qué tuvieron un éxito inesperado” estas dos novelas, de las que se han vendido unos tres millones de ejemplares en todo el mundo.
“Yo creo que tiene algo que ver con eso de lo que ya no se habla y que tradicionalmente se ha llamado estilo. Parece una cosa demasiado vagarosa, difusa y científica pero existe, aunque cada vez se aprecie menos”, afirma Marías (Madrid, 1951), uno de los mejores escritores europeos contemporáneos, en opinión del Premio Nobel J.M.Coetzee.
Con su obra publicada en 48 países, el escritor no sabe si tiene “estilo propio o no”, pero opina que el éxito de los libros “depende en gran medida de la capacidad de persuasión de la voz que está contando, de su modulación, su música, de si es envolvente o no, aparte de que la historia interese”.
Y en el caso de sus novelas quizá dependa también de que se habla en ellas sobre asuntos que “le conciernen a todo el mundo: el secreto, el engaño, la sospecha, el hablar y el callar, la traición, la desconfianza, el matrimonio: ¿quién no ha tenido un pequeño secreto? ¿Quién no ha engañado un poco?”.
Publicada en 1992 por Anagrama y recuperada luego por Alfaguara, el sello que reedita ahora estas dos novelas, Corazón tan blanco recibió el Premio de la Crítica, el Prix l’Oeil et la Lettre y el Impac de Dublín y de ella se han vendido más de dos millones de ejemplares en todo el mundo.
De esa cifra 1.300.000 corresponden a Alemania, donde esta obra se convirtió en un fenómeno editorial a raíz de que el prestigioso crítico Marcel Reich-Ranicki “se descolgara con elogios encendidos en su programa de televisión”.
Los comienzos de las novelas de Marías suelen ser magistrales y el de Corazón tan blanco lo es sin duda:
“No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre”.