Asha Devi y su esposo Badrinath Singh han contestado llamadas toda la semana. Este viernes se cumplen diez años de la brutal violación en grupo y asesinato de su hija de 23 años en Nueva Delhi, un suceso que desató protestas masivas en la India e impulsó el endurecimiento de las leyes contra el abuso.
Jyoti Singh sucumbió en un hospital de Singapur dos semanas después de la violación. Con daños internos irreparables, su tesón para dar a la policía datos para identificar a los culpables le brindaron el sobrenombre de "Nirbhaya" ("Sin miedo", en hindi).
Su muerte se convirtió en un punto de inflexión en la tolerancia de este tipo de crímenes en la India.
Ahora, una década después, sus padres siguen en la misma casa de la que la joven salió hace diez años para ir al cine con un amigo. A su regreso, se subió en el autobús equivocado, donde la violaron y torturaron seis hombres mientras el vehículo continuaba en marcha.
Un pequeño cubo de cristal a nombre de Michelle Obama en la vivienda destaca entre un escaparate lleno de reconocimientos, obtenidos por la lucha de estos padres para corregir el sistema que permitió el crimen de Nirbhaya.
Su lucha y la indignación colectiva llevaron a la modificación de las leyes sobre violación, se establecieron tribunales de vía rápida, y la pena de muerte se extendió a los culpables de violaciones brutales como la de la joven.
Aún así, "si hablamos de estos 10 años, la protección de las mujeres o el crimen sobre ellas o el sistema de justicia, nada ha cambiado. Nada ha mejorado", asegura a EFE Devi, convertida de una ferviente activista por cambios que impidan que la historia de su hija se repita.
Según el padre de Jyoti, "hoy estamos en el mismo lugar que estábamos en 2012", una afirmación que parecen corroborar los datos.
SIN CAMBIOS
De acuerdo con la Agencia Nacional de Registro de Crímenes (NCRB), en 2021 se registraron un total de 428.278 casos de delitos contra la mujer, con un aumento del 15,3 % respecto a 2020. La violación se corresponde con el 7,4 % de los crímenes.
Además contabilizó 64 crímenes por cada 100 mil mujeres, una tasa de delincuencia diez puntos superior a la del periodo anterior.
"Y si vemos la naturaleza y la cantidad de delitos contra las mujeres, no hay diferencia entre 2012 y 2022", sostiene Devi, cuya historia comparte titulares estos días junto a cada vez más noticias de jóvenes mujeres asesinadas y descuartizadas por sus parejas en la India.
En estos años "por pequeñeces la gente tira ácido a las chicas, o las descuartiza y las tira, porque se negaron a hacerse amigas de alguien o no cedieron a insinuaciones. ¿Cómo podemos decir que las cosas han cambiado?", apunta Devi, que ve a su hija en cada víctima
"Nuestro sistema es un fracaso", añade.
ASPIRAR A JUSTICIA
Sin embargo, la muerte de Jyoti Singh marcó un antes y un después para este país profundamente tradicional, que abraza una cultura patriarcal que prima el poder de un hombre por encima de cualquier cosa.
"Si ha habido un pequeño cambio, es en la mentalidad de nuestras niñas en su aspiración por la justicia, la seguridad y los derechos", sostiene esta madre sin hija, que pasó años en la corte hasta lograr que cuatro de los culpables de la violación de Nirbhaya murieran en la horca en marzo de 2020.
Esos cuatro acusados habían sido sentenciados a muerte en 2013; un quinto se suicidó ese mismo año en la cárcel, según la versión oficial, y el sexto, que era menor de edad, fue liberado después de permanecer tres años en un reformatorio.
Síntoma de la indignación nacional que clamaba justicia, esa ejecución fue la única que tuvo lugar en el país desde 2015, cuando ahorcaron a Yekub Memon por participar en los atentados que en 1993 causaron la muerte de 257 personas en Bombay.
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Tras diez años de la violación que consternó a India, el dolor de madre no cesa
Este viernes se cumplen diez años de la brutal violación en grupo y asesinato de su hija de 23 años en Nueva Delhi
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