La gran Maruja Torres lo dijo recientemente en el programa de Jordi Évole: “La vida mancha”. Ramón Tamames fue en las elecciones de 1979 a la Alcaldía de Madrid la esperanza roja y moderadamente revolucionaria frente al psocialismo infrarrojo aderezado de verborrea culta y barroca de desayuno de chocolatito con churros en el Café Comercial de Enrique Tierno Galván. Ha escrito Manuel Vicent: “Tamames era un comunista críptico y un cristiano evangélico que iba a la caza del hombre nuevo y confesaba sus pecados de rodillas ante el cura Aguirre futuro duque de Alba”. Los universitarios de cuando entonces llevábamos bajo el brazo el libro ‘Estructura económica de España’, de Ramón Tamames (que se sigue leyendo y alcanza la 26 edición), texto que recomendaban leer a sus alumnos los profesores de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.
Tamames asistía a los estrenos teatrales sentado en primera fila, entre ellos a ‘Ejercicios para equilibristas’ (1979), de Luis Matilla, en el Bellas Artes de Madrid, un dramaturgo de vanguardia que no volvió a ver representada ninguna de sus obras en un teatro destacado, lo que refleja que a don Ramón le gustaban las piezas difíciles y ajenas a la cadena comercial de la cultura. Tamames se afilió en 1959 al Partido Comunista y sufrió cárcel durante el franquismo. Pero a principios de los 80 emprendió un largo y extraño viaje ideológico que lo condujo al CDS de Adolfo Suárez, y ahora al entorno de Vox (¿a Vox?), partido para el que defenderá, a sus 90 años, la moción de censura de Santiago Abascal contra Pedro Sánchez. Eduardo Haro Tecglen escribió hace siglos: “A Tamames se le ha visto ya en demasiados sitios”.
Porque la vida mancha, sí. Francisco Umbral llamaba a Tamames, a quien apreció y admiró, “el príncipe del PCE”. Pero poco a poco don Ramón parece que evolucionó hacia ‘El Príncipe’ de Maquiavelo. Peridis (que publica nuevo libro) ha dibujado estos días en ‘El País’ a un Santiago Carrillo sorprendido ante la iniciativa de Tamames. Carrillo ubicado en su nube del cielo de los rojos, que es donde debe estar, porque Dolores Ibárruri, ya está dicho aquí, sabía rezar el Padrenuestro en latín. Aseguran que Tamames, en lugar de un discurso político, pronunciará en el Congreso una conferencia, en la que analizará los problemas de España. La cuestión reside en que Tamames remitirá más al pasado que al futuro. Y a los viejos nos ha devuelto a la memoria los remotos y felices tiempos de la Universidad. Ramón Tamames era elegante cuando entonces y ahora parece contraelegante.