Besos de afecto, de amor, de fraternidad, de pasión... Hay tantos besos como personas a las que se besa. Muy necesarios y de cierta forma, adictivos. Los queremos, a poder ser, a todas horas. Ya lo decía El Canto del Loco: “Eso es lo que quiero besos, todas las mañanas me despierten besos, sea por la tarde y siga habiendo besos. Luego por la noche hoy me den más besos pa' cenar”. Nos gustan y mucho; nos vuelven loc@s. ¿Por qué? ¿Cuál es su poder? La psicóloga y sexóloga Isabella Magdala nos lo cuenta.
¿Hay que dejar para mañana los besos que podamos dar hoy?
R. Jamás. Hoy. Todo lo que se pueda, hoy.
¿Cuáles son sus beneficios ?
R. A un nivel más científico, está demostrado que el besarnos nos ayuda a estimular un mínimo de 34 músculos de la cara reducir los niveles de cortisol (es la hormona del estrés) aumentar los niveles de oxitocina (genera sentimientos de apego y afecto. Se segrega también en el embarazo y lactancia )libera adrenalina (aumenta la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca, incrementa la sudoración, dilata las pupilas y por ella cerramos los ojos al besar). Además, aumenta la serotonina (disminuye la sensación de tristeza)aumenta la dopamina (es adictiva, muy importante en la función motora del organismo y produce sensación de euforia).
¿Por qué nos gustan tanto?
R. Nos gustan tanto porque los besos son una forma de relación, una forma de encontrar y mostrar el vínculo con la otra persona. Cuando gustan, es porque generan conexión. Detrás de un beso siempre hay un mensaje. Ese mensaje puede ser de afecto, de deseo, de amor… Así que dependerá de ese mensaje, de la situación y de las personas implicadas el tipo de beso que surgirá.
A través del beso se sienten sensaciones y se despiertan emociones. Y eso en la sexualidad es muy importante. A veces son una puerta para lo que viene después pero hay que recordar que el beso es importante en el antes, en el durante y en el después. De hecho, los besos son importantes a diario. Juega a dar besos sin pretender nada más, por el simple hecho de besar. Besos improvisados, en un lugar inesperado, sin pretender nada a cambio.
Expanden la percepción de uno mismo y del placer. Esto dependerá de la parte del cuerpo donde se bese, puede ser un beso en la mejilla, en los senos, en el cuello, en los genitales, en los pies o en la frente. No es lo mismo un beso de tornillo que sentir los labios. Tienen funciones diferentes y provocan reacciones diversas. Lo mejor de los besos es que nunca se acaban y que se pueden improvisar tantas formas y situaciones como se quiera. En la sexualidad es muy importante ser creativos, hacer lo que gusta, experimentar e improvisar. A muchas parejas les gusta estar besándose mientras llegan al orgasmo pero igualmente otras pueden pasar largas horas besándose cada poro de la piel. Si nos gustan tanto...
¿Por qué entonces dejamos de darlos?
R. Suele suceder que los seres humanos nos acostumbramos a lo conocido. A veces cuando eso sucede, se pierde el valor inicial, la pasión, el deseo, las ganas y “se da por hecho”. Eso es un error porque lo que hoy está, salvo que se cuide, quizás mañana no lo esté o si está es probable que no del mismo modo que si se está valorando y priorizando. Pues eso es igual con los besos. Los besos son necesarios. Nos dan información de cómo está la relación y del tipo de vínculo que hay entre ellos.
¿Hemos idealizado demasiado los besos? Hay tanto beso de película.... El beso más largo duró 58 horas. Increíble, ¿no?
R. Los besos han vivido, como todo, una transformación. Hemos pasado de la época en la que un beso de más de 3 segundos estaba prohibido en las películas a que se subiera a minuto y medio gracias a que Hitchcock se atrevió a ello. Hasta ese momento ni besos húmedos ni de una mínima duración. Ahora bien, ahora estamos en el otro extremo donde casi todo vale y hay que tener más y más estimulación llegando casi a la sobre estimulación. Eso hace que a veces se esté buscando dar el morreo del año como si tuviese un valor que un simple encuentro de labios no tuviera y eso tampoco es así. Es más importante qué se siente y dejarse llevar por el momento que estar juzgando, cuantificando o perdiéndose el beso.
¿Besar mal puede afectar a una relación?
R. Puede suceder que no te guste cómo besa la otra persona. En ese caso, lo que se puede hacer es enseñarle a la otra persona lo que sí gusta (con tacto y en el momento adecuado para que no se sienta ofendida) o buscar otras opciones que puedan ser más placenteras cómo besar en otras partes del cuerpo, generar otras formas o ritmos de besos.
Parece que es el indicador perfecto para saber si cojea una relación...
R.Cuando hay una relación que se ha convertido en la de dos compañeros de piso o sólo amigos aunque compartan cama probablemente no habrá un beso húmedo en mucho tiempo. Pero cuando hay ganas de una intimidad mayor, sexo, definir que se es más que eso, probablemente la lengua aparezca en esa interacción con una cierta frecuencia. Tampoco es lo mismo el pico de hola o adiós que un beso suave, consciente y con la intención de sentirse a uno mismo y a la otra persona. Eso marca la diferencia. Los besos son muy importantes, tanto, que no podemos vivir sin besos. Son parte de nuestra cultura y sociedad. Los enviamos por WhatsApp casi a diario y son una forma de saludo.
Desmontando mitos
¿Es “normal” que las parejas que tienen muchos años de casadas dejen de besarse?
R. Cómo digo en mi libro “Tu Vagina Habla”: No confundas lo habitual con lo normal. Que sea habitual no quiere decir que sea normal. Ojalá siempre existiesen los besos de todas las maneras posibles entre las parejas que también son amigos, amantes, compañeros…
Dime cómo besas y te diré cómo eres.
R. Esto no es es así pues el cómo se besa depende también de qué despierta la otra persona. De forma natural, una persona no besará a otras dos personas iguales (me refiero a besos no diplomáticos en las mejillas). Es la interacción de esas personas, el vínculo, las hormonas, etc.. lo que hace que eso suceda así que no podemos decir que una persona es su forma de besar aunque obviamente tendrá una tendencia propia.
Mientras más pasión, mejor.
R. La pasión suele gustar porque denota deseo, ganas, atracción, interés pero no siempre es lo que apetece. A veces apetece algo suave, lento y también es muy placentero.
El primer beso es el mejor.
R. Hay primeros besos que son un desastre por los nervios, la inexperiencia o porque ni apetece pero se hace por el grupo de iguales.
Mientras más húmedo, mejor.
R. Siempre no. A veces sí. Aunque dependerá de sus protagonistas.