Se trata de una auténtica cura de adelgazamiento, que incluirá el recorte de algunos de los cuarteles y agencias que la Alianza Atlántica tiene distribuidos en varios de sus países miembros, así como una reestructuración de las inversiones propias de la OTAN. “Hay una enorme presión” financiera, ya que muchos países “han reducido el gasto público, algunos profundamente, y otros lo harán en el futuro”, afirmó el secretario general, el danés Anders Fogh Rasmussen.
Rasmussen dijo que en la primera discusión que mantuvo ayer con los ministros de Defensa de la OTAN, que iniciaron una reunión de dos días, hubo un “sentimiento común” acerca de que “hay que quitar grasa pero no músculo”.