Bajo esta premisa nació en 2006 el proyecto ITER, un reactor experimental en el que se pretende reproducir las reacciones de fusión que tienen lugar en el Sol y otras estrellas con el objetivo de generar energía, y que, según sus responsables, no se verá amenazado por la crisis, pese a que su precio se ha duplicado.
El ITER, del que ya han comenzado sus obras, se construirá en Cadarache (Francia), gracias a un acuerdo entre la UE (responsable de aproximadamente el 45 por ciento del proyecto), China, India, Japón, Corea, Rusia y EEUU, con una duración inicial de 35 años con el fin de construir (10 años), explotar (20 años) y desactivar (5 años) las instalaciones de este reactor.
Sin embargo, el futuro de este proyecto pasa por un aumento de sus recursos.
Por eso, el pasado mayo, la Comisión Europea hizo pública una comunicación en la que pidió al Consejo y al Parlamento europeos la búsqueda de una base financiera “sólida y sostenible” para el ITER.