Luis El Zambo (Luis Fernández Soto, Jerez 1949) es uno de los cantaores más admirados del momento. Sus bulerías han sonado en todos los rincones del mundo desde hace veinticinco años, anteriormente solo podían escucharse en las mil y una fiestas que se improvisaban en Jerez. De profesión pescaero, comenzó a despuntar en el panorama con la grabación del disco Juncales de Jerez, Cayos Reales (Flamenco & Duende, 1998)y Al Compás de los Zambo (Musivoz, 1999).
Moraíto fue clave en este proceso de profesionalización de quien con trece años se iba a la Pañoleta (venta de la época en Jerez) a escuchar a Tío Borrico y seguía a Terremoto, “mi cantaor junto a mi gente”, por los festivales. Dice que “para mí Terremoto era un Dios, cuando le cogía bien no se podía cantar más gitano ni mejor, y ese cante no se puede hacer más”.
El próximo 4 de noviembre recogerá la Copa Jerez de manos de la Cátedra de Flamencología, un premio que “no me esperaba, estoy muy agradecido a todos los que han votado. Cuando te dan un reconocimiento después de un tiempo en los escenarios pues uno lo recibe con amor y te sirve para que todavía te obligues más”. Y quién mejor que él para presumir de galardón teniendo en cuenta que las últimas generaciones han crecido al compás de sus letras cortas, sabrosas y lejos del instalado cuplé. “Yo el otro día cuando salí de cantar en Sevilla tenía a más de cincuenta personas esperándome en la puerta, de todas las edades y eso quiere decir algo”, recalca.
Triunfó hace unos días en la capital andaluza junto a la guitarra de Pedro María Peña, “canté por seguiriyas de esas veces que emocionan, que te cogen bien. Un éxito maravilloso porque cuando triunfas en Sevilla se entera toda Españay si triunfas en Jerez solo se entera Jerez”. Para estar a ese nivel, comenta, “te tienes que cuidar, quitarte de la noche, de la calle y darle al público lo que esperan de ti. Yo antes tenía cuatro puestos de pescao y no le echaba cuenta al cante, pero si me meto formal pues tienes que dejar cosas atrás”.
Echa la vista atrás y no puede evitar sentir nostalgia cuando habla de la clase de artista que fue su tío Sordera: “ser artista incluye muchas cosas, hay que tener muchas cualidades. Mi tío Manuel decía que para ser artista tenía que funcionarte esto – se señala a la garganta- ser buena persona y saber estar. Lo tengo grabado a fuego y ahora se revaloriza esa experiencia, esos momentos que yo pasé escuchando a esos artistas, cada uno con su sello”. Recuerda cuando El Serna, también familia, “vino a Jerez a después de cuarenta años y se quedó con nosotros, en el Tabanco de Pedrito en la calle La Sangre, se quedó con nosotros para escucharnos y eso era muy grande”.
En ningún caso aprovecha esta conversación para destruir los nuevos estilos, a los profesionales de esta generación, pero sí que sentencia cuando habla de conocimientos y a la hora de expresarse porque “antes los artistas tenían cabeza, se picaban unos con otros sanamente a ver quién cantaba mejor, y así se demuestra en el disco Canta Jerez. Cuando se canta de verdad te duelen hasta las ingles”.
En estos momentos no se cierra a ningún proyecto discográfico pero “no hay casas de discos que apuesten por el flamenco, te lo tienes que pagar tú y luego en los festivales venderlos. A mí me da vergüenza de eso”. En los próximos días tiene previsto un recital en Jerez, en la Peña La Zúa, el 10 de noviembre, y el 13 tiene que estar en Sevilla en otro espectáculo junto a otros artistas de Jerez”. Concluye afirmando que “la edad no importa, no se debe ni de decir, porque cuando se canta bien lo que hay es que aprovechar y que te escuchen. Yo ahora estoy en mi momento”.