Suenan villancicos en el centro de Jerez. Acaba de amanecer en la ciudad y los vecinos de Rafael Rivero (cada vez menos porque no quedan) y los clientes de los hoteles de la plaza se despiertan al son de Jerez. Suena el Tin tin Catalina, el Marinerito, el Carbonero o Los caminos se hicieron. Ha salido el sol, pero todavía no da de lleno en la plaza. Hace frío y un grupo de amigos se reúne en torno a una candela. En el centro, junto al fuego que da calor a la escena, un nacimiento con el Niño Jesús, la Virgen, San José y los tres Reyes Magos con sus pajes. Alrededor, dos guitarras, tres zambombas, una caja y otras tantas panderetas. No hace falta más. No necesita más aditivos la zambomba auténtica de Jerez.
Los asistentes traen dulces, algunos han hecho unas empanadas con azúcar y canela, otros unos rosquitos y otros tantos traen dulces que han comprado en una pastelería. Poco a poco, entre las bebidas dulces y el astro rey que empieza a hacer acto de presencia comienza a sobrar la ropa. Se van fuera bufandas y chaquetones y con las gargantas calientes empieza a incorporarse la gente que va pasando y observando.
Y llegan las 12.00, la hora del Ángelus. Entonces, ¡Venga la alegría! Que ha parido la Virgen María, sin dolor ni pena después de que Dios mandase a Gabriel a una pequeña aldea de Galilea.
Desde 2017 se junta este grupo de amigos a esta hora porque “siempre intentábamos ponernos de acuerdo para hacer una zambomba” y decidieron “hacerla por la mañana, que nadie tiene nada”, explica Ángel Rodríguez Aguilocho, uno de los creadores.
Cada vez “lo conoce más gente. Cuando empezamos éramos nueve”. No molestan a los vecinos, porque “no hay” y reconoce que “una vez salió un inquilino del hotel pensando que esto era una performance”.
Por otro lado, Daniel Marín, del coro ‘Los Finales’ entiende que “hay que rescatar la tradición auténtica jerezana, espontánea, de reunión. Y el sentimiento católico”. Esta zambomba es “una maravilla y deberíamos hacerla todos los fines de semana”. No es “normal. La gente viene a disfrutar de la tradición”.
Rescatando villancicos
La intención es “intentar mantener la zambomba pura y cada año rescatar algún villancico que se va perdiendo. No solo el ‘curri curri’ como siempre”, cuenta Aguilocho. Y es que el objetivo es “participar, esto no es un espectáculo, a veces se ven muchos micrófonos por ahí”, apuntilla Marín.