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Cuando la tontuna natural gana a ‘la IA de la gran’

Una fracasada búsqueda por el Real de “carreras ecuestres”, de menús “de 15 a 30 euros” y de ‘tropezones’ que no son más que coches “de tipo rústico”

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El día de los cacharritos

Ambiente en el templete de Tío Pepe

Marina Martínez, presentadora de 7 TV, ayer en el Real

Inés Arrimadas junto a unas amigas

Ambiente en el paseo de caballos

La expresión “dar más vueltas que un tonto en la Feria” es una forma coloquial de expresar “que alguien está dando vueltas sin rumbo o sin lograr avanzar en ninguna dirección, de manera similar a como lo haría una persona perdida o confundida en una feria”.

Eso que con nuestra tontuna común y natural ya sabíamos me lo ha dicho la Inteligencia Artificial (IA), que es “un campo de la informática que se centra en el desarrollo de sistemas y tecnologías que pueden realizar tareas que normalmente requerirían la inteligencia humana”.

Bien, pues a partir de ahora tenga en cuenta que Siri y Alexa ya están bailando, como la Toña y la Malena, así que déjese llevar por este martes de Feria, que ellas no saben que suele ser el día más tranquilo de la semana a pesar de que yo, tonto natural, lo sé desde antes de que nacieran.

Y como esto de hacerme el tonto me resulta tan espontáneo les pregunté qué hacer para divertirme en la Feria del Caballo. Así que, siguiendo instrucciones a pies juntillas, lo primero que hice fue tratar de deleitarme “viendo acrobacias, carreras y otras demostraciones de habilidades ecuestres” mientras grupos de supuestos panolis ajenos a la IA ya estaban enredados con las medias botellas.

Huelga decir que en la Feria lo más parecido a esas carreras ecuestres fueron siempre las de camellos, pero no quise discutir.

Animado por Alexa me acerqué a una de esas “casas de feria donde se celebran reuniones sociales, se baila flamenco, se come, se bebe y se disfruta de la compañía de amigos y familiares”, eso que los tontos de nacimiento solemos llamar casetas y que según la IA “son un elemento central” de la fiesta y “cada año se decoran de manera espectacular”.

Ciertamente, a mi entrada en la primera caseta que me pilló a la mano no encontré esa decoración espectacular por ninguna parte, pero para qué rebatir nada con algoritmos y técnicas computacionales si a priori lleva uno las de perder…

En fin, que me dice la Siri que en la Feria de Jerez “es común encontrar una variedad de tapas y platos típicos de la región”, así que le eché un ojo a la carta y en efecto ofrecían “pescaíto frito, tortillas, jamón ibérico o mariscos frescos”, entre otras cosas.

En la horquilla de precios es donde creo imprescindible refrescar al algoritmo, que se ha quedado colgado “entre los 2 y 10 euros por tapa o plato”.

Con gafas de cerca y de lejos, con lentes progresivas y con prismáticos incluso, en esta caseta se estaba vendiendo la unidad de langostino a 6,50 euros. Le pregunté a la IA si esto puede ser verdad y me dijo que sí, “especialmente si se trata de un producto fresco y de alta calidad”.

Total, que me pedí un langostino y me senté en la mesa a hablar con él de fresco que estaba… Se me vino a la cabeza el gran Luis Sánchez Polack y su gamba Mauricita, que era una más de la familia y que tampoco hablaba mucho, “pero lo decía todo con la mirada”.

Como el crustáceo no me daba excesiva conversación aproveché para consultar todas las 'apepés' del móvil que me ayudaran a sobrevivir en la Feria: la de los autobuses, la de los taxis, la del tiempo, la de las actuaciones en las casetas, la de los consejos de los consumidores, la de los consejos de seguridad, la que me organiza la vuelta a casa, la del banco…

Mientras la gente bailaba despreocupada yo me puse en manos de la inteligencia. Ya luego grabé unos vídeos para compartir en las redes, no sea que nadie se entere de que estuve en el Real.

Total, que me dio lástima el langostino de los 6,50 euros, lo dejé en libertad y me puse a buscar una caseta que me ofreciera un menú cuyo precio oscilase, según dijo la Alexa, entre 15 y 30 euros por persona incluyendo “entrantes, plato principal, postre y bebida”.

Uno es tonto de los que da vueltas por la Feria “sin rumbo” o “sin lograr avanzar en ninguna dirección”, pero incluso los estultos ya condecorados y reconocidos formalmente por la 'Real Academia de la Gran Bobada' saben a ciencia cierta que si quieren comer por ese precio se tienen que ir a uno de los puestos que florecen sobre el alquitrán más próximo a los coches tropezones.

Y ahí fue ya cuando rompí relación con la Siri, porque le pregunté qué eran los coches tropezones y me dijo que ese era “un término coloquial utilizado en algunos países para referirse a los vehículos de tipo rústico o poco sofisticados que pueden tener características como una carrocería desgastada, poca potencia, antigüedad o falta de comodidades modernas”.

Qué poca Feria tiene esta gente, pensé… Y las dejé. Bye bye, Siri. Goodbye, Alexa. Hasta ahí podíamos llegar.

Prefiero morir de tontuna natural a parecer un inteligente artificial. Me quedo con la Toña y la Malena antes que con vosotras. Ahí os quedáis con vuestra IA. Con la IA de la gran…  

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