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Curioso Empedernido

El regalo más grande

Es inútil no hacer nada por cambiar las cosas que no nos van bien, y estar a verlas venir y que se produzca el milagro

Publicado: 18/07/2024 ·
16:15
· Actualizado: 18/07/2024 · 16:15
Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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Entre posibilidades, decisiones y movimientos más sencillos o complejos, vamos aprendiendo a vivir nuestras vidas. Ese es quizás el mejor de los regalos que podemos recibir y que tenemos que saber administrar y también como decía Bertolt Brecht es “nuestro ejemplo, el mejor que podemos hacerles a los demás”.

Aprendemos de nuestra experiencia y los más inteligentes como diría Voltaire son capaces de descubrirlo en los demás, sabiendo tener los sentidos bien abiertos para reflexionar e impulsarnos y animarnos a tener ganas de vivir cada segundo, sin estar permanentemente lamentándonos, quejándonos o culpabilizando a nosotros o a los demás de nuestros infortunios.

Es inútil no hacer nada por cambiar las cosas que no nos van bien, y estar a verlas venir y que se produzca el milagro que nunca llega, con lo cual nunca llega, y todo sigue igual e incluso puede llegar a empeorar y hacer del regalo más grande, que es nuestra propia vida, una tortura interminable y sin sentido.

A veces parece que en este mundo de intereses, del sí y el no, del bueno, nos lo ponen difícil para comprender quienes somos, cómo hemos llegado a serlo y hacia dónde vamos. Ahí tal vez se encuentra el gran regalo en hacer el camino y sentir con todas nuestras células en lo que nos vamos convirtiendo.

Lo más satisfactorio de este camino suele ser lo novedoso y lo sorpresivo, y no lo previsible de estar siempre calificando, clasificando y premiando y castigando socialmente a los demás, perdiendo el espíritu infantil y el sentido lúdico de las cosas, y mantenemos una desconfianza y un escepticismo que nos impide disfrutar de los pequeños placeres.

¿Qué pasaría si hoy dando ese paseo por nuestro barrio o nuestra ciudad nos hiciéramos el firme propósito de disfrutar de todas las pequeñas cosas con las que nos encontramos?¿

Qué ocurriría si nos preparáramos para que a partir de ahora miráramos con las gafas de lo positivo? ¿Qué saludable sería si nos empeñáramos en ser agradables, en respetar lo que hagan y digan los demás, y en no pensar mal, ni tan siquiera de nosotros mismos? 

En nuestra cotidianidad, es habitual tropezar con el que todo lo ve mal, con aquel que pone toda su constancia, todo su esfuerzo en sentirse peor de los demás, tener más mala suerte que nadie y ser el colmo de todas las desgracias y cada día se entrena para ser más desgraciado al día siguiente, y no lo es más porque descansa por las noches ¡Qué si no!

Hoy me he propuesto hacerme un bonito regalo, y cuando inicie mi paseo por mi ciudad , procuraré no pensar que todo el mundo es bueno, pero que puede llegar a ser mejor, no creeré que tengo que saberlo  todo pero me esforzaré en aprender cada día más , no me angustiaré por  cometer un error, no es un delito equivocarse.

En un paso más no me castigaré haciendo algo que no me apetece y procuraré no entrar en competencia con nadie, sino que procuraré darme el gusto de estar al lado del otro, hoy y si ustedes me acompañan mucho mejor quiero disfrutar de todo lo que la vida me ofrece, hoy no quiero enfadarme, quiero VIVIR .

Acabo de iniciar mi paseo matinal y tengo abiertas mis ventanas al mundo de par en par, voy a intentar recibir todo lo bello y bueno que está ahí, en nosotros y fuera de nosotros, voy a procurar con todo mi entusiasmo hacer felices a quienes me rodean. Pero si no es así, no pasa nada, no va a ser una tragedia, el mundo continúa y nosotros con él, y mañana estoy seguro que volveremos a intentarlo.

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