A excepción de la televisión, donde ha ejercido de protagonista en numerosas ocasiones, la presencia de Sarah Paulson en el cine se ha reducido, en la mayoría de las ocasiones, a papeles secundarios, dentro de la que no deja de ser una notable tradición en Hollywood. No obstante, cuesta entenderlo después de la inolvidable Blue Jay y de Mamá te quiere, que, curiosamente, guarda ciertas similitudes con su último trabajo como protagonista: Aguanta la respiración, donde también ejerce como productora.
Dirigida por los debutantes Carrie Crouse -autora asimismo del guion- y William Joines, la película está ambientada en un paraje rural de Oklahoma, en el año 1930, y cuenta la historia de una madre que aguarda junto a sus dos hijas el regreso del marido, que ha tenido que viajar en busca de empleo en la construcción ante la ausencia de cultivos y ganado que permitan la supervivencia de su granja.
Con el limitado sustento de una vaca, el dinero puntual que les llega por correo y enclaustradas en la casa durante la mayor parte del tiempo, a causa de la sequía y las tormentas de polvo que someten a la zona, la familia apenas mantiene contacto con unos parientes cercanos y con las familias que se congregan cada semana en la parroquia para hacer algo de vida en común en mitad de tanta desolación y desesperanza.
Poco a poco vamos conociendo más detalles sobre la vida de la familia protagonista y, en especial, de la madre, atormentada por la muerte de una de sus tres hijas, y sobreprotectora frente a una amenaza latente que tiene que ver con todo lo que proceda del exterior: del polvo que se cuela por las rendijas a la llegada de desconocidos.
La película avanza con claras y evidentes reminiscencias a Los otros, la excelente cinta de Amenábar, aunque sin fantasmas, configurando poco a poco un retrato terrorífico sobre la locura y el abandono que progresa de forma notable, sin hacer trampas, y girando sobre la figura de esa madre vencida por las circunstancias y por su propio pasado, e incapaz de discernir entre lo real y lo imaginado como consecuencia del ambiente casi claustrofóbico en el que tiene que hacer su vida.
Esa progresión dramática está bien contada, incluso podemos hablar de buen cine de terror, pero sobre todo está excelentemente interpretada por Sarah Paulson, cuidadosa en cada gesto y brillante en la transformacion psicológica de su personaje. A su lado se crecen igualmente la hija adolescente, sensacional Amiah Miller -a la que habrá que seguir la pista- y la pequeña e igualmente enigmática Alona Jane Robbins.