Para Mary Guillén (Sevilla, 1969) aquello era magia. Así que a los 15 años decidió indagar por su cuenta, ir más allá de lo que fueron su padre o sus hermanos (tres de cuatro se han dedicado a la fotografía en alguna de sus facetas), y decidió emprender una carrera en solitario con un ímpetu autodidacta que ha ido definiendo un estilo muy, muy personal, casi intimista, profundamente humanista, buscando siempre el lado más profundo y más humano de las personas.
“Mi concepto es totalmente diferente al de mis padres –explica-. En casa la fotografía era una forma de vida, pero yo he seguido un camino diferente porque para mí es una forma de expresar y sentir que necesito echarla fuera a través de la cámara, no hay más”. Sí, si que lo hay. Hay una forma de entender y afrontar la vida cara a cara, con la verdad por delante y la mirada clavada en el otro, arriesgando, sin miedo a perder, con valentía, con ganas de luchar y de innovar para sacar al exterior lo más profundo del interior. Y todo para plasmarlo después en una foto.
A su estudio de Mairena del Alcor se acercan gentes de lo más variopinto, desde artistas consagrados en busca de más fama a anónimos desapercibidos en busca de mayor autoestima. “No hay un perfil común en el tipo de cliente que se acerca a un estudio en busca de un retrato, ni en edades, ni en sexos, ni segmentos profesionales, ni siquiera en rasgos de personalidad que definan su estilo. Te encuentras tipos muy dispares, desde los artistas a las personas anónimas, los hay que se gustan muchísimo y quienes solo necesitan plasmar ese momento de su vida, no hay una regla común”.
Aunque sí reconoce que son más exigentes los anónimos que las gentes del mundo artístico. “Cuando trabajas con profesionales se relajan más, vienen con una idea preconcebida a la que le vas a dar forma, pero tienes que ceñirte a un guión, y trabajamos en conjunto para llegar a un fin, así que me resulta más fácil trabajar con personajes que con personas anónimas”.
Crisis y creatividad
Con ese torrente de vitalidad y optimismo que derrocha, ni siquiera piensa que sean malos tiempos sino al menos para la fotografía, sí para los fotógrafos. “La crisis agudiza el ingenio y la creatividad”, reconoce. Guillén superó hace año y medio una importante barrera en su vida, un cáncer de mama que ha sabido convertir en todo un revulsivo en su trayectoria vital y profesional. “A mí el cáncer me está beneficiando, ahora siento muchísimo más con todo, incluso arriesgo mucho más a la hora de hacer fotografías. Ahora llego más al filo del precipicio en todo a la hora de hacer una fotografía y consigo cosas mucho más interesantes. Se me han juntado dos cosas, la crisis y la enfermedad pero me ha ayudado muchísimo”.
Cuando viaja, otra de sus grandes pasiones, Mary Guillen sigue haciendo fotos, pero esta vez, para relajarse. Y no busca paisajes ni tópicos, sino que sigue buscando a las personas.
Robert Frank, fotógrafo suizo, canadiense y referente principal de la fotografía en Estados Unidos, solía decir que lo importante de la fotografía es saber ver aquello que resulta invisible para los demás. Mary Guillen lo capta, sabe encontrar ese lado oculto de las personas para desnudar su lado más humano, el más sincero de la vida. Por eso ahora, ilusionada con el estreno de su nueva web, sólo se marca un objetivo con su cámara: el de seguir creando, seguir cautivando para llegar cada vez a más personas, abrirse nuevos horizontes para compartir un sentido de la vida, ése que busca y descubre siempre a la persona que hay detrás de cada rostro.