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Punta Umbría

El ?artista? que rompió con los esquemas

¿Puede en pleno siglo XXI triunfar en taquilla una película francesa, muda y en blanco y negro? ?The artist? lo está haciendo

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La misma semana en la que un estudio universitario reclama al Ministerio de Cultura que todas las películas extranjeras que se exhiban en España lo hagan en versión original con subtítulos -la cumbre de todo cinéfilo, pero también la única forma de respetar el trabajo real de sus protagonistas-, el séptimo arte anda conmocionado por el extraordinario éxito internacional de una película francesa muda y rodada en blanco y negro, The artist. ¿Significa esto un cambio de tendencia dentro de la abducida audiencia que sigue acudiendo a las salas de cine a la llamada de los blockbusters? ¿Acaso estamos vislumbrando una nueva era en la que, por fin, no hace falta tener que recurrir a vampiros adolescentes y frígidos para llevar al público en masa a las salas de cine a disfrutar de películas decentes e indecentes, pero sobre todo auténticas?.
No lo creo. Se irá The artist y llegará la parte dos de Amanecer, la tercera de Fuga de cerebros o la quinta de Torrente, para que el pública vuelva a comportarse como hasta ahora, pero, al menos, la ya popular cinta francesa de Michel Hazanavicius vuelve a poner de manifiesto la grandeza del cine como vehículo de emociones, sin importar el género, el argumento, los protagonistas o la procedencia: basta con saber contar una historia y forjar el vínculo con el espectador. Y eso, precisamente, es lo que hace The artist, que ya va camino de convertirse en la gran sorpresa de cara a la próxima edición de los Oscar, tras haber acaparado el máximo de candidaturas para la próxima gala de los Globos de Oro, entre ellos los de mejor película, dirección, actores protagonistas y banda sonora.
La película no parte de un argumento excesivamente original: una estrella americana del cine mudo observa cómo la llegada del sonoro pone fin a su carrera como artista, mientras que su compañera de reparto comienza a ascender de manera fulminante en el nuevo star system impulsado por las grandes compañías de Hollywood -aspectos ya tratados desde diferentes ángulos por clásicos como Cantando bajo la lluvia (como comedia musical) o El crepúsculo de los dioses (como drama absorbente)-. Ni siquiera es novedoso el hecho de hacer una película muda, algo que ya abordó Mel Brooks en su divertida Silent movie. Lo que convierte en original este nuevo filme es la propia y brillante osadía de Hazanavicius de recurrir al cine mudo para recrear el mundo real de quienes triunfaron en la ficción gracias al mismo y, especialmente, hacerlo en un momento como éste, en el que el cine en versión original y en blanco y negro parece producir alergia en el espectador adoctrinado. Suyo es el mérito y la lección magistral.

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