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José Guerrero, presidente de Colega-Cádiz: “Decir que en Cádiz hay más maricones es un sambenito”

En el año 1987 se creó Colega-Cádiz, un colectivo cuyo objetivo fundamental es la normalización del hecho homosexual, y transexual. “Superando estereotipos y tabúes anclados en nuestra sociedad” señala su presidente José Guerrero

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  • José Guerrero, presidente de Colega-Cádiz -

Cerca de 25 años hace desde que se creó en Colega-Cádiz. Un colectivo colectivo homosexual, bisexual y transexual. Durante estos años han sido muchos los derechos que han conseguido, aunque todavía a día de hoy hay muchas voces que excluyen a estas personas por el simple hecho de tener una orientación sexual diferente. Esta semana hablamos con el presidente de Colega-Cádiz.

—¿Desde cuándo es usted presidente de Colega-Cádiz y por qué decidió llevar las riendas de este colectivo?
—Soy presidente desde 2002 porque así lo decidieron los socios y voluntarios de la asociación.

—¿Qué cambios ha habido desde que se creó Colega-Cádiz?
—Fuimos la segunda provincia de Andalucía que tuvo un colectivo de gays y lesbianas. En eso fuimos pioneros. En 1987 empezó la asociación a funcionar en Cádiz con otros presidentes y otros socios que se han ido renovando. Durante todo este tiempo, cambios fundamentales que se han visto a nivel regional fue la inclusión de una enmienda cuando se hizo una reforma del Estatuto Andaluz, algo que se gestionó desde Cádiz; y el otro gran avance ha sido la reforma del código Civil, que a nivel general ha sido muy interesante. A nivel más local y de provincia, ha habido avances muy grandes dependiendo por supuesto siempre del signo político. Por ejemplo, mociones en ayuntamientos pidiendo la equiparación de derechos para gays, lesbianas y transexuales, que en aquellos momentos eran muy revolucionarios. Ahora, con la distancia del tiempo se ha relajado mucho en ese aspecto, pero fueron años de mucho combate, sobre todo mucho combate en los años de Gobierno de José María Aznar. En los años del gobierno de la derecha, para nosotros como colectivo fue un rodillo enorme, pero aún así seguimos trabajando. En Cádiz ciudad, las relaciones con la alcaldesa Teófila Martínez (PP) son muy cordiales, por supuesto manteniendo nuestras posiciones y diferencias pero siempre desde el respeto. Incluso un año nos negamos a poner la bandera en el Ayuntamiento cuando ella votó como senadora en contra de la reforma del Código Civil, luego la historia nos ha dado la razón y se la ha quitado a ella. Tenemos una alcaldesa que siendo del Partido Popular, la historia le ha quitado la razón y con una concejala del PSOE que es lesbiana, Carmen Zurita, que también salió de Colega-Cádiz. El PSOE nos pidió que colaboramos en la campaña electoral y lo hicimos. Es un trabajo que se ha conseguido desde este colectivo.


—¿Qué balance realiza?
—Un balance muy positivo. Nos hubiera gustado hacer más cosas, tener más presencia social, pero como siempre todo ha dependido del dinero, básicamente de la financiación, porque al ser una asociación sin ánimo de lucro dependemos de las cuotas de los socios, y de la presentación de subvenciones.

—¿Cuántas personas hay en la provincia en esta asociación?
—Alrededor de 40 socios. Depende también de las circunstancias. Ahora, después de la aprobación del Código Civil, el ámbito combativo ha bajado bastante. Uno de los objetivos principales de Colega-Cádiz siempre fue la normalización, de lo que nosotros llamamos del hecho homosexual, transexual y bisexual, y esa normalización se está consiguiendo aunque no es una realidad completa aunque se va avanzando en el camino. Cada vez los jóvenes, tanto homosexuales como heterosexuales, lo viven con mayor naturalidad. Aunque también es verdad que sigue existiendo la misma historia del machismo, de los retrógrados y de los sectores más radicales de la iglesia que siguen haciendo su trabajo mal...pero siguen haciéndolo.

—¿Qué voces son las más excluyentes?
—Son las que siempre ha habido. Son las voces que tienen miedo a perder el poder social. Y básicamente son los sectores de la derecha más ultra y de la iglesia más radical que quieren seguir teniendo el poder sobre las conciencias, los corazones, las vidas y la felicidad de las personas...ellos tienen que decir lo que está bien y lo que está mal con sus morales y moralinas. Después, te encuentras con situaciones dentro de sus propios ámbitos que te resultan muy sorprendentes. Como poner un ejemplo, ahora mismo me estoy acordando de Alberto Ruiz Gallardón que de pronto se enfrenta a su propio partido  político [PP] al decir que él sí casa a personas del mismo sexo, y luego después de que le hagan ministro, cambia completamente el discurso porque le interesa...es como dice el dicho ‘cada perro defiende su cortijo’.

—¿Los jóvenes hoy en día se atreven a dar el paso de no ocultar su orientación sexual?
—Lo que notamos es que ha habido un avance en los jóvenes, quizás más a nivel privado e íntimo, de asumir el hecho de que en esta sociedad también existimos personas diferentes que sentimos de forma diferente, aunque en el fondo no es tan diferente. La juventud a nivel de circulos de amigo, cada vez está más asumido. Otra cosa es a nivel más general o público, les cuesta. Eso todavía está ahí. Los responsables de esa actitudes sigue siendo el núcleo escolar. Nosotros teníamos, y seguimos teniendo, mucha dificultad para hablar dentro de los centros escolares de educación afectiva y sexual. Detectamos una enorme ignorancia respecto a estos temas dentro del profesorado.

—¿Por qué motivo?
—Dentro de los centros escolares hay una cosa que se llama Ampas, y con la historia de ‘lo mejor para sus hijos’...pues parece ser que es excluir una parte de la realidad. Es decir, para algunos padres lo mejor para sus hijos es que vivan en un mundo que no es real. Siempre lo he dicho el que un padre o una madre no sabe si el día de mañana su hijo o hija será homosexual o transexual...no lo sabe, como tampoco sabe si será médico o arquitecto. Las conversaciones, las formas de hablar, la actitud de algunos padres hacia esos hijos puede hacer que les condicione mucho.

—En otro orden, este colectivo se desvinculó de la Federación estatal de Colega ¿por qué?
—Porque llegó un momento que nosotros notamos que el trabajo político que se estaba haciendo a nivel nacional no era el que nosotros queríamos seguir. Desde la dirección a nivel nacional se nos presionó para tomar una serie de medidas que nosotros no veíamos no entendíamos. Vimos una pérdida de libertad de decisión y ejecución muy encaminada  a la derecha, y nosotros no lo queríamos para Cádiz, porque significaba básicamente negar un trabajo que se había hecho incluso con la derecha aquí en Cádiz.

—¿Qué campañas realiza Colega ya sea en Cádiz o en la provincia?
—Ahora mismo las campañas como tal no existen. Sigue existiendo el trabajo de calle y el trabajo individualizado con la gente que nos conoce ya que son muchos años trabajando en la ciudad. Pero campañas como tal no porque la crisis también nos ha llegado a nosotros. La crisis también ha llegado al sector social, y uno de los principales perjudicados hemos sido nosotros, entonces no se ha podido continuar el trabajo que se ha venido desarrollando. Estamos en un momento de espera para ver que pasa y para volver a retomarlo, porque es verdad que tenemos varios campos abiertos, como por ejemplo el campo de la educación con los jóvenes, el campo de la transexualidad, el campo del VHSida...otro de los campos que nos parecía muy interesante era la homosexualidad en los centros de la tercera edad o la realidad en el mundo rural, entre otros. Ahora mismo las necesidades son otras, y también hay que entenderlo, ya que vemos día sí y día también a gente que se le está echando de sus casas por los desahucios.

—¿Qué opina del mito que en Cádiz hay más homosexuales que en otras ciudades o poblaciones?
—Decir que en Cádiz es donde hay más maricones es un sambenito. Es un mito como decir que todas las cordobesas tienen los ojos negros. Son mitologías que están ahí y que siempre estarán ahí. También es verdad que en Cádiz en el lenguaje utilizamos mucho de eso...siempre estamos con la palabra ‘maricón’ en la boca. Es un trabajo, que nosotros no hemos podido continuar por la crisis,  de cambiar el lenguaje de Cádiz en ese respecto. Esperemos que el lenguaje despectivo vaya cambiando, es un trabajo más lento pero es verdad que eso está ahí. Los culpables de que esas expresiones se sigan diciendo es principalmentede la población homosexual de Cádiz...de seguir aceptando estas expresiones como si no pasase nada.

—En el tema laboral,¿existe todavía más dificultad en encontrar trabajo para personas transexuales?
—Sí. A nivel estatal es el gran campo de trabajo. Estamos detrás que la ONU no lo califique a estas personas como una enfermedad [el tratamiento legal que se le da en España se define como ‘Trastorno de Identidad de Género].

—¿Cómo son las relaciones con la Iglesia en Cádiz?
—Ninguna. No puede haber relación con la iglesia. Hay relaciones con personas concretas. Nosotros sabemos de la homosexualidad de muchos presbíteros de la Iglesia y es una realidad que ellos también tienen dentro otra cosa es que quieran mirar para otro lado. El aceite y el agua no van juntos, por tristeza para ellos.

—¿Cree que hoy en día sigue habiendo muchos derechos vetados para los gays, lesbianas y transexuales?
—Claro que sí. Tenemos también un ‘techo de cristal’...tenemos que demostrar siempre que valemos más que a otros, nos exigen más que a otros, sentimos que cuando conseguimos un trabajo parece muchas veces que nos están haciendo un favor...se nos sigue juzgando más por nuestra orientación sexual que por nuestra valía personal o laboral.

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