todos nos gusta de vez en cuando, dar de comer a las palomas, y sobre todo, disfrutamos, viendo cómo los niños y los perros, juegan a correr detrás de ellas, en una actividad tan frenética como inútil, porque raramente, se logra dar alcance y captura a tan escurridizas aves. Sin embargo, aunque su presencia es agradecida en los lugares más señeros y emblemáticos de las capitales, también en Huelva, su abundancia, debido a una reproducción incontenible y voraz, acaba suponiendo problemas.
Por ello, el servicio veterinario del Ayuntamiento de Huelva trabaja para controlar la población de palomas que vive en espacios públicos señeros de la capital onubense.
Controles y retiradas periódicas
Es una tarea que se realiza cada tres meses, según fuentes municipales, y que estos días ha llamado especialmente la atención puesto que se ha llevado a cabo en la céntrica plaza de Las Monjas, y en varios puntos señalados de la barriada de Isla Chica, según señalaron las mismas fuentes a Viva Huelva.
El control de la población se lleva a cabo periódicamente debido fundamentalmente a dos causas: por un lado, el rápido ritmo de reproducción que presentan estas aves; por otro, las quejas que llegan desde los vecinos de las zonas afectadas, ya que las palomas cuentan con unas heces muy corrosivas que afectan a los edificios y que incluso, pueden llegar a dañar el patrimonio monumental.
El proceso de captura y posterior suelta
Para la realización de las tareas de control de densidad de la población de estos pájaros, se sitúan unas redes en las zonas escogidas durante varios días, con alimento, a las que acuden las palomas, que de esta manera, son recogidas, para con posterioridad, ser trasladadas hasta lugares no urbanos, en el entorno de Huelva, donde son soltadas de nuevo, sin sacrificio de los ejemplares, de manera, que no se acaba con la vida de ninguna, sino que se devuelven a espacios abiertos, según indicaron fuentes municipales.
Ayer, la Plaza de las Monjas se veía más descargada de palomas, y los ejemplares que quedaban, en gran medida, se supone que escarmentadas o recelosas, se situaban al amparo de los huecos en los edificios.
