Condenado a la mediocridad. Este Sevilla continúa en su languidecida decadencia de la que parece no sacar la cabeza para tomar aire.
La derrota cosechada ante el Levante en tierras valencianas describe a la perfección a un equipo con doble cara. Todo lo que suma en Nervión lo pierde lejos del mismo. Sin pundonor, sin oficio y, sobre todo, sin la mentalidad suficiente para levantarse ante la adversidad. Así juega el Sevilla a domicilio.
Además, para más inri y penitencia, las cifras sitúan al equipo de Emery como el peor desde su regreso del infierno de la Segunda. Suma a estas alturas sólo 38 puntos y más dos de golaverage, guarismo peores a los que sumaba por entonces Caparrós. Y todo ello, añadiéndole los siete puntos con un sólo triunfo lejos del Pizjuán. Así, no hay ni Europa, ni resurrección.