El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha reconocido este miércoles en el Congreso que el Gobierno del PP no ha retirado ni un sólo vestigio franquista desde que tomó posesión y ha dejado claro que si no lo ha hecho no ha sido por falta de voluntad, sino por motivos "económicos", ya que retirarlos implicaba un "alto desembolso", o de protección patrimonial.
Así lo ha asegurado durante la 'accidentada' interpelación que le ha dirigido la Izquierda Plural en la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso. Estaba previsto que fuera el portavoz del grupo en la Comisión Constitucional, Joan Josep Nuet, quien interpelara al ministro pero, cuando llegó su turno, no se encontraba en el hemiciclo.
Poco después, a través de su cuenta de Twitter, Nuet pidió "disculpas públicas" por su despiste y se justificó alegando que había "calculado mal los tiempos" y que cuando llegó el momento de su interpelación se encontraba "en otra reunión en el congreso".
Ante su ausencia tomó la palabra su compañero Ricardo Sixto, quien, desde su escaño, intentó dar por defendida la iniciativa sin intervenir, pero el presidente del Congreso, Jesús Posada, le pidió que, al menos, bajara a la tribuna de oradores, aunque fuera a decir lo mismo.
Sixto bajó, recordó que en la sesión del martes, el Pleno había rechazado declarar el 18 de julio Día de la condena del franquismo y subrayó que aunque el Congreso "no es la Academia de la Historia", ha de tener en cuenta el pasado para tomar decisiones de futuro.
"No le arriendo la ganancia", le replicó Gallardón, quien también Gallardón señaló que la ausencia de Nuet evidenciaba el "interés" del grupo de izquierdas por esta cuestión y recalcando que, por el contrario, el Gobierno sí "cumple su obligación" y, además de responder la interpelación cumple la Ley de Memoria Histórica.
En el repaso que hizo que esos cumplimientos, el titular de Justicia no mencionó el asunto de los símbolos franquistas, y, en su segundo turno, Sixto se lo recordó, afeándole que desde que llegó a Moncloa el Ejecutivo Rajoy no ha quitado ninguno de estos vestigios que quedan en edificios o complejos de la Administración General del Estado.
El ministro no rebatió la afirmación, pero le explicó el motivo. Según su relató, en el informe que hizo en abril de 2011, la comisión técnica encargada de este tema, ya señalaba que la mayoría de esos símbolos habían sido "informados y retirados" y que los únicos que aún seguían pendientes de remover lo estaban por dos causas.
NO HAY INTENCIONALIDAD POLÍTICA
Unos de ellos continúan a la vista por motivos de protección patrimonial, ya que requieren un "procedimiento administrativo de larga duración", que en muchos casos, ha apuntado el ministro "ya está iniciado". También hay otro grupo que no se ha retirado por la crisis, puesto que su retirada implica un "alto desembolso económico", que los ministerios abordarán "en el momento en que sea oportuno", en palabras de Gallardón.
"No tenga usted ninguna duda de que no hay absolutamente ninguna voluntad por parte del Gobierno de mantener ningún vestigio", ha garantizado el titular de Justicia, incidiendo en que "no hay ningún tipo de intención política" por parte del Ejecutivo.
Para avalar su tesis, Gallardón ha agregado que el único símbolo que queda en España en el que puede leerse la leyenda 'Caudillo' está en el Arco de la Victoria de la capital, un arco del triunfo que celebra éxito del bando nacional en la batalla de la Ciudad Universitaria.
"A los ejércitos aquí victoriosos, la inteligencia, que siempre es vencedora, da y dedicó este monumento. Fundado por la generosidad del Rey, restaurada por el Caudillo de los españoles, el templo de los estudios matritenses floreció bajo la mirada de Dios", rezan dos de las placas que pueden verse en este monumento.
Gallardón ha resaltado que el arco es propiedad de la Universidad Complutense, cuyo rector, José Carrillo, "no es precisamente persona sospechosa de tener ningún tipo de veleidad con el régimen de Franco" y que la mencionada placa no se ha quitado "por razones de protección de patrimonio y también económicas".
El ministro terminó elogiando la "profesionalidad parlamentaria" y el "ejercicio de compañerismo" de Sixto por sustituir a su compañero sobre la marcha.
