A cuatro días para que sea historia, 2013 quema sus últimas horas. Sus llamas aún mantienen el rescoldo de un año que no pasará desapercibido, precisamente, en cuanto a fútbol se refiere. Sin duda alguna, la noticia que marcará el fútbol portuense fue la renuncia a competir del Racing Club Portuense.
Un histórico andaluz que agonizaba y del que se mantuvo más vivo en el deseo del colectivo imaginario, que en las intenciones reales de querer reconducir una realidad de la que no ha podido salir, desgraciadamente, airoso.
Ha sido el relato telegrafiado de una muerte anunciada. Cuatro años de litigios han desembocado en un final farragoso y cruel. A la desaparición, se une la grieta dejada en una afición desconcertada ante tanto aluvión de acontecimientos solapados y sin la ayuda de la perspectiva del tiempo para tomar la visión real al asunto.
El convenio concursal votado por los socios de forma negativa -hasta por dos veces-, mostró sin sonrojo los posicionamientos y a dos visiones enfrentadas a una misma realidad. Ni unos ni otros supieron qué hacer con el Viejo.
Unos vieron la oportunidad de seguir sin importar el cómo, abanderado ése autoproclamado racinguismo más casposo y rancio. A ése pábulo y a esa merienda de negros que se había convertido el club en los últimos años. A esos que, ahora ocultos, tomaron el tocata y fuga.
El Racing como excusa
En frente, los cansados de remar hacía ningún lugar, los que quisieron abrir otro camino sin importar, tampoco, si era lo más inteligente de hacer. Las formas dejaron de ser imprescindibles. El fin justificó los medios. El pasar del tiempo y las actuaciones interesadas, no hicieron sino mostrar sin rubor al objeto de querer llevar para sí a su terreno la situación.
Finalmente, sin atisbo de solución, sin junta directiva y sin nadie que se atreviera a certificar el deceso, se dibujó una situación lastimosa en el encuentro de la infamia, al incluirlo en una competición en la que se sabía de ante mano no iba a competir.
El ‘no partido’ ante el Conil retrató que el Racing Portuense hacía ya mucho tiempo había pasado de ser algo más que un club, para convertirse en un trapo roto y manipulado por los de aquí y por los de allí.
Por los de dentro y por los de afuera. La entidad racinguista, en su cuenta atrás para su disolución, continúa a día de hoy inmerso en un proceso concursal que pudiera escribir sus últimos alientos en 2014. Paradojas del caprichoso destino, el Racing Portuense fue el decimotercer club en acogerse a un concurso de acreedores de todas las entidades deportivas nacionales. Otro 13 en su camino.
El inmenso hueco dejado por la octogenaria entidad racinguista quiso encontrar en el Recreativo Portuense una oportunidad de continuidad con el fútbol portuense. Su ascenso a Preferente el año anterior y el proyecto canterano, pronto, y ya sin el Racing dándole cobijo, comenzó el martirio del relevo.
Los efectos secundarios empezaron a hacer efecto a las primeras de cambio. A rey muerto, rey nuevo, pensaron los optimistas. La herencia envenenada, con un auto judicial de por medio, intentaba vincular al Racing con el Recre más allá de la filialidad. Acusaciones muy serias y de las que aún están, no solo por demostrar, sino por dilucidar cual será su veredicto final y en que quedan las imputaciones de suplantación y fraude concursal.
Le siguieron ruedas de prensa, acuerdos de ida y vuelta, a anunciaciones estériles y populistas que no han servido, sino para despistar aún más y para plasmar un desconcertante panorama y un horizonte cuanto menos oscuro, chapucero e improvisado, ante un negocio mezquino, insensible y cicatero.
El cierre del José del Cuvillo es la imagen perfecta que retrata el estado actual y calamitoso en cuanto a gestiones se refiere. Sin Racing Portuense, sin estadio operativo y con equipos (el Recre ‘B’ en Chipiona y el Unión en Rota) disputando lejos de El Puerto partidos como local. Fotografía la imagen de la decadencia más absoluta de actuaciones cuanto menos dudosas.
Otro club es posible
2013 también será recordado por el nacimiento del Unión Polideportivo El Puerto, un nuevo club de fútbol eminentemente canterano y con pilares de un póker de entidades de fútbol base (Safa, Los Frailes, Alcanatif y Barriada La Playa). El sueño de dar cobijo a los terminados en las categorías inferiores ha encontrado, al fin, una meta ilusionante, germinado hace décadas.
El año se marcha. Encontrar a éste un titular pudiera ser tarea harto complicada. Eso sí, irrepetible e intenso.