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La crisis multiplica las \'casas estanco\' en Jerez

Estanqueros denuncian la proliferación de estos inmuebles dedicados a la venta ilegal de tabaco, otra variante del contrabando que tanto daño les está haciendo, y se quejan de las reticencias de los jueces a autorizar órdenes de registros de estas viviendas

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  • Golpe al contrabando. -

Hoy en día las consecuencias de la restrictiva ley antitabaco de hace tres años para la actividad en los estancos son anecdóticas en comparación la matriz de todos sus males: el contrabando. Una problemática en la que el sector en Jerez, al compartir de lleno escenario con Gibraltar -uno de los principales focos del país- es uno de los más castigados. Si no tenían bastante, ahora vienen observando que con la crisis esta práctica se ha acentuado más que nunca a través de nuevas variantes. La última que vienen detectando y que prolifera especialmente en este municipio, como denuncian desde la Asociación Provincial de Estanqueros, es la de las denominadas “casas-estanco”, que se dedican a esta práctica ilegal bien en bloques de pisos o en casas particulares vendiendo cajetillas de tabaco a poco más de tres euros o incluso menos. El colectivo, que representa a más del 75% de los estancos de la provincia, las contabiliza en Jerez por decenas, y repartidas indistintamente por todas las zonas de Jerez: desde La Granja, El Pinar, La Milagrosa, San Telmo,  hasta el Polígono San Benito o La Unión.


  Como denuncian desde la junta directiva, en esta variante del contrabando también se sienten “desprotegidos” y “sin apoyos”, ya que hay casos en los que incluso en el propio telefonillo del piso o en el bloque puede leerse “hay tabaco”. Pese a ser “evidente” que hay una situación ilegal, sin embargo, critican,  las actuaciones de Vigilancia Aduanera y la Guardia Civil siguen suponiendo “una mínima parte” de todo lo que podría hacerse. En este sentido, en la asociación se quejan del poco apoyo que están recibiendo por parte de los jueces para dictar órdenes de registro de viviendas para que los efectivos puedan desmantelar estos domicilios. “Sin la orden no pueden entrar, y nos entendemos por qué pero no están respondiendo como deberían”. Como relatan, a veces las cajetillas se entregan por una verja y  ni siquiera se llegan a ver a los clientes, mientras que también se han dado casos de estanqueros que los han sorprendido muy cerca de su negocio bajando la cajetilla de tabaco por una cuerda desde una cuarta planta. “El problema no son ellos, son los que están detrás, las mafias que se están enriqueciendo a costa de ellos”, se quejan.


Además de los pisos, también cada día aumenta más el número de establecimientos “de cualquier tipo” que se dedica a vender tabaco ilegal, incluso bares, y abundan tiendas camufladas en ultramarinos y chucherías en las que su principal fuente de ingreso lo obtienen de la venta de tabaco. “Yo he llegado a traerme mi máquina expendedora de un bar porque el propio dueño estaba vendiendo a los clientes, y estamos hartos de denunciar a la Guardia Civil los sitios donde las tiendas están vendiendo tabaco”, añaden. 


De hecho, haciendo una ruta por algunos de estos locales, propietarios de estancos  identifican incluso a clientes “de toda la vida” apeándose de su coche para ir a estos establecimientos. Salen de forma discreta, sin que se le vea la cajetilla. “A muchos los tienen aleccionados”, llegan a asegurar, mientras que otros en un ataque de sinceridad les han admitido que se han tenido que pasar al tabaco del contrabando ante la situación económica (cuestan la mitad). Para más inri, les consta que ha habido compañeros en otras localidades que han denunciado esta práctica y que esta queja se ha vuelto contra ellos.  De otro lado, el bajo riesgo penal al que se exponen las personas que venden tabaco ilegalmente tampoco ayuda y, de hecho, la mayoría sigue haciéndolo aún a riesgo de ser multado, ya que les interesa más pagar la sanción cuando son “pillados” que dejarlo. Mientras tanto,  la bajada en las ventas son ya superiores al 60% por el contrabando y se da la paradoja, como critican, de que recaudan para el Estado (el 80% del importe de una cajetilla va destinado al pago de impuestos) y, sin embargo, están  más abandonados que nunca por el Ejecutivo. No pueden manifestarse, ni cerrar en protesta, están atados de pies y manos.

 

A diferencia de lo que ocurre con otros ámbitos, como el alimentario, en  lo que respecta al tabaco, los estanqueros coinciden en la “complicidad” que ha encontrado esta práctica entre la sociedad, debido sobre todo por el contexto económico. “No está mal vista. La gente no es consciente de que nuestros productos pasan un consumo de Sanidad;  ¿qué pasa? que va a tener que haber una epidemia y se muerta gente para saber que lo que las sustancias que están consumiendo en este tabaco de contrabando son contraproducentes?”, lamentan.

 

Una sociedad ‘cómplice’ con esta práctica
A ello hay que sumar lo más importante, como denuncian, puesto que en los últimos años la mayoría se ha visto obligado a prescindir del personal y en la práctica es la familia la que está detrás del mostrador . “Tienen que tener en cuenta que el dinero que están dando es para las mafias y todo lo que hay detrás; nosotros somos recaudadores del Estado”, se queja otra estanquera.  Frente a esta “permisibilidad” los estanqueros se enfrentan a sanciones y expedientes “a la mínima” por parte de Hacienda, como le ocurrió hace unos años a uno de ellos por tener a la venta chicles en su mostrador para sus clientes. Tras el cierre del un estanco en San Enrique, en la ciudad la cifra de estos establecimientos está actualmente en cerca de 40,  de los poco más 300 que hay en la provincia.

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