“Así, alegre, divertido, disfrutando con sus compañeros de equipo y un espejo en el que seguro se han mirado muchos de los jugadores más pequeños del club, recordaremos en nuestros corazones a Álex, que en la madrugada de ayer se nos ha ido en un trágico accidente de tráfico junto a su novia. Jugador del club desde los siete años, toda una vida ligada al baloncesto”. Con este mensaje y una fotografía suya el Jaén Club Baloncesto despedía en su página de facebook a Alejandro Espinar y a su novia Natalia Barragán, que en la madrugada del viernes al sábado, perdieron la vida en un trágico accidente de coche.
Poco a poco, conforme la ciudad se enteraba del suceso, crecía la consternación y la tristeza. Las redes sociales ponían, con sus comentarios y despedidas, un crespón negro a un domingo gris, tras un negro sábado.
Alejandro Espinar tenía 20 años y Natalia Barragán, 18. Eran novios. El accidente, según las primeras investigaciones de la Policía Nacional recogidas por Europa Press, pudo haberse producido sobre la una y media de la madrugada del viernes al sábado. Los jóvenes bajaban por la carretera del Castillo y al llegar al cruce con la carretera de Circunvalación continuaron rectos y se precipitaron por el puente, cayendo diez metros e impactando contra el suelo de la calle Puerto Alto, en el barrio de El Almendral. No había frenazos y se desconocen los motivos del accidente. A pesar de que se baraja la una y media de la madrugada como posible hora del siniestro mortal, hasta las 5’15 de la mañana no se tuvo conocimiento. Nadie escuchó el fuerte impacto que tuvo que producir la caída de un turismo desde diez metros de altura. Pasadas las cinco de la mañana, un vecino alertó al Servicio de Emergencias del 112 del accidente, indicando que había dos personas dentro del vehículo.
Eran Alejandro Espinar y su novia Natalia Barragán. Él jugaba en el Jaén Club Baloncesto. Ella, al fútbol sala en el Martos FAF, en categoría regional. Las muestras de dolor se sucedieron durante todo el día de ayer y numerosos amigos acompañaron a la familia y a los jóvenes en el funeral que tuvo lugar en la iglesia de La Meced a las 10’30 de la mañana. Después, los restos de Alejandro y Natalia fueron incinerados. Los jóvenes eran muy conocidos y queridos en su barrio, La Glorieta. Los padres de Alejandro tenían una papelería frente al Camarín de Jesús y los de ella vivían junto al colegio Divino Maestro.