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La undécima calamidad bética tres años después

El conjunto bético consumó a falta de tres jornadas el descenso a Segunda tras una ruinosa temporada

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Se acabó lo que se daba. El Betis jugará la próxima campaña en la Segunda División del fútbol español de forma matemática en el descenso más triste que se recuerda en el beticismo.

La pérdida de categoría de la entidad verdiblanca en un año que se presumía muy ilusionante; derivó en una serie de altercados y protestas de una parte de la hinchada bética que pudieron ser contemplados con algunos futbolistas en la zona del parking del estadio a su salida, donde recibieron patadas en sus respectivos coches; lanzamientos de bengalas sobre el techo de dicho aparcamiento, amén de arrojar vallas y contenedores al asfalto ante la atenta intervención de la policía.

Al margen de los incidentes, en la desgraciada noticia que implica siempre un descenso, existen culpables que, por orden jerárquico; han hecho añicos un proyecto que parecía tener mimbres o visos de poder adquirir una importancia relevante con el paso del tiempo, pero que ya ha firmado su sentencia.

José Antonio Bosch Valero, el adalid de la coherencia y la rigurosidad acapara sin duda el papel protagonista de una gestión degenerativa hasta el punto de tener que dimitir de su cargo de administrador judicial del club, ahora ocupado por Francisco Estepa, que poco o nada ha aportado desde su posición desde que sustituyera a su antecesor.

Vlada Stosic, al mando de la secretaría técnica, tuvo de igual manera que abandonar el cargo tras perpetrarse uno de las plantillas más infames que se recuerdan; eso sí, con recursos limitados, si bien no demostró nunca capacidad.

A Miguel Guillén, le sobró en la presidencia un año, quizás siendo uno de los menos dañinos. Y así, tras ellos tres, los entrenadores y jugadores continúan la larga lista.

Pepe Mel y su contrato hasta 2017 rebajaron la exigencia de un técnico adorado por la inmensa mayoría de la afición verdiblanca. Después de su marcha, Juan Carlos Garrido consumó el descenso de forma virtual y Gabriel Calderón ya no pudo superar esa funesta y triste losa.

En cuanto a los jugadores, sólo queda decir que en muchos momentos del año, perdieron la dignidad. La crónica de una muerte anunciada.

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