El Domingo Rociero volvió ayer tras el parón que supuso el pasado año y lo hizo a lo grande, con una participación que no se veía desde hacía años.
Cientos de mujeres lucieron sus trajes rocieros, ofreciendo una malgama de estilos que iban desde lo más clásico a originales y atrevidos diseños. Lisos, de lunares, estampados. Una vez más, en la variedad estuvo el gusto.
Todo ello aderezado con elaborados peinados y bellos motivos florales. Un auténtico desfile de moda que dio cuenta, un año más, de la belleza de la mujer algecireña. También muchos hombres, en especial los caballistas, lucieron sus galas más rocieras para no desentonar con tanto aire por sevillanas.
El ferial comenzó a estar ambientado pasadas ya las dos de la tarde. Antes, los grupos, con especial presencia de gente joven, acudieron a establecimientos, tanto de la zona centro como de los aledaños del recinto ferial, para almorzar antes de comenzar una intensa tarde festiva. Como ya ocurriese la noche anterior, el ambiente en las calles del Real fue extraordinario, y los algecireños disfrutaron de la recuperación de una de las principales señas de identidad de los festejos. 
Una tradición que, en definitiva, vuelve para quedarse y que encandila, cada vez más, a los visitantes.