A las cinco y media de la tarde de ayer martes llegaba la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, al nuevo edificio de la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad de Cádiz en la localidad de Puerto Real, dispuesta a descorrer la cortinilla que dejaba paso a una placa conmemorativa como parte de la inauguración del ansiado centro universitario.
Dentro del edificio ya le esperaban, entre otros, el consejero de Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, el delegado de la Junta en Cádiz, Fernando López Gil, el delegado territorial de Empleo, José Manuel Miranda y la alcaldesa de Puerto Real, Maribel Peinado, pero a las puertas de la citada Escuela Superior de Ingeniería le esperaban los extrabajadores de Delphi, eso sí, con caras de menos amigos que los primeros.
Los extrabajadores de Delphi fueron algo más que puntuales. A las cuatro y media de la tarde ya estaban a las puertas del edificio con sus pancartas preparadas y el grito en la garganta. Cada coche oficial que entraba era objetivo de sus consignas y éstas a su vez iban dirigidas para increpar a la Junta de Andalucía, a Susana Díaz y al PSOE sobre todo, aunque ni el PP, ni Izquierda Unida se libraron de la ira que crece bajo la piel de estos extrabajadores que llevan más de siete años esperando una solución a su conflicto laboral, solución que pasa “por la Junta de Andalucía y por el PSOE, que fueron quienes firmaron el protocolo de acuerdo en su día”.
Este colectivo confíaba en que la presidenta tuviera “al menos cinco minutos” para recibir a una representación, que quiere plantearle la necesidad de articular medidas para solucionar el conflicto “de una vez por todas” y recordarle que, “como ella misma dijo, los acuerdos están para cumplirlos, gusten o no”. Pero al final, Susana Díaz no recibió a ninguna comitiva de extrabajadores.
Eso sí, la presidenta de la Junta se mostró orgullosa de poder inaugurar “una de las infraestructuras educativas más importantes de Andalucía”, sobre todo “en estos tiempos de dificultades económicas”, dando respuesta “a unas demandas y necesidades” que llevaban tiempo esperando, pero como ella misma dijo, “bien está lo que bien acaba”.