En 1608, un navío que comandaba el marino onubense Pedro Díaz se hundía frente al cabo de San Vicente (suroeste de Portugal) en medio de una tempestad, y comenzaba la leyenda de un barco que, cuatro siglos después, ha comenzado a ser sacado a la luz por un equipo de científicos internacional.
Se trata de una investigación iniciada la semana pasada, y que ha constatado, comparando los elementos de artillería del buque, que el barco hundido en la zona sobre el que se ha iniciado el complejo estudio sería el pecio del patache del onubense, que intentaba traficar con plata traída desde América cuando la tormenta detuvo para siempre su viaje.
La investigación ha podido sacar a la luz algunos de los elementos de la artillería del barco, un especie de mezcla entre un bergantín y una goleta, y se han comparado con los que Díaz llevaba en su barco en el momento del naufragio, lo que ha dado resultados positivos, según han dicho a Efe fuentes de la investigación, englobada en su conjunto en el denominado "Project Navío Pedro Díaz".
El proyecto para el estudio y localización de dicho navío nació de la colaboración entre el Institute of Nautical Archaeology de Estados Unidos, el Centro de História de Aquém e d'Além-Mar de la Universidade Nova de Lisboa y Universidade dos Acores, la Camara Municipal de Vila do Bispo, Subnauta y la Associacao Dinamika.
Por ello, desde hace unos días trabaja en la zona un equipo internacional de arqueólogos, fotógrafos y voluntarios, todos buceadores, con base en la playa de Baaleira, en un trabajo global denominado 'Projeto Navio de Pedro Dias'.
En concreto, el barco, dedicado al contrabando, había partido de Argentina y transportaba plata escondida en cajones de azúcar cuando fue sorprendido por una fuerte tempestad que le hundió en la también conocida como bahía de Martinhal.
Cuatro siglos después, el arqueólogo subacuático onubense Claudio Lozano, en una de sus frecuentes inmersiones, localizaba casualmente vestigios de una nave que podrían corresponder a dicha embarcación, y desde entonces hasta ahora han pasado casi seis años de tramitaciones, hasta que los buzos se han podido echar al agua.
Al investigador, que realizaba esta sesión de buceo junto a varios bomberos, uno onubense y dos portugueses, le llamó la atención la naturaleza de los restos hallados, que relacionó con la nave de Pedro Díaz, lo que puso en conocimiento de las autoridades lusas.
Desde entonces, se trata también de poner en valor la riqueza de la arqueología subacuática del lugar, debido a que esa zona, situada a la altura del municipio de Vila do Obispo, era utilizada como refugio por parte de muchas embarcaciones, por lo que estima que su fondo marino atesora restos de diversos naufragios.
La iniciativa está dirigida por los arqueólogos subacuáticos George Schwarz y Tiago Miguel Fraga, ambos con una vasta experiencia en este tipo de actividades, que quieren destacar que "supone un avance exponencial para el conocimiento de la construcción naval y la navegación del siglo XVII, por lo que, incluso, están organizando jornadas de puertas abiertas para que los amantes de la arqueología puedan ver en vivo como se están desarrollando los trabajos de los investigadores.
En la página oficial del proyecto se cuenta, de hecho, día a día como va todo, detallando, por ejemplo, lo complicado que fue llevar y ubicar durante dos días la draga que sirve como base hasta el punto exacto del naufragio, todo en base a profundizar más aún en lo visto a nivel de observadores cuando se inició la investigación, con muchos menos medios humanos y técnicos, el año pasado.