El Grupo Municipal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla ha hecho saber este miércoles al alcalde, Juan Espadas (PSOE), que renuncia al palco que tiene reservado en la carrera oficial de la Semana Santa de la capital, al considerar que este trato supone "un privilegio" frente al resto de la ciudadanía y que, además, "no debería existir en un estado aconfesional como el nuestro".
Desde el Grupo Municipal de Izquierda Unida recuerdan que no es la primera vez que rechazan algún tipo de prerrogativa vinculada a la condición de sus cargos públicos. Anteriormente, por ejemplo, los concejales de IU han devuelto las entradas de la temporada de conciertos del Teatro de la Maestranza o las invitaciones para asistir a distintos eventos deportivos de la ciudad.
Pero la decisión de no acudir al palco de Semana Santa responde también a una cuestión de "coherencia política", ya que IU siempre ha defendido la separación Iglesia-Estado y, en consecuencia, estima que los concejales del Ayuntamiento no deben participar como cargos públicos en los actos religiosos.
A finales del mes pasado, sin ir más lejos, Izquierda Unida elevaba una moción al pleno del Ayuntamiento para promover la laicidad en las instituciones públicas y, entre las medidas que proponía, figuraban el cese de las invitaciones que se hacen desde Alcaldía a diferentes actos religiosos y la reserva de palcos o espacios distinguidos para los grupos municipales en misas, procesiones o eventos de cualquier confesión.
Desde Izquierda Unida consideran que los concejales de un Ayuntamiento no deben tener, "por el mero hecho" de su condición de munícipes, un palco para disfrutar de las procesiones de Semana Santa. En este sentido, IU no sólo renuncia a los asientos que les corresponde en la carrera oficial, sino a administrar cualquier uso del palco. Y es que "no queremos terminar fomentando precisamente lo que pretendemos evitar", esto es, la vinculación existente en la actualidad entre la Corporación municipal y los asuntos religiosos.
IU recalca su "profundo respeto" a las tradiciones de la ciudad, pero subraya que en un estado aconfesional "las creencias individuales han de formar parte del ámbito privado" y que el Ayuntamiento no debería mezclar tanto su actividad y su funcionamiento con las cuestiones de fe y los credos religiosos.