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La deriva Podemos: De los círculos y el protagonismo ciudadano al control total del poder por Pablo Iglesias

En dos años, el espíritu fundacional ha sido marginado en la elección de las direcciones y en la configuración de las listas electorales

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  • Pablo Iglesias -

Podemos irrumpió hace poco más de dos años en el panorama político español como una "herramienta de participación ciudadana" cuyo objetivo era volver a poner las instituciones "al servicio de la gente". Tras cinco procesos electorales y una decena a nivel interno, el "movimiento" que pretendía diferenciarse de sus competidores de la "vieja política" funciona hoy como un partido al uso, basado en el fuerte liderazgo de su máximo dirigente, Pablo Iglesias.

   El movimiento político "horizontal" presentado públicamente en enero de 2014 se ha convertido en un partido jerarquizado, con diferentes niveles de organización a nivel estatal, autonómico y municipal, en el que los originarios "círculos" que sirvieron para dotar de bases a la formación desarrollan hoy un papel simbólico, sin apenas capacidad de decisión o acción, más allá de su influencia a nivel local.

   En la presentación de Podemos el 17 de enero de 2014, Iglesias -líder de facto del nuevo actor político-- aseguró que Podemos no sería "ni un partido, ni una candidatura ni un producto más en el supermercado electoral". "Es un método para el protagonismo ciudadano", defendió también aquel día el ahora secretario Político y número dos, Íñigo Errejón.

   A partir de ese momento, Podemos comenzó a tejer su estructura en torno a los llamados "círculos", pasando del millar de militantes que aportó Izquierda Anticapitalista --la formación que contribuyó a fundar Podemos y que hoy se ha transformado en la principal corriente crítica interna-- a contar con miles de seguidores en todo el país, que vieron en Podemos la materialización del 15-M y la oportunidad de participar activamente en política.

LA CARA DE IGLESIAS EN LAS PAPELETAS, PRIMERA POLÉMICA INTERNA

   Fue entonces también cuando la figura del hoy secretario general se convirtió en una pieza clave para ganar popularidad. De hecho, su cara fue el distintivo elegido por los fundadores de Podemos para identificar las papeletas en las europeas de mayo de 2014, su primera comparecencia ante las urnas.

   Esta fue una de las primeras decisiones de la cúpula que generó malestar en las recién nacidas bases de Podemos, ya que hubo quienes criticaron el excesivo protagonismo de Iglesias. "En Podemos sabemos que todas las decisiones son cuestionables (y criticables). Gracias a la crítica aprendemos todos los días", aseguró entonces el líder, avanzado el argumento que ha esgrimido la formación cada vez que las diferencias internas han aflorado: en Podemos no hay "problemas internos" sino "debates con luz y taquígrafos".

   La segunda polémica interna que vivió Podemos y que volvió a inclinar la balanza hacia Iglesias y los suyos frente a los círculos tuvo lugar tras las europeas, cuando la organización comenzó el proceso para constituirse como partido, a través de la elección del equipo encargado de organizar la asamblea fundacional convocada para otoño de ese año --la conocida Asamblea de Vistalegre--.

'LISTAS PLANCHA'

  La primera corriente crítica que nació en el seno del partido, encabezada por el círculo de Enfermeras, denunció entonces el sistema de listas cerradas elegido para el proceso, que pronto fue bautizado como las 'listas plachas'. Tampoco gustó la decisión de Iglesias de apadrinar uno de los equipos que concurrían al proceso, conformado por personas de su confianza.

   De hecho, el líder del equipo que apoyó y que ganó estas primeras primarias era Luis Alegre, hoy secretario general de Podemos en la Comunidad de Madrid, y cuya gestión provocó la salida de diez dirigentes regionales próximos a Errejón la semana pasada; una crisis territorial que ha llegado hasta la cúpula del partido, al destituir Iglesias al secretario de Organización, Sergio Pascual --mano derecha de Errejón-- por su "deficiente gestión".

CONSOLIDACIÓN DE LA CORRIENTE CRÍTICA, DEFENSORA DE LAS BASES

   En la citada Asamblea de Vistalegre de otoño de 2014 se agudizaron las diferencias internas sobre el modo de entender el partido, que se visualizaron en la competición protagonizada entre el equipo de Iglesias, Errejón, Alegre y otros cofundadores como Juan Carlos Monedero y Carolina Bescansa; y el grupo liderado por los entonces eurodiputados y hoy líderes autonómicos en Andalucía y Aragón, Teresa Rodríguez, y Pablo Echenique.

   Mientras que los primeros defendían un modelo de partido jerarquizado, que oficializaba la pérdida de poder efectivo de los círculos, los segundos apostaban por una estructura más horizontal, proponiendo incluso que en lugar de un secretario general hubiera tres.

   "Las elecciones no las gana un secretario general ni tres ni 100: las gana la gente y para eso la gente se tiene que empoderar y poder participar en la vida cotidiana de la organización", aseguró Teresa Rodríguez en aquella asamblea, en la que finalmente se impuso el modelo de Iglesias, quien un mes más tarde se convirtió oficialmente en secretario general del partido.

   A pesar de perder la batalla, el movimiento impulsado por Echenique y Rodríguez salió de la asamblea consolidado como la principal corriente crítica. De hecho, los 'Anticapitalistas', de donde procede la líder andaluza, siguen defendiendo hoy la necesidad de convertir Podemos en un "partido-movimiento amplio, de ruptura, de clase, pluralista, donde el poder venga de abajo y no de los aparatos".

   Además, los organizadores de Vistalegre volvieron a echar mano del sistema de las 'listas plancha' para elegir tanto los estatutos como los miembros de la nueva dirección, suscitando de nuevo fuertes críticas. A pesar de ello, el modelo de partido de Iglesias ganó el proceso y los elegidos por el secretario general coparon la nueva dirección, llamada Consejo Ciudadano.

   Lo mismo ocurrió en los procesos autonómicos y municipales que tuvieron lugar entre enero y marzo de 2015, en los que se volvieron a utilizar las 'listas plancha' y los dirigentes nacionales apadrinaron unas candidaturas frente a otras, que en su mayor parte resultaron ganadoras, con escasas excepciones como la de Aragón, donde asumió el liderazgo el crítico Pablo Echenique.

   Este proceso tuvo dos consecuencias: se consumó la pérdida de poder de los círculos en favor de las nuevas direcciones municipales y autonómicas, y la cúpula de Podemos, con Iglesias al frente, reforzó su poder orgánico.

   La progresiva pérdida de protagonismo de las bases fue uno de los desencadenantes de la primera gran crisis interna del partido: la dimisión como dirigente en abril de 2015 de Juan Carlos Monedero. El confundador dejó la cúpula del partido tras confesar su decepción por la deriva hacia la moderación y el alejamiento de la militancia, aunque también tras meses de polémica por los trabajos de asesoramiento que realizó para Venezuela y otros países latinoamericanos, y por los que facturó más de 400.000 euros.

DESCENSO DE LA PARTICIPACIÓN EN LOS PROCESOS INTERNOS

   Desde entonces, se han multiplicado los movimientos que piden recuperar ese espíritu y volver a dotar a Podemos de la que es, a su juicio, su esencia original: la participación de la ciudadanía. Una de las cuestiones que preocupa a estos movimientos es la cada vez más baja participación de la militancia en los procesos internos.

   Frente a los 107.488 que votaron en la elección de Iglesias como secretario general en noviembre de 2014, la participación en las primarias de julio de 2015 para configurar las candidaturas de las elecciones generales bajó hasta los 59.280 votantes; un momento en el que el censo de inscritos superaba ya los 380.000.

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