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Sevilla

El buque se hunde

Cultura ha dejado de aportar 2,6 millones a la ROSS, que se trata de compensar recortando el sueldo a los músicos

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  • La orquesta -

Suele decirse que el buque insignia de la cultura sevillana es un catamarán de doble casco, compuesto por un lado por el Teatro de la Maestranza y, por el otro, por la Real Orquesta Sinfónica (ROSS). Desde hace varios años el buque sufre tales vías de agua, provocadas por las Administraciones Públicas, las armadoras del mismo, que cada año se va hundiendo sin remedio un poco más, y la única medida que se les ocurre a aquéllas es tirar a la gerente del Teatro  y a los músicos de la Sinfónica por la borda, a ver si, con menos lastre, acaba enderezándose por sí mismo, una misión imposible sin inyección de nuevos recursos económicos.

El último ejemplo de esta (anti) política cultural, demostrativo de que los Poderes Públicos siguen considerando la cultura como una Cenicienta y pagadora de la crisis económica, ha sido la decisión del Consejo de Administración de la ROSS, sociedad participada a medias por el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía a través de la Consejería de Cultura, de rebajarle el sueldo en un 15% a los músicos (unos 8.000 euros anuales a cada uno) para compensar así las pérdidas que desde hace varios años lleva arrastrando la agrupación musical y que desde hace un trienio la han colocado en causa de disolución conforme a la legislación mercantil.

Circulo vicioso

Se ha entrado en un círculo vicioso y perverso, creado por la cada vez menor aportación económica de la Junta de Andalucía, la cual promete luego un desembolso extraordinario para evitar la quiebra de la orquesta. ¿No sería más fácil que cumpliera sus compromisos ordinarios en vez de intentar aparecer como salvadora del fuego provocado por ella misma?

Desde que tanto Zoido como Espadas normalizaron la situación del Ayuntamiento, éste ha venido aportando a la ROSS 3.048.000 euros anualmente. A la Consejería de Cultura, copartícipe al 50% en la orquesta, le corresponde una cantidad equivalente, pero en la práctica no hace más que rebajar su aportación, que ha oscilado entre los 2,6 y los 2,2 millones de euros en el último cuatrienio.

Así pues, sólo a partir de 2012 la Junta ha dejado de financiar a la Sinfónica con más de 2,6 millones de euros, por lo que pese a la contención de gastos en la orquesta (no se han cubierto dieciocho vacantes existentes en la plantilla), ésta acumulará al final del año en curso un déficit de 1,3 millones de euros.

La ROSS vive, pues, instalada en la precariedad de forma permanente y con sus músicos en un estado de ánimo fácil de comprender, por causa de la falta de compromiso de la Junta, la misma que pregona que Susana Díaz no hace recortes, sino sólo el Gobierno de Rajoy.

El  Ayuntamiento de Sevilla  ha tratado de justificar el tijeretazo salarial a los músicos con el argumento de la “situación de emergencia” en que se halla sumida la ROSS, y ha anunciado su disposición  a realizar modificaciones presupuestarias para inyectar fondos extraordinarios a la agrupación. En vez de exigir a la Junta que al menos aporte la cantidad que le corresponde como corresponsable de la ROSS, el Ayuntamiento, dócil con el Gobierno socialista andaluz, anuncia su intención de que sean los sevillanos quienes cubran el déficit que no les compete. ¿Haría lo mismo si el responsable del agujero fuera el Ejecutivo central, del PP?

En la otra parte del catamarán del buque insignia de la cultura sevillana, el Teatro de la Maestranza, la situación es aún peor y parece incluso una metáfora de este país llamado España: con un gobierno en funciones de la gerente, Remedios Navarro, para la que se busca sustituto desde el pasado mes de marzo y con un déficit disparado por la misma falta de compromiso de las cuatro Administraciones (Gobierno, Junta, Ayuntamiento y Diputación) presentes en el consorcio, las cuales pretenden que la Gerencia haga el milagro de los panes y los peces captando en un mercado local (la Sevilla de los 80.000 parados desde hace cuatro años y medio) esquilmado por la crisis los que ellas mismas dejan de aportar al Teatro.

Desde que estalló la crisis, las Administraciones Públicas han reducido su financiación al Maestranza en unos 21 millones de euros, por lo que el Presupuesto de la institución es actualmente un 53% menor (4.174.314 euros) que el que tenía hace un sexenio (8,7 millones de euros).

En estas condiciones, el Teatro podría acabar la actual temporada con un déficit cercano a los dos millones de euros, pese a lo cual ha mantenido un digno nivel artístico y una ocupación media de público superior al 92%, señal inequívoca de la respuesta de los sevillanos.

Discriminación

Mientras las Administraciones recetan para Sevilla que la Gerencia del Teatro capte recursos extraordinarios, no tienen reparo en librarlos para los grandes teatros de Madrid y de Barcelona, sin que en nuestro habitual conformismo aquí nadie ose rechistar.

El problema, especialmente con la Junta de Andalucía no es sólo que reduzca sus aportaciones al buque insignia de la cultura sevillana, sino que además las entrega con varios meses de retraso sobre el plazo previsto, con lo cual deja al Maestranza sin liquidez durante una temporada.

La opinión pública ignora que las Administraciones presentes en el consorcio tienen desde hace años la propuesta de creación de la Fundación Teatro de la Maestranza, en virtud de la cual los mecenas que contribuyeran a financiar sus actividades podrían gozar de desgravaciones fiscales, como las que Hacienda ha otorgado a las donaciones realizadas en favor del Instituto de España, la Reales Academias, el Museo del Prado, el Reina Sofía y otros museos y consorcios nacionales.

Sin embargo, ni el Gobierno, ni la Junta, ni el Ayuntamiento, ni la Diputación han dado hasta ahora luz verde a esta iniciativa. Así pues, ni aportan el dinero suficiente ni permiten que se creen las condiciones para que la sociedad civil contribuya a financiar al Maestranza y la Sinfónica en la misma medida que se hace en Francia y otros países de Occidente.
Es la política del perro del hortelano aplicada a la cultura.

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