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Martes 23/04/2024  

Andalucía

Seis generaciones de calentitos dicen adiós en Sevilla

Ángela Martínez Goyguro deja de hacer los calentitos en el Postigo emocionada y con el calor de sus incondicionales

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  • Ángela con dos amigas -

Igual que Dickens deja claro al inicio del "Cuento de Navidad" que Marley estaba muerto, porque era clave para la historia, Ángela Martínez Goyguro deja claro que lo que ella ha hecho durante 45 años son "calentitos, no churros", y a partir de ahí se emociona con todo lo vivido el día de su despedida.

Y es que este domingo ha cerrado en Sevilla la churrería, calentería para agradar a su propietaria, del Arco del Postigo, un negocio con seis generaciones por detrás que, curiosamente, nunca ha tenido nombre, "porque nunca nos lo planteamos, ya que todo el mundo lo conoce como el del Arco, y así se ha mantenido desde hace unos 150 años".

Lo de hoy en torno a su churrería solo se puede entender en una ciudad como Sevilla, amante de sus tradiciones y defensora de su cultura por encima de lo explicable, hasta el punto de que lo que hoy iba a ser una despedida popular de una churrería, ha sido toda una manifestación social, con la banda de música de Nuestra Señora de los Reyes y pasacalles desde el Ayuntamiento.

Cuando esta mañana el sol todavía no estaba por encima del Guadalquivir, Ángela ya había levantado la persiana de su negocio y a todo el que llegaba a comprar ya le decía lo mismo que luego repetía a Efe: "A ver, que yo no me jubilo, que me retiro. Que tengo muchas cosas por ver y no me veo a mí misma en casa haciendo croché".

De su despedida alertaron a principios de esta misma semana algunas personas en redes sociales lo que ha provocado hoy un colapso en la calle Arfe, muy cerca de la Catedral, para despedirla.

La palabra "Postigo" era una tendencia en Twitter poco antes del mediodía y muchos tuiteros afirmaban que sus churros (mejor, calentitos), son los mejores que han probado.

El rey Juan Carlos es uno de los que tuvo ocasión de probar los calentitos del Postigo, ya que cuando se alojaba en el Alcázar de Sevilla, enviaba ordenanzas para comprarlos.

Cuando el reloj marcaba las 11.30, Ángela se vio venir la movida, así que atendió a los últimos clientes, se colgó en el pecho la Medalla de Sevilla que recibió en 2014, y se preparó para llorar de emoción escuchando lo que decían de ella la gente que iba reuniendo, incluidos representantes de las cofradías que pasan por el Arco del Postigo en las procesiones de Semana Santa.

Una Semana Santa que, igual que la procesión del Corpus, podrá ver por primera vez.

Además de la historia de la calentería, Ángela explica el origen de su segundo apellidos, Goyguro, que procede de Torrelavega (Cantabria), de donde llegó hasta Sevilla su abuelo materno.

La quinta generación de su familia la comandó su tía Juana, que recibió la Medalla de Plata al Mérito al Trabajo que le entregó en Sevilla el entonces ministro Javier Arenas: "Mi tía decía que ella no cogía un tren ni para ir a Madrid, así que el ministro vino a Sevilla a ponerle la medalla", relata Ángela.

Todo en torno a Ángela huele a historia. Su padre le puso ese nombre por Santa Ángela de la Cruz, a la que conoció en persona, y la churrería fue itinerante hasta que en 1929, coincidiendo con la Exposición Iberoamericana, se ubicó junto al Arco del Postigo.

Ahora, su histórico local ha bajado la persiana, y el olor a churros desaparecerá poco a poco de la calle, aunque ese hueco en la pared ya tiene nuevo destino, ya que se convertirá en una oficina de atención al público de la empresa de autobuses turísticos City Sightseeing, un uso menos bucólico quizás, pero también relacionado con hacer a la gente la vida más agradable, ya sea desde el paladar o desde la vista.

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