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Cuando Spiderman decidió quedarse en Cádiz

Llevaba diez años visitando a los niños ingresados en el Puerta del Mar y ahora le piden un convenio de colaboración para que así cumpla la normativa

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Tener un corazón tan grande en la sociedad de estos días resulta cuanto menos curioso. Dar tu tiempo, tu dinero, tu vida por los demás sigue sorprendiendo al más solidario. Se llama Manolo y para él la Navidad nunca ha sido una fiesta feliz. Por eso, para tapar esa tristeza decidió disfrazarse y llevar la felicidad al que tenía más cerca y no lo estaba pasando bien.

Me quedaban cortas las mangas, se me veían los ojos. Solo verme ya provocaba las risas de los niños del hospital y de los propios padres

Manolo se dedicó en un primer momento, hace diez años –que se dicen pronto- a recaudar detalles, juguetes usados, que transformaran la Navidad en las casas donde las familias no tenían apenas para vivir. “Al no tener familia, para mí la Navidad lo único que hacía era entristecerme y de esta manera me sentía mucho mejor”. Empezó ayudando a dos o tres familias al año, pero a medida que pasaba el tiempo, la demanda era mayor.

 

En el Puerta del Mar.

Allá por 2006 empezó a trabajar de vigilante en el hospital Puerta del Mar. “Ver a la gente ingresada un día y otro. Cómo sufrían, me llegaba hasta el alma”. Recuerda -mientras cuenta su relato- cómo estuvo 14 años atendiendo a su abuelo que padecía una trombosis, entrando y saliendo del hospital. “Cualquier detalle que tenían con nosotros nos servía de ayuda, nos daba fuerzas para seguir adelante”, dice Manolo que demuestra una bondad infinita.

 Viendo que podía ayudar con esos “detalles” decidió comprarse un disfraz de Spiderman: “Me quedaban cortas las mangas, se me veían los ojos. Solo verme ya provocaba las risas de los niños del hospital y de los propios padres”. De ahí que con el paso del tiempo se convirtiera ya en un profesional de esta interpretación y acabara comprando un  traje de Spiderman en Londres que le costó, nada más y nada menos, que mil euros. No se considera el alma de la fiesta, pero solo viendo esas caras, cómo los niños tienen una sonrisa dibujada cuando él se va o que sus padres “te dicen que le has cambiado el día o te piden que los acompañes tras la rehabilitación o las curas”, no tiene precio.

Este papel, junto con el de Mickey Mouse o el Zorro, entre otros, se paseaba por los pasillos del Puerta del Mar pero con toda la prudencia, la intimidad y el control del personal que atendía a los pacientes. Más de diez años ha estado visitando a enfermos. Tiene anécdotas y vivencias que no son pagables con todo el oro del mundo. Y ahora está triste y pide una solución.

Desde la gerencia del hospital, de repente, le pidieron “de muy buenas maneras” que “hiciera las cosas bien y enviara una carta solicitando poder realizar esta labor, es decir, pidiendo autorización”. Le piden que forme parte de una asociación, una opción que Manolo no comparte porque ya obligan a ir “dos días por semana a una hora fija, y no cuando te lo pida un pequeño. Tú eres el que regalas a esos niños tu tiempo libre, en lugar de dedicarlo a otra cosa, decides dedicárselo a ellos, aunque entiendo que se tenga que controlar la entrada y salida de personas en el hospital. Mi labor no afecta al trabajo del personal del centro hospitalario porque yo me adapto a lo que me dicen en los controles y los propios familiares”. Estaría dispuesto hasta a pagar un seguro si hiciera falta con tal de seguir siendo el Spiderman del Puerta del Mar.

Se han puesto en contacto con él desde el Conservatorio, desde algunas asociaciones e incluso particulares que se ofrecen a crearle la asociación. Pero él busca otra solución para poder dar respuesta a las necesidades de quienes están ingresados.

Manolo también hace de Rey Mago y, en colaboración con la asociación de vecinos de Fuerte de San Lorenzo de Puntales, recoge y entrega juguetes a entre 15 y 20 familias, según explicaba la presidenta del colectivo vecinal, Pilar García, que manifestaba su desacuerdo con la postura del Puerta del Mar, cuando “le dejan entrar en otros hospitales de Andalucía”. Y todo lo hace por amor a los demás, incluso “costándole el dinero”.

El centro hospitalario insiste en que debe cumplir la normativa vigente y que debería hacerse a través de un convenio de colaboración.

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