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Un pregón de amor cofrade

Santiago Souvirón se declaró amante de la Semana Santa de Málaga desde el Cervantes y pidió ser 'altavoces' de la fe y la pasión

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  • SANTIAGO SOUVIRÓN, EN EL PREGÓN. -
  • "Porque siempre te echo de menos y ya siento que te estás marchando. Por eso te anhelo. Por entero. Semana Santa mía"

Por Málaga y desde el corazón. El periodista Santiago Souvirón  subió este sábado a las tablas del Teatro Cervantes de la capital para ser el pregonero de la Semana Santa de Málaga y lo hizo vertiendo un dechado de declaraciones de amor tanto a la ciudad como al mundo cofrade. Amor tierno, amor fraterno y amor del que duele porque es sincero. Souvirón introdujo su pregón con un extenso piropo a Málaga convertido en una declaración de amor en forma de misiva de un amante que se arma de valor para demostrar quién es la dueña de su corazón, que es otra que la tierra que lo vio nacer. Lo hoz con frases como estas: “No eres perfecta, lo sé, pero qué quieres que haga si hasta de tus errores más graves hace versos quien te llama. Te quiero porque me atas, te quiero porque me matas; desatado de locura, de pasión por tu Alcazaba, por El Calvario, Gibralfaro, Puerta Oscura, Capuchinos, Limonar… Que por seguirte me fui hasta donde Sacaba la Playa. Eres infinita, Málaga. Y aquí estoy, estaré siempre, embobado, anonadado, de rodillas y a tus pies. Por besarte hasta la falda del monte que te protege de mil curiosos que aspiran a comprender la locura que guardas. Esdrújula, Málaga”.

“Hoy os quiero contar la historia de un enamorado de la Semana Santa: mi historia, la tuya, la vuestra, la nuestra, la de todos”, fue la frase con la cita con la que el pregonero comenzó viaje por los recuerdos que se guardan en el ama para siempre, los primeros Domingos de Ramos, las vivencias de la infancia… Y valiéndose de esto fue recorriendo las hermandades de Málaga con guiños muy especiales a las corporaciones cercanas a él. El profundo mensaje humano y la gran carga emocional del mensaje se plasmó también con alabanzas a la ausencia de ‘postureos’ cuando de verdadera fe se trata, a los que confían en sus creencias como remedio final a todos los males, un reconocimiento a “esos cofrades, los que no buscan reconocimientos ni homenajes, los que nos dan lecciones con hechos, los de la penitencia diaria, los de la fe ciega y a veces desesperada, esos que no buscan nada más que una respuesta de quien solo puede darla son la verdad de la Semana Santa”.

 


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En sus palabras que, en parte estuvieron dedicas a sus padres no faltó espacio para recalcar la importancia de la herencia sensorial y del relevo generacional; enseñar  y pasar de generación en generación la tradición no escrita  de las costumbres: “No hay mejor hemeroteca, mejor archivo, documentación o legado en el mundo cofrade que un padre al que le brillen los ojos mientras cuenta con entusiasmo las emociones que él vivió y sintió y las comparte con aquellos a los que más quiere”.

Uno de los más momentos más aplausidos por el respetable,que interrumpió al pregonero con sus palmas en más de una decena de ocasiones, fue cuando pidió a los hombres de trono que una vez dejen el varal cojan un cirio y se hagan nazarenos.

Reconocía Santiago Sourbirón en los días previos al pregón que su mensaje era que los cofrades tenían que tener clara su razón de ser y en ese mismo discurso basó la parte final de su intervención: “Salid a la calle a rezar sin complejos. Desde un balcón, desde una silla, en unencierro, en una salida, en cualquier rincón o en cualquier momento. Rezad bajo la penitencia del hábito nazareno, en el esfuerzo colectivo del varal, en cada nota de los instrumentos, con cada color que salga del pincel, con cada cincelado o golpe de gubia, rezad en cada flor y cada alfiler que salga de vuestras manos. Salid a expresar vuestros sentimientos sin miedos y con la libertad que os dicte vuestrocorazón. Ahora. Es ahora cuando ya no podemos dudar, cuando no podemos mirar para otro lado, cuando tenemos que ir todos a una y defender lo que verdaderamente nos une".

Como el amor fue el motor de sus palabras con el amor a su Semana Santa se despidió: “Porque te estábamos esperando. Porque siempre te echo de menos y ya siento que te estás marchando. Por eso te anhelo. Por entero. Semana Santa mía. De mi alma. De este teatro entero. De un pueblo que te aguarda en un sueño verdadero. Ya llegas y me muero. Y muero porque te quiero”.

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