Sevilla tiene un color especial”, cantan Los Del Río. Pues bien, por primera vez en la historia, el Plan Estatal de Vivienda incluye ayudas para la reforma interior de los inmuebles, no sólo para la rehabilitación de los edificios, por lo que ese color podría conservarse si la Junta de Andalucía -que participa en la cofinanciación del plan como competente en la materia- facilita el acceso directo de los hogares andaluces a estos fondos, que en su gran mayoría irán destinados al alquiler y conservación de las viviendas.
En el caso de Andalucía se financiarán subvenciones por un importe superior a los 320 millones de euros. Y de ellos, 247 millones procederán del Ministerio de Fomento, mientras que la Junta asumirá los 74 millones restantes. En cualquier caso, unos 2,3 millones de viviendas en Andalucía de las más de 4,4 millones que integran el parque inmobiliario pueden beneficiarse de las ayudas del Plan Estatal. Es decir, podrían aprovecharlas más del 52% de las casas andaluzas, en las que las obras de mejora y conservación lograrían que sus habitantes disfrutaran de una mayor calidad de vida al poder modernizar y optimizar los hogares en prestaciones como accesibilidad, ahorro energético, confort acústico, seguridad…
Estas ayudas, tal y como recoge el Plan, ya están aprobadas para los cuatro próximos años. Y a ellas podrían acogerse todos los propietarios de viviendas habituales, independientemente de que sean unifamiliares o colectivas, que hayan sido finalizadas antes de 1996. En este sentido, en un momento en el que las primeras viviendas del último boom inmobiliario empiezan a llegar a la mayoría de edad y en el que el envejecimiento del parque avanza un alarmante ritmo del 3,3% anual, estos fondos no sólo contribuirán a mejorar las condiciones de vida de quienes las habitan sino que ayudarán a rejuvenecer un parque en el que la mitad de las viviendas de todas las comunidades autónomas tienen más de 40 años y se han construido bajo criterios de baja calidad.
Las ayudas, asimismo, generarán un efecto psicológico que animará a incrementar el gasto en reformas por encima de los 802 euros que, de media, gastó cada hogar andaluz en 2016, por debajo de los 829 euros que desembolsó cada hogar en España. Y ese mayor gasto, a su vez, podría alentar el despegue de un sector tan crucial para la construcción en España, ya que copa en torno al 80% de la actividad. De igual modo, teniendo en cuenta que por cada puesto de trabajo en obra nueva se generan 1,5 en reformas, el mayor dinamismo que lleva aparejado la entrada en vigor de este Plan serviría para apuntalar la recuperación de la economía y del mercado laboral, así como para revalorizar en torno a un 20% el valor de los inmuebles que sean reformados.
Pero para que estas ayudas sean finalistas y puedan ser aprovechadas eficazmente por los hogares que reúnan los requisitos, la Junta de Andalucía debe dejar el plan abierto para no limitar las subvenciones disponibles para las reformas en el interior de las casas y esforzarse e invertir esfuerzos en simplificar la burocracia existente para el acceso a la gestión de los fondos, de manera que sean fáciles de ejecutar y dispongan de mecanismos de garantías seguros, pero simples. En otras palabras, tiene que eliminar tantas trabas administrativas como puedan y limar todas las asperezas con opciones de torpedear o disuadir a los ciudadanos a la hora de solicitar las ayudas.
El dinero público es de todos, pese a las restricciones presupuestarias. De ahí, la importancia de maximizar el rendimiento de los recursos que el Ministerio de Fomento pone a disposición de los ciudadanos a título individual. Porque sí, Sevilla tiene un color especial. Pero si mejorara el estado de sus viviendas y edificios, como pretende el nuevo Plan Estatal, siempre seguirá teniendo su duende, oliendo a azahar, tan cariñosa, gitana, morena y hermosa.