Una vez más compruebo que la marca España, y en este caso concreto la marca Andalucía, sigue unida a la sangre de los toros, al maltrato y el abandono que impone la caz.
Menos de un 2% de la población vive de la caza. Las cifras cantan. Y si nos vamos a alguna de las “servicios” vinculados a la caza, como es la taxidermia, pues parece que nos remontamos a la época de los Paradores de Turismo llenos de cornamentas de ciervos y cabezas de jabalíes, a la España casposLa Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible planifica reforzar el sector cinegético; por supuesto, ni se plantea reforzar medidas de protección a los perros de caza, pobres y desgraciados perros de caza, ni de exigir garantías de bienestar a los rehaleros, ni un registro de rehalas al empezar y terminar la temporada de caza. La empatía que demuestra la señora consejera hacia el sufrimiento de los perros de caza es nula o tal vez esté condicionada por las exigencias de VOX.
Tal vez nunca haya visto los ojos de esos perros de rehala encerrados, tal vez nunca haya recogido un perro de caza caquésico y lleno de garrapatas, tal vez nunca haya parado su coche para recoger un podenco atropellado, tal vez nunca haya rescatado de un contenedor de basura una perra de caza ciega, tirada allí por un cazador, con su chip que así lo acreditaba, tal vez nunca haya tenido en sus manos los cuerpecitos fríos y muertos de lactantes metidos en una bolsa de basura y digo tal vez, porque si lo hubiese hecho, ahora mismo, no tendría que sentirme tan indignada ante semejante noticia.
Pero lo que más me indigna, es que, además, piensen que somos tontos: mire usted, señora consejera y sus aconsejantes, la caza da los puestos de trabajo que da, no llena la España vaciada, ni desarrolla el mundo rural. Nunca una cacería de perdices ha creado otra cosa que empleos muy temporales en los cotos que manejan los de siempre; los que no necesitan puestos de trabajo porque otros trabajan para ellos y porque viven a costa del sufrimiento y la muerte de los animales.
Menos de un 2% de la población vive de la caza. Las cifras cantan. Y si nos vamos a alguna de las “servicios” vinculados a la caza, como es la taxidermia, pues parece que nos remontamos a la época de los Paradores de Turismo llenos de cornamentas de ciervos y cabezas de jabalíes, a la España casposa, dejando de lado el indiscutible mal gusto de tener un cadáver momificado colgado en la pared de tu casa.
Y todo ese refuerzo de la caza, supone redoblar el ya inmenso trabajo de los miles de voluntarios de las protectoras y refugios que nos dejamos la piel en salvar los perros desechados, abandonados, ahorcados, pagando gasolina, piensos, vacunas, operaciones, potenciado por tanto puestos de trabajo indirectos, pero claro, esos puestos de trabajo y esos voluntarios no contamos, no hay que protegernos, no hay que potenciar una Andalucía moderna, que no esté, junto con Castilla y León a la cabeza del maltrato y del abandono.
Aparte, claro, supongo que la Consejería se planteará la limpieza de los campos andaluces del plomo y de los cartuchos; se planteará también cerrar las granjas donde se crían jabalíes que se sueltan para dar a conocer la gran labor de ecologismo y naturaleza que hacen los cazadores impidiendo que destrocen los cultivos; se planteará también que los lobos son los depredadores naturales y que la caza se los ha cargado, por eso existe ese desequilibrio, porque la caza no equilibra, la caza mata y contamina.
Vamos a dejar ya de dar por cierto que la caza preserva los territorios naturales, porque no es cierto. La caza lo único que hace es llenar esos espacios naturales de cartuchos, de plomo y de perros abandonados; vamos que los cazadores ‘son una especie de hermanitas de la caridad ecologistas, que su único fin es preservar la naturaleza y mantener los espacios naturales’.
Hay una gran cantidad de andaluces que no cazamos ni estamos de acuerdo en que se cace y menos con perros; si quieren cazar conejos, que corran detrás de ellos, y si son perdices, que aprendan a volar; eso sí que es deporte, porque mandar un perro a que mate o cobre la pieza que un cazador ha matado con un rifle sentadito en su sillita, es poco deportivo.
Se habla de diálogo, pero solo con los cazadores, habla de un Comité de Caza de Andalucía y me pregunto: ¿Para cuándo un diálogo con los refugios y protectoras, con las asociaciones dedicadas a salvar las vidas de tantos animales maltratados? ¿Para cuándo un Comité de Bienestar Animal?.
Leer que quieren declarar las rehalas y monterías como BIC, cuando hablamos de lo que trae aparejada toda esa sangrienta actividad, duele en el alma y tienes que bucear en tu interior para seguir avanzando y no dejar que el desánimo te invada, y recordar que “a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”.
Carmen Manzano
Presidenta de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga