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San Fernando

Que no haya que contar un cadáver más en el patrimonio de La Isla

Una comisión formada por ciudadanos de San Fernando busca los medios para restaurar la ermita del Cerro en grave riesgo de derrumbe.

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En la ciudad se clama por la Casa Lazaga, por la antigua de la Cruz Roja, por tantas edificaciones que fueron paradigma de lo que era La Isla que se transformaron unas veces en algo parecido y otras en edificios modernos que durante la segunda mitad del siglo pasado cambiaron el centro la ciudad. Pero siempre el centro de la ciudad.    

Hasta la capilla del Cristo estuvo a punto de desaparecer y si hoy aparece reconstruida hasta un ateo tendría que reconocer que con lo que se sufrió para terminar las obras, alguna mediación divina tuvo que haber. Si no, no se entiende coómo sortearon tantas zancadillas de unos y de otros.    

Si eso ocurre en el centro de La Isla con edificios emblemáticos que no pasa en la periferia con aquellos edificios que además o pertenecen a Administraciones que ni los usan ni quieren conservarlos a pesar de la tradición que encierra, o pertenecen al pueblo pero con escrituras en el Obispado.    

Es el caso este último de la ermira del Cerro de los Mártires, otrora cita obligada en el mes de octubre pero lista para que cualquier pudiera subir al cerro para deleitarse con las vistas o para rezar n contadas ocasiones en que estuviera abierta.    

El desuso es el peor enemigo que puede tener un edificio y en la ermita del Cerro se dan todos los condicionantes para un deterioro progresivo. Si a eso se le unen males mayores, patologías estructurales que finalmente han hecho que se muevan ciudadanos de La Isla para poder salvar el edificio, al menos hay una esperanza. Otros no han corrido la misma suerte.

La situación actual

Allí, según el parte facultativo del arquitecto José María Cano Valero, se unen dos circunstancias esenciales para que se encuentre en malas condiciones. Primero el desuso precisamente por su mal estado y luego el empeoramiento del estado por otros problemas mayores que precisan de una actuación urgente para salvarlo.    

Tras una visita al edificio se ha comprobado la existencia de grietas, situadas tanto en los muros de la fachada como en la bóveda de cubierta.    

Además existen grietas en el suelo paralelas al muro sur. Éstas se encuentran situadas, tanto en el exterior ( grieta situada en el acerado), como en el interior (grieta en la solería interior).    

También se comprueba la existencia de testigos de yeso colocados en puntos estratégicos de las grietas, los cuales se encuentran en una mayoría despegados, por lo que no se puede comprobar su eficacia.    

Estas patologías observadas son debidas a dos causas principales. Primero, que existe un claro fallo en la cimentación del muro sur, unido a un movimiento o desplazamiento de tierras que ha producido la apertura de la grieta del acerado exterior y la grieta interior de la solería.    

Todo este movimiento de las tierras, unido seguramente a una cimentación deficiente ha podido producir un ligero desplazamiento del muro, lo que ha producido algunas de las fisuras.    

Por otra parte, gran parte de las fisuras existentes en la bóveda y a la altura del zuncho de hormigón armado que sirve de apoyo a la citada bóveda sobre el muro perimetral, son debidas a la oxidación de los hierros del hormigón armado, debido a la falta de protección del mismo y a la baja calidad del acero empleado en la época de la construcción del mismo.

Un presupuesto cerrado

Por otra parte, del análisis de la sección del edificio se desprende la existencia de problemas de humedades debido a la existencia de un canal en la cubierta en la zona que sirve de unión entre la bóveda y el muro.    

En este canal es normal que se depositen ramas, polvo y deposiciones de aves que originan el atasco del mismo, sirviendo como una zona de acumulación de aguas, que termina por acceder al hormigón del zuncho y de la base de la bóveda, originando la oxidación del mismo, justamente en la base de apoyo de la bóveda sobre el muro.    

Por tanto es necesario y urgente realizar trabajos de reparación de los problemas y eso tiene un coste que asciende a 124.569 euros con el IVA incluido. Si se le une la reparación del entorno de la ermita la cantidad sube a los 140.000 euros. Y además hay que restaurar las imágenes de San Servando y San German.      

La parte buena en todo esto, salvo buen fin, es que hay una comisión para intentar poner en marcha las obras a través de donaciones que pueden ser de muchos tipos, tanto personales como de empresas y obviamente, contando con el visto bueno del Obispado que es el fin y al cabo el propietario de la ermita.    

Si llega ese dinero en efectivo o en materiales, las previsión es que las obras comiencen en el mes de agosto y estén finalizadas para la celebración de la fiesta del Cerro.    

La alcaldesa de San Fernando tiene contancia de los esfuerzos que se están haciendo y recibió a la comisión formada por José Luis Sordo, Paqui Borrego, Elena Martínez Rodríguez de Lema, José María Cano y el vicario parroquial del Buen Pastor, el sacerdote AdolfoSastre.

Las cuentas claras

Se sabe de la reunión pero no de las conclusiones, aunque hasta Izquierda Unida, aunque en tiempos electorales, se ha mostrado a favor de la rehabilitación, aunque sea por salvar el patrimonio de la ciudad. Cada uno en los límites de sus creencias.    

Pero como se decía, la buena noticia es que en este caso hay gente interesada en salvar la ermita, personas que independientemente de sus creencias son profesionales en la materia y además llevan en la mochila de sus vidas el recuerdo de lo que significó la Fiesta del Cerro hace años, antes de que las costumbres cambiaran. Por explicarlo de alguna manera.    

Las cuentas, además, están claras. La comisión para reconstruir la ermita del Cerro ha difundido un estudio que abarca desde la historia de los santos que se veneran en ella y que son copatronos de la ciudad, hasta las patologías del edificio, las restauraciones necesarias y las partidas para cada uno de los trabajos que se realizarán. Al céntimo. E independientemente de la recuperación de la ermita, latradición también es un valor de un pueblo que no se puede perder.    

Como dice María Elena Martínez en el dossier que la ha distribuido la comisión, “nuestras numerosas administraciones, Junta de Andalucía, Diputación, Ayuntamiento, juntamente con el Obispado y la obra cultural de los Bancos, los particulares, etc., debemos unirnos para conseguir que la ermita del Cerro de los Mártires y su entorno no caigan en el olvido, se conserven en un estado digno que atraiga al público en general, y pase a las generaciones futuras con el esplendor que se merece y que tanto destacó anteriormente”.    

Lo dicho. Que no haya que contar un cadáver más en el patrimonio de La Isla.

Breve historia de la tradición que cumple 400 años

 Las primeras referencias a San Servando y San Germán se remontan al siglo VII en el Pasionario Hispánico, y todo parece indicar que fueron dos hermanos nacidos dentro de una numerosa familia en Emerita Augusta (Mérida) o relacionados con ella, y denunciados por predicar su fe cristiana durante la persecución decretada por el emperador Díocleclano.

Se les ha representado siempre como soldados romanos, por lo que podrían haber pertenecido a la Legio VII Gemina. Sus padres fueron Nonia y Publio Elio Marcelo, también mártir cristiano, siempre según esta misma fuente, que tenía el grado de centurión en la mencionada legión romana.

(...) Obviando todos los interrogantes que estos datos representan para historiadores e investigadores, lo realmente importante es que estamos celebrando el IV centenario de una tradición que, aun siendo anterior, tomó relevancia en el siglo XVII, cuando estos santos, también patronos de la diócesis de Cádiz, se convirtieron en patronos de esta misma ciudad, gracias a la Bula que firmó el Papa Paulo V, concediendo el jubileo para su festividad, y declarando canónico su patronato para la ciudad de Cádiz y Mérida, el día 23 de octubre de 1619. Hasta 1769 fueron considerados también patronos de la Isla de León. (...)

A partir de 1766, cuando se constituyó en la Isla un Ayuntamiento independiente de Cádiz, a pesar de que los isleños iniciaron los trámites para instituir como patrón a San José, los santos Servando y Germán siguieron siendo siempre copatronos y fue en San Fernando donde su culto se afianzó, y donde todos los años cada 23 de octubre se continuó celebrando la romería, como explica María Elena Martínez Rodríguez de Lema en el documento.

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