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Doce voces en primera línea de batalla contra el coronavirus

Una auxiliar de la UCI, un farmacéutico, una empleada de supermercado, un policía y así hasta 12 testimonios en primera persona sobre la crisis del Covid-19

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Tatiana Chagoyen, médico y enferma de fibrosis quística está entre los grupos de riesgo.

Sanitarios del Hospital de Jerez tras recibir una donación de mascarillas.

Antonio Montesinos, vigilante de seguridad.

La crisis sanitaria tiene confinado a todo el país en sus casas salvo al personal de los servicios esenciales. Entre ellos encontramos a sanitarios, empleados de supermercados, mensajeros-repartidores, miembros de los cuerpos de seguridad, vigilantes, funcionarios de prisiones... A todos ellos van dirigidos todos los días los aplausos de la ciudadanía desde sus balcones. Un gesto que les emociona y agradecen y que alivia, en cierta medida, el miedo a ser contagiados con el que conviven día a día. Su denuncia además es generalizada: carecen de equipos de protección pese a estar en la calle o en contacto con mucha gente. En este reportaje recogemos testimonios en primera persona de cómo sobrellevan esta situación excepcional en la que muchos de ellos tienen que hacer casi de terapeutas para calmar a la población. En el otro lado están los grupos de riesgo con los que también hemos conversado, como es el caso de Tatiana Chagoyen, conocida por su vídeo viral sobre las donaciones de órganos. Es médico, está de baja, y tiene fibrosis quística. Lleva casi dos años esperando un trasplante de pulmones. También hablamos con una paciente oncológica a punto de terminar la quimioterapia y a quien le aterroriza la idea de coger el virus.

 

TATIANA CHAGOYEN | ENFERMA DE FIBROSIS QUÍSTICA

“Ya estuve un año y medio encerrada. Esto no nos ha supuesto una tortura”

Tatiana, de 32 años, sabe bien lo que es estar en casa aislada y con tratamiento intravenoso por la fibrosis quística que padece desde que era niña. Hay pocos jerezanos que a estas alturas no conozcan su caso y su mensaje para concienciar sobre la importancia de donar órganos. En 2018 todo se le complicó y se llevó un año y medio sin poder salir de casa. Desde entonces lleva sus gafas nasales las 24 horas del día para recibir oxígeno mientras llega su trasplante bipulmonar. Está entre los colectivos de riesgo pero es tajante cuando se le pregunta si teme tener problemas.

“No tengo miedo. Soy médico pero no soy una superwoman, tengo una preocupación dentro de lo normal, pero no voy a crear una histeria, ya estaba así antes; podría haber fallecido antes”, señala. Con la puerta “cerrada a cal y canto”, salvo para recibir los repartos de los supermercados, está aprovechando este confinamiento para estudiar y asesorar a sus colegas. Es médico especialista en medicina del trabajo y en estos días trata de animar y asesorar a todos en su canal de youtube con consejos prácticos para sobrellevar mejor esta situación excepcional. Lo hace sin perder la sonrisa y realizando vídeos sobre la higiene de manos, con soluciones caseras para hacer geles hidroalcohólicos o sobre los EPI (Equipos de Protección), que es el que más visualizaciones tiene. También sube su rutina de ejercicio físico.

“Para mí esto es que tenemos es el pan de cada día. No está siendo una tortura. Mis vecinos cuando salen a sacar la basura o a aplaudir me dicen: cómo te entendemos ahora. Pero es que yo he estado confinada con una enfermedad. Estuve un año y medio encerrada y ahora que estaba más estable y salía un poco, llega el coronavirus. Esto para mí y para mi novio es pan comido. Estamos acostumbrados, no nos ha supuesto una tortura”.

PACIENTE ONCOLÓGICA

“Me levanto todas las mañanas deseando que acabe el día; es una locura. Tengo miedo de ir a darme la quimioterapia y me da miedo coger el coronavirus y tener que ingresar”

Los pacientes oncológicos en tratamiento activo con quimioterapia están entre los considerados grupos de riesgo al ser especialmente vulnerables por su sistema inmunitario. Por eso, en las últimas semanas, los profesionales médicos han procurado que pisen el menor tiempo posible el hospital y han recurrido al teléfono para revisiones y para dar los resultados de la analítica. De esta manera, evitan que tengan que esperar in situ. Ahora van directamente a la sala de tratamiento y solos.

Pese a ello, es inevitable que tengan miedo. “Me levanto todas las mañanas deseando que acabe el día; es una locura, tengo miedo a ir a darme la quimioterapia, y me da miedo coger el coronavirus y tener que ingresar”, señala a este periódico una paciente oncológica que esta semana tiene su última sesión de quimioterapia. Todo saldrá bien. 

 

MARÍA ARBOLEDA (Le queda un mes para ser mamá) 

“Me preocupa cómo estará todo cuando dé a luz, si lo voy a tener en medio de un pasillo”

A María le queda un mes para convertirse en mamá. Es su primer embarazo y no ha estado exento de complicaciones. Tuvo que guardar reposo absoluto después de haber ido a Urgencias en varias ocasiones. Ahora entra en pánico sólo de pensar que tenga que volver allí. La crisis sanitaria por el coronavirus le ha pillado en plena recta final. Ahora “mi mayor preocupación es ir a consulta”, reconoce, sin ocultar su miedo a tener que ir esta semana al Hospital de Jerez para hacerse la ecografía de las 34 semanas. Pensaba -y en el fondo deseaba- que se la iban a suspender, pero le han dicho que es una prueba importante. Las preguntas son inevitables.

“Me preocupa cómo va a estar el sistema cuando vaya a dar a luz; si voy a tener camas; si lo voy a tener en medio de un pasillo;  si hay complicaciones; si habrá medios suficientes para atender alguna complicación; cómo estará la curva cuando yo llegue, ¿estará descendiendo?”. “Estoy pensando en ponerme como un astronauta por el hospital porque voy a un foco de contagio”, bromea, aunque también se ha informado por ginecólogos de otros partos que ha habido  e incluso de una cesárea programada de una mujer con coronavirus que fue bien. “Me han dicho que esté tranquila, que los quirófanos de maternidad funcionan por ahora”.

 

AUXILIAR DE ENFERMERÍA EN LA UCI DEL HOSPITAL DE JEREZ

“No me siento héroe de nada porque yo estoy haciendo mi trabajo”

A verlas venir. Así trabajan en la UCI del Hospital de Jerez, mentalizados en que el pico de casos está aún por llegar. “Ahora empiezan a salir los infectados. Si se ha estado incubando, esto tarda y lo vas transmitiendo sin saber cuándo lo has pegado. Aquí en la UCI hay 17 camas y abarcamos a mucha población”, señala una auxiliar de enfermería.  Están prevenidos y hay otras zonas preparadas por si hubiese que habilitar espacios.

Pero la preocupación por la falta de medios siempre está presente, aunque ahora mismo se sientan “privilegiados” por tenerlos “bajo llave, apuntado todo y firmando” pero “no sabemos dentro de un mes cómo estaremos. “Cuando estos enfermos empeoran hay que entubarlos y se necesitan respiradores, y hay veintitantas camas pero no veintitantos respiradores”. Aprovechan los momentos de “tranquilidad” para “ensayar mucho” cómo colocarse y quitarse el EPI; “lo malo que tiene es que te contagias muy rápidamente al desvestirte y procuramos que siempre haya alguien mirándote para ir sobrados si esto se llena”.

Emocionada por las muestras de cariño, dice que “no me siento héroe de nada, porque yo estoy haciendo mi trabajo”. Eso sí, reconoce que el personal sanitario “nos vemos muy machacado siempre, muy poco valorado” y “ha tenido que pasar esto para que se dé cuenta que aquí estamos, que seguimos viniendo y expuestos a contagiarnos.

 

ABEL ALFARO | FARMACÉUTICO

“A la farmacia viene mucha gente llorando para que le calmemos; no se fían de lo que les cuentan”

Abel, farmacéutico jerezano, lleva tres años en la farmacia de la barriada portuense de Las Nieves. Conoce a su clientela, la misma que ahora necesita que le calme y le dé la tranquilidad que no encuentran en las noticias. Su labor, además de dispensar los medicamentos y, en los pocos huecos libres que tiene, buscar mascarillas en las distribuidoras, tiene también un componente terapéutico.

“Viene mucha gente llorando para que le calmemos; confían en nosotros; en el gesto que le hagamos; quieren captar la magnitud del tema en quien confían. Los que más son mayores, pero también viene gente con niños, con mucha inseguridad que no se fía de lo que les cuentan”. En el fondo, afirma, casi esperan que les diga “que no pasa nada; que hay un decreto de alarma y que si cumplimos, nos va a ir bien. Pero vamos, si yo tengo miedo -continúa- no van a tenerlo los que no se dedican a esto; tengo dos padres mayores, niños pequeños, tengo problemas de cardiología; hay mucha gente que se está portando muy bien, pero hay gente que no, que no cumple estado de alarma”, señala.

De hecho, él mismo riñe a los que conoce de más tiempo para que se lleven las seis o siete recetas y no dosifiquen para utilizarlo como excusa para salir más días a la semana.  “Aquí vienen personas todos los días con la excusa de que tienen que bajar a comprar el pan”. Pese a todo, Abel intenta animar a la gente en medio de “este desastre”.

 

EMPLEADA DE UN SUPERMERCADO

“La gente ha estado muy agresiva e insolidaria. ¿Sabes lo que es vender 1.000 kilos de carne en una hora?”

Los supermercados tuvieron la pasada semana una avalancha de clientes. Un situación que se mantuvo los primeros días tras el decreto del estado de alarma. Para la gran mayoría de los trabajadores de estos establecimientos fue una “pesadilla”. Estas últimas jornadas, ya con todo un poco más tranquilo, y en las que se controla la entrada y el aforo de clientes, están un poco más aliviados, pero reconocen que la pasada fue “la peor semana de mi vida”. Hablamos con una cajera de un supermercado, que todavía se echa las manos a la cabeza al contar lo que ha vivido. “En el desayuno los compañeros llorábamos. ¿Tú sabes lo que es llegar y ver a las siete de la mañana ya colas de personas esperando? Además, la gente estaba como si se fuera a acabar el mundo y muy agresiva. Había poca solidaridad, había quien se llevaba el carro del otro cuando veía que tenía cosas que él no encontraba. Lo pasamos muy mal, teníamos ansiedad. ¿Sabes lo que es vender 1.000 kilos de carne en una hora? Te ves vulnerable a la hora  de coger el virus con tanta gente, por mucho cuidado que tengas la distancia en la caja es la que hay. Desde el lunes tenemos mascarillas y guantes, pero la semana pasada estuvimos juntos mucha gente. A ver cuando empezamos a caer... Trabajando no lo piensas, pero sí lo haces cuando llegas a casa, y ves a tus niños, o tienes que dejarles los mandados a tu madre mayor en la ventana”.

 

JOSÉ CRUZ | MENSAJERO-REPARTIDOR

“Ahora es todo muy frío, pero a esa persona que le llevas el paquete le das una alegría”

José Cruz trabaja como mensajero en Al. Express, una empresa de transporte y mensajería de Cádiz. La actividad se ha resentido, pero pese a todo siguen al pie del cañón, y llevando paquetes a domicilio que ahora no son de primera necesidad. Hablamos de pedidos por la venta online de Zara, Mango, Amazon o El Corte Inglés, que siguen funcionando las 24 horas al margen del cierre de sus tiendas físicas. Los primeros días, reconoce, hasta sus conocidos y él mismo se preguntaban cómo la gente podía seguir haciendo estas compras con la que estaba cayendo y con la exposición que esto supone para su gremio, pero ha cambiado de parecer. “Tú tienes trabajo, pero a esa persona que le llevas un paquete, esos 15 minutos o el tiempo que pase entre que lo abre y se lo prueba, le vas a hacer desconectar, le vas a dar vidilla. Lo mismo va a pasar si le llevas un juego de la Playstation, pues le vas a dar una alegría después de tres o cuatro días aburrido”. Eso sí, admite todo se ha vuelto “muy frío”, desde que llama a la puerta y entrega el pedido, ahora ya sin la firma del cliente en la PDA y guardando la distancia de seguridad. “Vas con la mascarilla, es todo a distancia. Luego vas al furgón y venga alcohol en las manos, no te toques la cara, terminas de desinfectar el furgón...”. En su caso, además, la prevención es doble pues en 2018 tuvo leucemia. Justamente, tal y como explica, acaba de pasar una revisión con su hematóloga y "todo está bien", por lo que no le preocupa especialmente su situación siempre que tome las medidas preventivas de higiene recomendadas como viene haciendo. 

 

ANTONIO MONTESINOS | VIGILANTE DE SEGURIDAD

“Cuando llegamos a los bancos a los trabajadores les produce hasta miedo abrirnos”

En la provincia de Cádiz hay aproximadamente unos 40 vigilantes de seguridad privada que trabajan en el transporte de fondos que suministran a entidades financieras a la hora de surtir a los cajeros automáticos. Como los de los hospitales, aeropuertos, supermercados y otras infraestructuras públicas, el Sindicato Profesional de Vigilantes denuncia la falta de medidas de protección pese a estar en contacto con público y clientes permanentemente.

“Cuando llegamos a los bancos a los trabajadores les produce hasta miedo abrirnos. De hecho, abrimos nosotros mientras ellos atienden a los clientes. Estos días he visto a señoras mayores casi llorando para pedirles que les hagan una gestión. A una la escuchaba decir que le sacara por favor dinero de la libreta, mientras los empleados le aconsejaban que un familiar viniera a sacarle el dinero. Es sólo un ejemplo pero todo esto va a cambiar el modelo social. Hemos llegado a unos niveles de deshumanización que no son normales”.

Son palabras de Antonio Montesinos, secretario general del Sindicato Profesional de Vigilantes (SPV) de la provincia, que esta semana ha llevado a la Inspección de Trabajo en forma de denuncia el déficit de equipos de protección para su colectivo. Todo ello, pese a estar expuestos a puntos de contagio en hospitales, aeropuerto y supermercados de la provincia.

 

LIMPIADORA DEL HOSPITAL DE JEREZ

“Es como una película de terror. Tú vienes a trabajar y no lo piensas; piensas que es un día menos”

Cuando en el hospital hay un caso sospechoso de coronavirus o se confirma, las limpiadoras del centro sanitario son de las primeras a las que se movilizan para que desinfecten la estancia en la que está el paciente una vez que este ingresa o es trasladado a su casa en seguimiento activo domiciliario. Son poco más de un centenar, pero también están en primera línea ante el Covid-19. Pese a ello, ni cuentan con guantes ni mascarillas, lo que les obliga a “buscarnos la vida” y “tan solo nos dan un EPI completo si hay un posible caso o se confirma que es positivo positivo”.

Una vez que “nos ponemos el vestido de astronauta”, a la que le vaya tocando, pues siempre va una sola, tiene por delante al menos una hora y media de trabajo de desinfección con lejía y oxidil en pomos, suelo y mobiliario. En los últimos días también han pasado por las consultas de Digestivo, Dermatología y otras áreas de Consultas Externas. A este trabajo suman el que tienen asignado por plantas. Un “desorden” que sobrellevan como pueden e intentando aplicar el protocolo y la tranquilidad. “Es como una película de terror, tú vienes a trabajar y no lo piensas, piensas que es un día menos”, señalan.

 

GUARDIA CIVIL DE TRÁFICO

“El 90% de coches que paramos va a trabajar. La gente está muy concienciada. La queja es la falta de equipos”

Desde ayer la Guardia Civil de Tráfico lleva a cabo controles más exhaustivos en las carreteras para velar por el cumplimiento de real decreto del estado de alarma. Esta última semana ya han estado informando a los conductores, y multando (de 600 a 3.000 euros), pero en general el balance en la zona es positivo “La gente va muy bien. El 90% de los coches a los que hemos parado -suelen hacerlo con los que llevan más de un ocupante- va a trabajar.  También hay casos en los que hay que darles la presunción de inocencia: si un matrimonio va y te dice que van al médico los tienes que creer, pero la gente está muy concienciada. Me he quedado  sorprendido”, señala un agente de la Guardia Civil del Destacamento de Tráfico de Jerez.

Caso aparte es algún que otro de nuestros mayores y la gestión de los medios por parte de los mandos. “Me he encontrado a un anciano tomando el sol frente al cuartel diciéndome que estaba harto de estar encerrado en su casa”, señala. Su queja es el déficit de medios. “Por cada servicio nos dan un sobre con dos mascarillas y dos pares de guantes para usar en caso excepcional, cuando veamos que el conductor tiene síntomas. ¡Cómo vamos a saber eso cuando bajan la ventanilla!”.

 

MOISES GÁLVEZ | POLICÍA LOCAL

“Jerez es una de las ciudades que más está acatando, aunque hemos multado a bares por meter gente a puerta cerrada”

La Policía Local ha interpuesto desde la entrada en vigor del real decreto más de 150 propuestas de sanción por incumplimiento del estado de alarma. Ha sido una semana complicada también para los agentes, tanto por la falta de medios como por las continuas actualizaciones del real decreto. “Estamos en primera línea de batalla y desde el principio ha sido una inestabilidad enorme; un descontrol. El sábado se dio la orden de cerrar locales que no fueran de primera necesidad y no hemos contado con medios. Se nos dio dos mascarillas de papel, finísimas, y ya a mediados de semana se han traído otras mejores. En la Jefatura también están tomando medidas para tirar de coches del circuito e ir en vehículos separados”. Lo mejor de todo, como dice, es que “Jerez es una de las ciudades que más está acatando”, aunque también se da el otro extremo. “Se ha dado caso de bares a los que se ha multado por meter a gente a puerta cerrada; estamos hablando de multas que van por Subdelegación, de 30.000 euros”, apostilla.

 

FUNCIONARIO DE PRISIONES

“Cada vez que voy a Puerto I pongo el contador a cero para ver si voy a estar contagiada. Los presos tienen miedo”

Los ánimos en las cárceles de la provincia están muy caldeados estos días por la falta de medidas de protección y de protocolo. Los funcionarios temen un contagio masivo y aseguran que los presos tampoco se fían de ellos por la falta de controles cada vez que entran de servicio. “En los centros penitenciarios están obligados por la ley de prevención de riesgos laborales a dotarnos de los equipos de protección necesarios y ni siquiera tenemos geles desinfectantes; ni mascarillas. Se ha pedido por escrito al director pero dice que las tiene reservadas para un momento más delicado. No sabemos a qué están esperando en pleno estado de alarma”, señala una funcionaria de Puerto I, que va a trabajar "muy agobiada" y con más miedo cada día. “Tengo niños pequeños, cada vez que voy a Puerto I vuelvo a poner contador a cero para ver si voy a estar contagiada. Los propios internos, que se sientan juntos a comer, temen que les contagiemos y no me extraña si venimos de fuera y no nos hacen ningún control”.

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