Tras el cese del uruguayo Óscar Washington Tabárez en la selección Uruguay, el alemán Joachim Löw se ha convertido en el seleccionador que más tiempo lleva en su cargo en el mundo.
Löw asumió la selección alemana el 12 de julio de 2006 para suceder a Jürgen Klinsmann, de quien había sido segundo entrenador desde 2004. Los dos, durante ese breve período, se presentaban ante el público y ante la prensa como un dúo que tomaban conjuntamente muchas de las decisiones sobre el equipo.
Después se ha dicho que entre los dos había una división del trabajo. Klinsmann, que tenía gran ascendente sobre los jugadores por su pasado como futbolista de élite -campeón del mundo en 1990 y campeón de Europa- tenía el papel de motivador mientras que Löw se ocupaba de las cuestiones tácticas.
Con ello, en cierta manera puede decirse que Löw lleva marcando el destino de la Mannschaft desde 2004, aunque los primeros dos años hayan sido al lado de Klinsmann que lo había escogido como segundo con el argumento de que necesitaba a alguien en quien pudiera confiar ciegamente.
La carrera de Löw a nivel de clubes no había sido especialmente notable. En Alemania lo único que podía encontrarse era una Copa de Alemania ganada con el Stuttgart en 1997. Más tarde, en 2002, fue campeón austríaco con el FC Tirol.
Entre los dos títulos había dirigido en la segunda Bundesliga al Karslruher SC en 1999 pero dejó el cargo después de ganar uno sólo de 18 partidos. Su paso por la liga turca tampoco le dejó títulos.
En el momento en que asumió la selección alemana, lo único que hablaba a favor de él era su trabajo al lado de Klinsmann en un momento en que, tras el tercer lugar en el Mundial de 2006, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) quería apostar por la continuidad.
Con Klinsmann, Löw le había dado a la selección alemana un nuevo espíritu, un ansia ofensiva. Sostenía que Alemania siempre debía jugar hacia adelante, buscando permanentemente la portería contraria.
Con el paso de los años de Löw al frente de la selección, el juego se fue haciendo algo más refinado. La Eurocopa 2008, en la que Alemania termina segunda detrás de Francia, fue una especie de eslabón entre las dos épocas.
Fue el último torneo de la mayoría de los capos de la época de Klinsmann como Michael Ballack, Torsten Frings o Jens Lehmann. Los más jóvenes, encabezados por Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger y Lukas Podolski, empezaban ya a tomar el mando. Y de los veteranos quedaría el inacabable Miroslav Klose.
La revolución llegó de cara al Mundial 2010. Lo primero fue la aparición de Mesut Özil que hizo que Löw le diera un giro al esquema de Alemania. Luego, después de que Ballack se lesionará en la final de la Copa de Inglaterra, Schweinsteiger y Sami Khedira empezaron a formar el doble pivote.
Se necesitaba un jugador que llenase el vacío dejando por Schweinsteiger y Löw escogió a un jugador que llevaba apenas una temporada en la primera categoría del fútbol alemán: un tal Thomas Müller.
Y en la portería, tras el suicidio de Robert Enke y una lesión de costilla de René Adler, apareció Manuel Neuer que terminaría marcando época
Al final, en 2010 la Alemania de Löw volvió a estrellarse con España -esta vez en semifinales- tras haber vapuleado en octavos y en cuartos a Inglaterra y a Argentina por 4-1 y 4-0 respectivamente.
Pese al tercer lugar, el mismo de cuatro años atrás, en Alemania se empezó a sentir que el equipo de Löw estaba maduro para un título y la opinión pública empezó a exigirlo.
En la Eurocopa 2012 Alemania se encontró con lo que se ha llamado "la maldición italiana" y cayó ante Italia en semifinales. La decepción fue más grande que dos y cuatro años atrás.
A Brasil 2014 la Alemania de Löw llegó con la obligación de ser campeón. Y cumplió, con un 1-0 en la final ante Argentina aunque lo que más se recuerde sea el increíble 7-1 de la semifinal ante Brasil.
Tras una buena Eurocopa en 2016, Alemania perdió en semifinales ante Francia, el equipo de Löw se hundió en 2018 al ser eliminado en la primera ronda.
Según la lógica habitual, ese fracaso debía llevar a la salida del técnico pero la DFB dijo que la decisión de seguir o no seguir estaba en manos del seleccionador.
Löw, tras analizar sus errores -dijo que había cometido la arrogancia de creer que su equipo podía tener la pelota durante 90 minutos- apostó por iniciar un nuevo ciclo.
Müller, Jerome Boateng y Mats Hummels, tres de los campeones del mundo de 2014, salieron del equipo. Aparecieron otros, como Leroy Sané, a quien no había querido llevar a Rusia 2018, y, sobre todo, Serge Gnabry.
"Conmigo, Gnabry juega siempre", ha dicho Löw.
La fase de clasificación a la Eurocopa hace pensar que el nuevo ciclo puede ser prometedor.
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