Pero, ¿qué nos está pasando? En apenas sesenta días, que se cumplen desde la declaración del Estado de Alarma en España, hemos transitado por varias fases, que difieren de las establecidas por el mando único, pero que sí cuestionan el comportamiento de la sociedad, de la que somos partícipes o, al menos, lo intentamos.
Será la historia quien juzgue cómo salimos de ésta, y cuál ha sido el comportamiento de los dirigentes mundiales y las instituciones supranacionales para abordar esta tragedia. Tendrán que pasar varios años para tener la distancia suficiente en el tiempo que permita un análisis certero y riguroso de todo lo que está ocurriendo desde que se detectó el coronavirus Covid-19 en China.
La sociedad del Tik Tok y de los 140 caracteres (ampliados) es la colectividad de lo banal, de lo superficial, de lo inmediato, vamos, carente de perspectiva. Abandonamos a Escohotado para hacer caso al Rubius. Obviamos los artículos de fondo de los periódicos, para fijarnos sólo en los titulares. Y así nos luce el pelo (quien pueda).
Hemos pasado en apenas dos meses de reírnos con memes sobre lo que le estaba pasando a los chinos en Wuhan, a encerrarnos en casa porque así lo determinó el Estado al prever la muerte de decenas de miles de españoles en esta pandemia.
Ahora, que abren la mano, ya estamos en las terrazas (empiezo a entender la expresión inmunidad de rebaño), se nos olvidan los muertos, y, por supuesto, ya estamos ondeando las banderas, y explicando, cual memos, que la Policía nos detienen por llevar estandarte.
Los sanitarios no quieren aplausos, piden, reclaman, hasta ruegan, responsabilidad. No tenemos bolas mágicas para saber qué ocurrirá, cuándo habrá vacuna, ni siquiera cómo se comportará el virus, y por extensión, la pandemia.
Conocemos que el sistema sanitario ha estado al borde del colapso en algunas comunidades autónomas, y que sólo el cinco por ciento de la población española se ha infectado del coronavirus, por lo que un rebrote de la enfermedad es muy posible. El argumento de que esta crisis sanitaria era desconocida valía para el 1 de marzo, ahora no. Y, ya se sabe, para llegar tarde, es temprano.