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Pastores voluntarios: La soledad es real, pero somos dueños de la ment

Es uno de los pastores que colaboran de manera desinteresada en la iniciativa solidaria "Compartiendo soledad" de la INTEROVIC

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  • Pastores. -

 "La soledad es palpable, real, pero somos dueños de nuestra mente, podemos llegar a dominar los sentimientos y no entrar en una rueda de negatividad", según Rubén Llata, un joven ganadero cántabro que vive siete meses en Tous (Valencia) y el resto del año en Asturias, participante en un programa de INTEROVIC de acompañamiento telefónico a mayores.

Rubén, de 27 años, los seis últimos como pastor trashumante pero desde bien joven vinculado a la ganadería, piensa que "todo lo que sea ayudar" es bueno. "¿Quién no ha levantado el teléfono porque está triste y necesita contarlo a un amigo?", pregunta.



Es uno de los pastores que colaboran de manera desinteresada en la iniciativa solidaria "Compartiendo soledad" de la Interprofesional Agroalimentaria del Ovino y Caprino, INTEROVIC, para combatir la soledad en personas mayores que por la COVID-19 están confinados.

Tres pastores participantes en este programa han afirmado a EFE que quieren ayudar, aunque solo sea "escuchando" a través de una llamada telefónica porque la soledad "es real" y hay "muchos días de tormenta" pero siempre, avisa Rubén, "hay días de sol".

"La vida te obliga a ser positivo", insiste este cántabro, que relata haber vivido situaciones muy diversas y adversas en el monte, adonde lleva a las 500 cabras que cuida, propiedad de una familia alemana.

Según señala Rubén sobre la trashumancia, "cuantos más animales tienes y más te mueves, más problemas surgen y más anécdotas vives".

Ellos están acostumbrados a pasar solos buena parte del día, únicamente con la compañía de animales, en el campo o el monte, y así lo prefiere Álvaro Pérez, pastor y enfermero, que está solo entre seis y siete horas diarias.

Ganadero desde hace seis años, con la llegada del virus se ofreció para trabajar como enfermero en el hospital de Requena y también para dar "apoyo a nivel mental" a personas mayores a través del teléfono.

"Si no es por esto -la COVID-, hubiese seguido con mis ovejas. Me gusta más el campo, el monte y estar con las ovejas", señala Álvaro, que para poder compaginar ambas tareas hay días que recibe ayuda para cuidar el rebaño (250 ovejas) y otros se levanta dos horas antes para llevarlas a los pastos de Yàtova y después acude al hospital.

Álvaro no ha recibido todavía ninguna llamada dentro de la iniciativa de acompañamiento; Rubén sí: una mujer con una madre muy mayor que había conocido el programa y le parecía muy interesante, y otras dos que no pudo atender por falta de cobertura.

También Carmen Duet, propietaria de la explotación Nuevos Horizontes Ganaderos SL de Siete Aguas (Valencia), que califica de "entrañable" una de las llamadas que recibió de una señora mayor de Algeciras (Cádiz) con ganas de charlar que, a los cinco minutos de entablar conversación, le dijo que tenía una llamada de su cuñada y tenía que colgar.

Un hombre de Cádiz le preguntó a Carmen por su rutina diaria y sus proyectos, después de conocer la iniciativa solidaria por la televisión, y recordó que cuando él era pequeño su padre trabajaba en una finca como pastor.

Ella no se siente sola en el confinamiento -son cinco en casa- pero piensa que "lo del teléfono se está convirtiendo en algo muy frío: sí, escuchas la voz, puedes ver la imagen, pero necesitamos el tacto".

"Las familias, el roce, reunirse, siquiera una vez al año", señala Carmen, que recuerda las reuniones familiares de antes en la que se sentaban 35 a la mesa.

Rubén tiene a su familia en Cantabria y desde las pasadas navidades no los ha visto. Paradójicamente, su particular lucha contra el virus durante el estado de alarma se ha centrado en no acercarse a la gente mayor que va al monte a cuidar sus pequeñas fincas.

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