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Huelva

Aprendiendo a anillar pájaros en la Charca de Suárez

Con el título ?Identificación de especies de aves problemáticas para el desarrollo del trabajo de los agentes de protección de la naturaleza? el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Motril...

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  • El experto anillador observa el animal antes de identificarlo.
La Charca de Suárez se ha convertido, con el devenir de los años, en un enclave privilegiado como zona de descanso para aquellos pájaros que cruzan al continente africano.
Con la llegada del otoño, son muchas las aves migratorias que escogen este humedal como lugar donde pasar unos días, bien para reponer fuerzas antes de cruzar al continente africano o bien para hospedarse allí hasta que llegue la primavera.

De ahí que la asociación ecologista Buxus, con la colaboración del Ayuntamiento de Motril, haya decidido profundizar más en el conocimiento de las especies que utilizan este humedal como paso migratorio y en la fenología o periodo que cada especie permanece en él. El grupo de anillamiento Nevadensis se encarga del estudio para alcanzar estos objetivos.

Jesús Notario, el responsable de este proyecto, explicó durante el curso de identificación de aves, que se celebró en este humedal hace ya unos días y en el que participaron agentes del Sepro que “con la técnica del anillamiento, que consiste en colocar en la pata del animal un pequeño aro que le identifique, se permiten estudiar muchos aspectos de estas aves, además de los relacionados con la migración, como su longevidad, mortalidad o comportamientos de alimentación”. Mientras que sostiene uno de estos pájaros señala que “hay que analizar las alas, para saber la dimensión del animal, la grasa y músculo, así como su condición física”.
Cuando comienza con su actividad de anillar las aves, lo primero que hace este biólogo sevillano es elegir el terreno donde colocar la red que le permita capturar los pájaros, en esta ocasión. Jesús ha decidido situarlo, cerca de un abrevadero donde los pájaros se acercan a beber. Cuando acudan con la intención de buscar agua, caerán a la red.

Decidido el lugar, al igual que un pescador, estira su red y ayudado por tres palos de cañas que le permitirán sujetar el dispositivo, instala la malla. Son unos 40 metros de largo por 3 de alto, lo que ocupa la trampa donde capturar las aves. “No ha de estar muy tensa”, advierte Jesús, “ya que las aves en su afán de escapar podrían incluso morir”.

En la captura el grupo cuenta con un reclamo, una especie de magnetofón que emitirá losmismos cantos de cada especie, aunque más constantes y repetitivos, para asegurar la prueba.

Instalada la red, dejan pasar una hora entre captura y captura para recoger los animales. “En el transcurso de una mañana hemos recogido en ocasiones hasta cuatro veces al mismo ejemplar”, lo que denota la poca memoria de estos pequeños animales.

En esta ocasión hay tres pájaros atrapados en la red. Jesús los recoge con exquisito cuidado. “Hay que observar por dónde ha entrado para sacarlo; primero se desenreda una pata, luego la otra, luego un ala y luego el otro ala; por último la cabeza; nunca hay que cogerlos por el cuerpo, porque es donde tienen los pulmones y por ello es una zona muy delicada”.

La mayoría de las aves rescatadas son aves paseriformes, pequeños pájaros: carricero común y carnicerín común, martín pescador, avetorillo, ruiseñor común y ruiseñor bastardo son las especies más atrapadas.
Capturados los animales, se procede a su análisis. El experto anillador, que es así como se conoce a quienes dominan estos cononimientos, los observa y determina su especie. En esta ocasión, el primero de los capturados es relativamente sencillo. El tono rojizo de su pecho indica que se trata de un petirrojo. Determinar su edad y sexo ya es más complicado. Por lo general, los machos tienen colores más vivos que las hembras, aunque cada especie tiene sus características propias. En cuanto a la edad, hay que observar las alas del animal. Los adultos tienen ya los colores más formados, mientras que las crías presentan mayores tonalidades, aunque hay otras técnicas para cada especie, como comprobar la cabeza, ya que los jóvenes no la tienen tan formada como los adultos.

Colocar las anillas
Después de medir los pájaros y pesarlos, se procede a colocarle la anilla a la pata. Las anillas son suministradas por la oficina de anillamiento de la Dirección General de Conservación de La Naturaleza, presenta de forma parcial o total una delas siguientes inscripciones correspondientes al remite: ‘Minist. Agricultura ICONA Madrid 5-Spain’ o ‘Minist. Med. Ambiente ICONA Madrid 5- Spain’. Este registro inéquivoco posibilita que la información se lleve a la oficina de anillamiento sin extraviarse. El grosor del arito dependerá de cada especie. Se implanta con un número identificativo oficial que determina el Ministerio de Medio Ambiente. La anilla representa una especie de DNI de las aves.

Gracias a la técnica del anillamiento, se han conocido casos sorprendentes como el de un charrán ártico que fue anillado en el verano de 1982 cuando todavía no era capaz de volar. Esto ocurrió en las Islas de Farne (Gran Bretaña). El mismo animal fue recuperado en Melbourne, Australia, en octubre. Hizo un viaje de 22.000 kilómetros en tan sólo tres meses. O el caso de un fulmar anillado cuando tenía aproximadamente 5 años (en julio de 1953) y que atrapada de nuevo en julio de 2003, por lo que se deduce que tenía al menos 55 años. Otras recuperaciones han mostrado que los fulmares migran a más de 10.000 kilometros hasta las aguas frente a las costas del sur de Brasil y Argentina en invierno, de modo que esta ave habría cubierto un mínimo de 1.000.000 kilometro tan solo en su migración (sin contar lo que haya recorrido cada día para pescar). Otra ave casi tan anciana, que cría en la isla de Bardsey frente a Gales se estimó que había volado unos 8 millones de kilometros durante su vida.

De todo ello se deriva la importancia de llevar un control en un fichero, y un registro que se envía a los dos organismos encargados: el ICONA y Aranzadi, a los que se reportan los datos recopilados y estos se encargan de difundirlos internacionalmente.

Esta temporada está ya prácticamente finalizada. Las aves transaharianas, aquellas que utilizan la Charca de Suárez, como área de descanso y que, días más tarde cruzan en dirección a África, ya se han marchado. Mientras, las presaharianas , aquellas que no van al continente vecino y se quedan en el humedal motrileño, esperarán a que pasen los meses y llegue la primavera para emprender, un año más, el retorno a climas más suaves.

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