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El interés por los vinos de Jerez ...y por lo nuestro

La Sociedad Jerezana del Vino apenas ha necesitado dos años para granjearse un prestigio ligado al nivel de las catas mensuales que organiza en su sede

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  • Luis Flor, presidente de la Sociedad Jerezana del Vino -

La ruta del vino y del brandy de Jerez fue el año pasado la más visitada de todo el país, gracias, especialmente, al atractivo de algunas de sus grandes bodegas, al de sus viñas de tierra albariza y al peculiar proceso de crianza, que tanto interés despierta entre los amantes del vino. Sin embargo, y en comparación con otras grandes regiones vitivinícolas de dentro y fuera de España, la ciudad ha carecido hasta hace bien poco de un club en el que el vino sea eje y motor de su razón de ser. Así fue hasta hace poco menos de dos años, cuando inició su actividad la Sociedad Jerezana del Vino, que en tan poco tiempo ha conseguido granjearse un prestigio ligado al nivel de las catas mensuales que organiza en su sede de la calle Bodegas, y complementadas con otros eventos.

La Sociedad Jerezana del Vino ya había dado sus primeros pasos antes de 2018, pero su constitución oficial no tuvo lugar hasta hace dos años, y bajo el compromiso de “promover la cultura del vino entre la sociedad civil, así como las tradiciones de nuestra ciudad”, relata Luis Flor, presidente e impulsor de un ente que ya cuenta con 82 socios; una cifra que se acomoda a la capacidad de sus instalaciones y al tipo de actividades que organizan.

“Nacimos por nuestro amor a nuestras costumbres, relacionadas con el vino, y por la falta de un referente de este tipo, cuando es habitual que otras ciudades de renombre vitivinícola cuente con sus propios clubes en torno a sus vinos”, subraya Flor. Así, en dos años han establecido un programa de dos catas mensuales, que es la actividad común, y después han ido incorporando actividades un tanto extraordinarias relacionadas con el mundo del vino; entre ellas, el Encuentro de Vinos Andaluces y el Desafío Cata a Ciegas, que este año se celebrará coincidiendo con las Fiestas de la Vendimia, en septiembre, abierto a entre 150 y 200 personas.  “A partir de ahí lo que hacemos es colaborar con otros actos relacionados con el mundo del vino y con asociaciones sin ánimo de lucro, como la nuestra”. En este sentido, en su sede no solo se cata, se bebe y se habla de vinos, sino que también han albergado exposiciones y presentaciones de libros.


Obviamente, el hecho de surgir en Jerez hace que la Sociedad tenga una especial predilección por los vinos del Marco, pero, como recalca su presidente, “siempre tenemos un pie en nuestra tierra, pero el otro procura pisar cada mes otros territorios de España”.  Desde que comenzaron con las catas han invitado a presentar sus vinos a bodegas procedentes de otras zonas y denominaciones de origen nacionales, desde Cataluña a La Rioja, pasando por zonas hermanas de Andalucía, como Montilla-Moriles, o vecinas como Sanlúcar, “pero la preferencia se encuentra casi siempre en Jerez, de la mano de sus bodegas. Todos los meses, una de las dos catas las protagonizan bodegas de nuestra ciudad”. Eso sí, “los vinos los hemos elegido hasta ahora buscando la diferencia, para que todas las catas no sean iguales, y a partir de esa diferencia ha sido como han venido vinos de otras zonas”, apostilla Luis Flor, quien ha aprovechado su experiencia en la organización de Vinoble para ponerla al servicio de la Sociedad en la búsqueda de ponentes relevantes y en el de la ampliación de conocimientos en torno al mundo del vino, que son asimismo un descubrimiento continuo. “Hemos descubierto que hay un gran interés por los vinos y hemos tenido la suerte de encontrarnos con bodegas entregadas. De hecho, ha habido catas exclusivas, algunas de ellas casi únicas, y la gente reacciona  y le gusta”.

Entre dichas catas se encuentra la celebrada este mes de julio, con motivo del segundo aniversario de la Sociedad, ofrecida por la bodega González Byass de la mano de su enólogo Antonio Flores, que presentó “seis vinos que te enamorarán, y una sorpresa que jamás olvidarás”. La sorpresa, para que no se queden con la intriga, fue la posibilidad de degustar un sorbo de un vino único, Tío Pancho Romano, que tiene 292 años de historia.

En las catas, en cualquier caso, no solo se aprecian tesoros de esta dimensión y exclusividad, sino que también hay tiempo para el debate, como el relacionado con la elaboración de los vinos del Marco. “Creemos que el vino de Jerez tiene muchos perfiles. Hay bodegueros y enólogos que están trabajando en la búsqueda de cosas antiguas, que se hacían en Jerez en el siglo XIX, e incluso recuperando variedades de uvas de ese tiempo. Y otras que realmente no han cambiado, como ocurre con los pagos. Eso es algo que no ha cambiado y siempre ha existido en bodegas que siempre han vinificado por pagos, y ahora es una tendencia en el Marco. Los bodegueros nuevos que están llegando están apostando por esta variedad”.

También hay tiempo para otros debates, como el de inculcar el consumo del vino de Jerez entre los propios jerezanos, para que no parezca una lucha perdida. “El vino cada vez tiene más valor añadido, el prestigio de los vinos de Jerez ha subido y se está consolidando, pero a partir de ahí hay muchas cosas más que hacer para ayudarlo a crecer”, y ése es uno de los objetivos presentes en el largo recorrido que tienen por delante estos grandes amantes y defensores del vino... y de todo lo nuestro.

 

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