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El jardín de Bomarzo

Minuto y resultado

Un paseo por el centro de Sevilla estos días evidencia la profundidad del problema

Publicado: 23/10/2020 ·
12:38
· Actualizado: 24/10/2020 · 09:41
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Bomarzo

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El jardín de Bomarzo

Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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Un paseo por el centro de Sevilla estos días -desde Puerta Jerez por Avenida de la Constitución hasta Plaza Nueva, Sierpes, Plaza del Duque, vuelta por Tetuán hasta El Salvador- evidencia la profundidad del problema. Calles vacías, mucho cartel de se alquila, traspasa o vende, otros de "cerrados de lunes a jueves", bares semivacíos en la hora del aperitivo y del turista perdido; Sevilla y su centro es la arteria sanguínea del turismo andaluz, pero lo mismo sucede por Larios en Málaga, La Rambla en Almería, la Plaza de las Monjas en Huelva, la Judería en Córdoba o Ancha hasta San Antonio en Cádiz. La tristeza y el miedo es tan denso que se puede tocar, se respira y es ahora cuando asoman los colmillos de la crisis económica toda vez que la sanitaria galopa a lomos de un pura sangre, expandiéndose libre. Se agrupa con otras crisis. La política, por ejemplo, con un debate sobre el estado de la comunidad en Andalucía que deja más sombras que luces y con una moción de censura nacional planteada por Vox que solidifica la unión entre las fuerzas de la izquierda y separa a las de la derecha toda vez que Vox quiso comerle espacio al PP y el PP, para sorpresa de no pocos, arremetió con dureza contra el populismo nacionalista para centrarse políticamente y ocupar más espacio donde transita Ciudadanos, que prosigue perdido en la deriva del decaimiento político. También crisis social porque nunca nada nos había separado tanto a unos de otros, vivimos midiendo las distancias, contando a las personas con las que nos reunimos, enumerando los casos de positivos en nuestro entorno y, desde ahora, mirando el reloj porque una sirena imaginaria sonará cada noche en forma de toque de queda.

Son tantas las crisis y su estado es tan cambiante que, en alguna de ellas, habría que recurrir a aquello que hizo famoso la Ser en su Carrusel deportivo de los domingos: minuto y resultado. Por ejemplo la encrucijada en la que internamente vive un PSOE-A en clara crisis de posicionamiento político y de liderazgo. Por tanto, y eligiendo una, en conexión con San Vicente, minuto y resultado...

Desde que Felipe Sicilia, auspiciado por Lastra, diera el paso para competir con Susana Díaz la secretaría general del PSOE-A y, por añadidura, el liderazgo, el partido ha entrado en defcon cuatro y se agita reconociendo que el sonido de fondo son tambores y no de paz. Sicilia no para de reunirse, a veces con personas que son referente dentro de algún poder territorial, otras con quienes ya no son nada y sienten subirse al tiovivo cuando ya estaban en sus labores del hogar -caso de Martín Soler y otros en Almería-. O encuentros como el que mantuvo en Úbeda con Fran González, delegado de Zona Franca en Cádiz y cercano a Lastra, y Luis Pizarro, que parece decantarse por la corriente de Sicilia en la búsqueda de conseguir sus dos objetivos: uno, ser determinante en el punto y final de Susana Díaz, con quien mantiene un notable distanciamiento, el otro es lograr que su hijo Javier -alcalde de Alcalá- tenga opciones vía Sicilia y Madrid de presidir la Diputación de Cádiz, donde Irene García está en alerta porque percibe los movimientos y su intención es continuar otra legislatura -hasta Ruiz Boix, alcalde de San Roque, levanta la mano proponiéndose para lo que surja-. Para eso Irene se acerca a Madrid vía Gómez de Celis, que quiere jugar la partida pero no termina de situarse. Javier Pizarro es el último activo del histórico clan de Alcalá, uno de los gérmenes del PSOE gaditano y andaluz y del que emergieron figuras como José Luis Blanco, el propio Luis Pizarro o el tristemente fallecido Alfonso Perales.

En Jaén el posicionamiento de Sicilia no ha gustado por cuanto salta al escenario auspiciado por Madrid pero no por una provincia que siempre se ha movido cohesionada porque desde la época de Gaspar Zarrías se sabe que su fortaleza está en la unión -allí se decía aquello de que "aquí somos muy partidarios de las listas cremallera: un consejero de Jaén, otro de Sevilla, otro de Jaén, otro de Granada,  otro de Jaén, otro de..."-. En esa clave se maneja la otra candidata de la tierra del buen aceite a la sucesión, Ángeles Férriz, que mantiene una medida distancia en torno al exceso de popularidad hasta obtener un permiso de su provincia para participar en la partida y sabiendo que, pase lo que pase, poco tiene que perder. No está del todo claro el papel que quiere jugar su secretario general Paco Reyes, que en Siete TV dejó mensajes claros para del tipo "hay que elegir la candidatura que genere ilusión" y lo hizo un día después de que Díaz visitara su tierra, además de añadir que "Jaén no va a ponerse de perfil". Reyes está midiendo la fuerza para decidir si -cuando toque- pueden optar al uno, al dos o al tres y, llegado ese punto, le pondrá nombre a su candidato y el suyo no es Sicilia, es más él mismo o Férriz, también le gusta Juan Francisco Serrano, alcalde de Bedmar, diputado en el Congreso por Jaén y muy de su corte y estilo, con proyección, pero muy joven aún para estas alturas.

Los críticos hacen cuentas y valoran que en torno al cincuenta por ciento de Sevilla no está ni con Villalobos ni con, por añadidura, Díaz, y que en Córdoba su presidente de Diputación Antonio Ruiz no controla más del veinte por ciento de la provincia, sabiendo que la Granada de Entrena se moverá por indicación de Madrid -Abalos-. ¿Madrid? Allí están a lo que están, algunos incluso situando de nuevo en el tablero a una María Jesús Montero que al principio encabezaba la quiniela, luego se auto expulsó por cuanto era necesaria para la política nacional y, además, ella no quería, y ahora algunos deslices gubernamentales la hacen resituarse en la idea inicial. Mientras, Juan Espadas muestra su perfil más moderado, pacta Sevilla con Ciudadanos y eleva un mensaje de que con él la formación naranja sí acordaría y no quiere cometer errores como los que ya hizo tanto a principios de legislatura anunciando que no repetiría como en aquel desayuno de Madrid postulándose. Pero si quiere que le saquen en paso de palio, muchos aseguran no estar para procesiones.

En Huelva Ignacio Caraballo ha hecho modificaciones con vistas al futuro orgánico por si se confirma su imputación por el caso Aljaraque y la sucesión en Diputación tendría nombre de mujer -cuando llegue, si llega- en María Eugenia Limón, alcaldesa de San Bartolomé y vicepresidenta de Diputación, tanto como lo tiene en la presidencia de la probable gestora que después conduciría el partido hasta el congreso provincial previsto a finales del próximo año. Las mujeres en Huelva se posicionan para hacerse con el control de un partido que, salvo cuando fue presidenta de Diputación Petronila Guerrero, siempre estuvo en manos de hombres, como Javier Barrero o Mario Jiménez.

Queda mucho, pero estas contiendas se libran con mucha antelación porque las previas son largas. Muchos dicen que el objetivo es recuperar la Junta y no aniquilar -políticamente- a Susana, otros que lo primero es inviable sin lo segundo, la mayoría que Susana Díaz nunca dará el paso atrás que le pidió Mario Jiménez aquel día y que fue motivo de su severa ruptura: "Susana, busca una salida para ti y sálvanos a los cinco", parece que le dijo -por ChiquiMáximoFiscal, para él y para la propia Díaz-. Y Susana se lo tomó fatal.

En política, y más en el PSOE, hay dos cosas que una destacada dirigente del partido asegura no saben hacer y relativas a la aritmética en medición de tiempos: una es acabar un mitin porque muchas veces el que diserta sigue y sigue como el conejito de Duracell en locuciones eternas -"no saben acabar, joder"-, la otra es dimitir cuando corresponde. Nadie sabe irse, hacer de la dignidad bandera y despedirse a tiempo y con honores. A Díaz le critican mucho que se pasara los tres últimos años al frente de la Junta en una batalla orgánica nacional que perdió -y suspiran profundo ahora con eso de "Pedro sabe que mi ilusión es Andalucía...". ¿En? ¿Pedro lo sabe?- y no gestionando aquí y que se empecine en continuar pese a los sonoros movimientos en su contra. Su oportunidad es que los críticos no se pongan de acuerdo en torno a alguien de cierto peso, de lo contrario el PSOE-A vivirá un congreso andaluz de los de antes; cuando los clanes, las copas en la barra y el olor a humo y tabaco, la pana y la gloria ideológica hacían de este un partido que, pese a los personalismos de hoy, los de aquí y los de allá, es único cuando se acuartela en las previas a sus disputas internas. Y en esas están.

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