Tenemos indisimulable tendencia a sublimar determinadas inacciones, especulando acerca de elaboradísimas estrategias bajo cuerda, cuando las cosas son bastante más simples de lo que nuestra portentosa imaginación bosqueja. No debieran sorprender a nadie las nuevas medidas restrictivas que anunciaba, ayer, Moreno Bonilla –cierre de toda actividad no esencial a las 18.00 y adelanto del toque de queda a las 22.00 h.-, como consecuencia de la evolución de la pandemia. Diez días atrás, aguantó callado lo indecible hasta consumar el confinamiento municipal, con tal de mostrar su acendrada empatía hacia el empresariado. El difícil equilibrio entre la preservación de la salud y el sostenimiento de la economía. La segunda ola parece decidida a retrotraernos al fundido en negro de marzo: la pesadilla de una presión asistencial asfixiante y el insoportable acogotamiento del sector servicios. Cifra disparada de contagios y muertes en la región –en geriátricos, mayormente: nuestros viejitos vuelven a ser las principales víctimas propiciatorias de la prematura relajación de los protocolos-. La delegada territorial de Salud, Trinidad Rus –otra política doméstica atrapada ya obsesivamente en su personaje-, dice disponer de un plan de contingencia que, al superarse el medio millar de ingresados en la provincia, derivaría pacientes-covid a 4 hospitales de campaña, habilitados en las residencias de Andújar, ´Seminario’ de Siles, y ‘Puerta de Andalucía’ y ‘El Neveral’, en Jaén capital.
En tan usual línea política de reacciones lógicas cabe contextualizar, igualmente, el pequeño movimiento sísmico registrado en el PSOE de Linares ante la defenestración de Daniel Campos, secretario y portavoz municipal, aquella cuña de la misma madera imprescindible para quitarse de en medio hace tres años a Juan Fernández. 24 de los 37 miembros de su ejecutiva le hicieron un ‘Pedro Sánchez’, en toda regla, lamentaban sus seguidores. El torrente subsiguiente de adhesiones en Facebook no logra ocultar, sin embargo, la insobornable realidad de un proceso ‘life itself’, básico y elemental como la vida misma. Me explico. A la victoria insuficiente del PSOE de Dani Campos en las últimas elecciones municipales sobrevino una labor de oposición laxa, a decir de sus críticos internos, encabezados por Javier Perales, que el interesado habría sustanciado a la mayor gloria de su propia proyección fuera de Linares. Cuentan que Paco Reyes, conocedor de la división, llevaba más de cuatro meses pidiendo infructuosamente asistir a una sesión de la dirección local. Tanto Campos, diputado provincial de Recaudación, como su pareja, Laura Berja, parlamentaria al Congreso, forman parte de esa pléyade de jóvenes dirigentes, bendecidos por el aparato, llamados a protagonizar el relevo generacional, a la que también pertenece -en lugar preeminente- Felipe Sicilia. El ‘adjunto’ de Adriana Lastra en la cámara baja anunciaba su intención de dar batalla a Susana Díaz en Andalucía. En ‘Hurtado 6’, el gesto se antojaba desleal e intempestivo, toda vez que lo acordado era que la agrupación provincial actuase coordinadamente, con una sola voz, y Felipe no había consultado el paso a Paco. “Menuda patada sin balón me ha dado”, le confesaba Reyes, usando el símil futbolístico, a su homólogo de Granada, Pepe Entrena. La alternativa a Susana de ningún modo debiera estar teledirigida desde Madrid. Felipe Sicilia, ni corto ni perezoso, principió una tournée por la provincia, con frecuencia acompañado por Dani y Laura, ideada para trasladar a los alcaldes del partido su hoja de ruta, coincidente al milímetro con los planes del sanchismo. Planteada así la cuestión, en términos de disensión o indisciplina, y archiconocidas las discrepancias latentes en el seno del grupo municipal linarense, Paco Reyes y ‘Hurtado 6’ se habrían limitado a dejar que se precipitaran los acontecimientos, sin hacer nada para impedirlo. Y que cada palo aguante su vela. ‘Ferraz 70’, con todo, tendrá que ratificar la composición de una gestora que presidiría el senador José Latorre, secretario de Política Municipal. Rafael Sampedro, postrero delfín de Juan Fernández, y Javier Perales, ariete de los críticos a Dani Campos, han avanzado su voluntad de optar a liderar el PSOE linarense. Pendientes de que el interfecto revele sus intenciones, y, puestos a elegir un tapado, con marchamo y apoyaturas oficialistas, permítanme que deje caer el nombre de Ana Cobo, ex delegada del Gobierno andaluz, alumna aventajada de Pilar Parra.
El ocaso del trumpismo, por lo demás, reaviva la esperanza de nuestro sector oleícola, que se apresta a generalizar la recolección -sumido en un mar de dudas, a propósito del virus coronado, omnipotente y despiadado-, de que el gigante estadounidense suprima los aranceles a nuestro aceite de oliva. O nos quita la penalización el Tío Biden, o continuarán los más listos instrumentalizando las importaciones. O sea.
