Centros educativos públicos de Málaga han recurrido a una peculiar forma de combatir el frío, acrecentado ahora por la borrasca Filomena, y de plantar a cara a la pandemia del coronavirus: impartir las clases de las horas avanzadas de la mañana en espacios al aire libre dentro del recinto y al sol, de forma que se cumple con las medidas anticovid.
Este verano, cuando estuvimos preparando el protocolo del centro, toda la documentación que nos leímos indicaba la importancia de aprovechar los espacios exteriores
En Ciencias Naturales un grupo de quinto de primaria atiende sin mesas a las explicaciones en inglés sobre las capas terrestres. Con piernas cruzadas o extendidas, libreta sobre la rodilla, brazo e incluso la espalda de algún amigo; muchas son las formas de afrontar estos inusuales y gélidos tiempos en los que la naturaleza se convierte en la mejor aliada.
Esta escena se presenta este jueves en uno de los centros que han optado por esta ingeniosa fórmula, el Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Pintor Félix Revello de Toro, pero también lo hacen en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Torre Atalaya, ambos situados en la capital malagueña, ha informado a Efe el director del primero de ellos.
Este responsable, Francisco Javier Abelaira, ha explicado que su centro dispone de una orientación “muy buena”, lo que permite convertir algunas zonas soleadas de las instalaciones exteriores en aulas improvisadas para aprovechar “la vitamina y la energía que nos da el sol”.
Precisa que algunas clases se vuelven en ciertas fechas “muy frías para los alumnos debido a su situación espacial”, ante lo que han encontrado como solución un traslado a tan solo unos metros, en el patio del recreo, donde colocan una veintena de sillas de plástico para lidiar con la humedad de los interiores bajo un sol de invierno que ameniza la lección.
El césped artificial que instalaron en esa zona el pasado año, antes de la llegada de la pandemia, es el lugar de reunión de los alumnos de Infantil cuando llega la hora del cuentacuentos. Frente a ellos, una pizarra blanca de no más de un metro cuadrado, toallitas desechables y un gel hidroalcóholico que utilizan cada vez que tienen que coger algo con las manos.
Beatriz Casado es maestra en uno de estos grupos y explica a Efe que la medida utilizada por los niños para controlar las distancias entre ellos es poner los brazos extendidos sin que toquen a ningún compañero. “Pensábamos que por tener que guardar las distancias de seguridad serían más frecuentes las distracciones, pero no ha sido así”, destaca.
Con estas novedosas clases al sol. admite percibir más participación en la clase: “Los alumnos están encantados de hacer algo distinto a lo que habitualmente están acostumbrados”.
La jefa de estudios del centro, Pilar Ortega, comparte esa visión: “La docencia al exterior nos ayuda a implementar actividades diferentes, estimular su motivación y a cumplir con mucha más fiabilidad el protocolo covid”.
El alumnado retomó la semana pasada su rutina lectiva tras unas vacaciones de Navidad que han disparado los contagios, ante lo que el uso de las instalaciones al aire libre es una alternativa segura y tiene su origen en una de las medidas que la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía instaba a considerar ya antes del comienzo del presente curso.
“Este verano, cuando estuvimos preparando el protocolo del centro, toda la documentación que nos leímos indicaba la importancia de aprovechar los espacios exteriores”, recuerda a Efe Ortega, y de ese modo, muchos profesores han optado por adaptar sus lecciones a las nuevas circunstancias.