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Vejer

Alimentación Paco Mera cierra sus puertas tras más de 80 años de historia

Mari Oliva López, tras el mostrador de esta típica tienda de ultramarinos, disfrutará ahora de su jubilación después de 20 años de dedicación

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  • Mari Oliva López tras el mostrador de Alimentación Paco Besana. -

Tras más de 80 años en funcionamiento, Alimentación Paco Mera cerrará mañana sus puertas de forma definitiva. Una de las tiendas de ultramarinos más antiguas de Vejer ubicada en una de las arterias principales del pueblo, la calle Juan Relinque, dejará de ser testigo del devenir de vejeriegos y visitantes que cada día traspasan sus puertas para hacerse con algún producto especial o, simplemente, para intercambiar un saludo con Mari Oliva, esa cara amiga que desde hace más de dos décadas permanece tras el mostrador cada día de forma incansable.

Mari Oliva López ya tenía amplia experiencia como tendera en otra de esas tiendas de las de siempre, la de su padre. De allí pasó a la tienda que ya llevaba dos generaciones en la familia de su marido y en la que, por circunstancias de la vida, tuvo que ponerse al frente del negocio.

Desde entonces muchos días, muchas horas, mucha dedicación en un sector complicado que ha debido adaptarse a los tiempos para sobrevivir a la implantación y la generalización de las grandes superficies y, ahora, las compras online. Unas tiendas que pasaron de ser proveedores básicos de los suministros de muchísimas familias a convertirse en las del desavío. No obstante, Mari Oliva siempre ha mantenido una clientela fija fiel a la que se sumaban los turistas que, cada vez más, han apostado por Vejer como destino vacacional. Aquí todos han encontrado ese consejo, esa sonrisa, esa conversación y esa cercanía tan propia de los pequeños comercios en los que los clientes casi forman parte de la familia.


Mari Oliva, con cierta tristeza, cuenta que hace ya tiempo marcó en rojo la fecha del 30 de abril en el calendario. “Se veía lejana, pero ahora ya está aquí, ya llega el momento”, cuenta, compartiendo lo difícil que resulta terminar con décadas de trabajo y dedicación en un lugar con generaciones de historia. “Pero el negocio es muy sacrificado. Son muchas horas y el beneficio no compensa tanta dedicación. Mis hijos tienen sus ocupaciones, ya no hay quien coja el testigo y a mí ya me ha llegado el momento de disfrutar un poco de mi tiempo y de cuidar de mi familia, especialmente de mi madre que cada vez me necesita más”, explica.  “A pesar de todo voy a echar esto mucho de menos porque he tenido la gran suerte de poder dedicarme a lo que me gusta”, añade.

Seguro que serán muchos los vejeriegos que también sentirán nostalgia cuando al pasar por la calle Alta no vean Alimentación Paco Mera abierto ni a Mari Oliva tras el mostrador. Los vecinos se quedan un poco huérfanos con la pérdida de uno de los comercios más típicos de la zona y el casco antiguo pierde, sin duda, un pedacito importante de su historia y de su tradición.

 

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