La historia adjudica a Cayo Julio César la frase. El propio emperador describió el triunfo del Ejército romano en la
Guerra de las Galias, y en ese texto incluyó la cita, que se ha convertido en una muletilla de la política contemporánea. Nos han llegado dos versiones: cuando lleguemos al río, cruzaremos ese puente; o cuando lleguemos al río, hablaremos de ese puente.
Sin duda, en Andalucía, fue José Antonio Griñán quien popularizó la máxima de Julio César, hasta el punto de que hay quien pensó que la cita era del propio dirigente socialista andaluz. Era un recurso. Una hábil manera de sortear las preguntas de los periodistas cuando éstos pedían un ejercicio de predicción, un futurible, un plazo en una obra; lo que fuera.
Incluso, el actual cicerone del Gobierno andaluz la empleó en su habitual encuentro con los periodistas tras el Consejo de Gobierno de los martes. Resultó peculiar escuchar, en rueda de prensa, esa frase en boca de Elías Bendodo el pasado 2 de junio.
Esa cita ejemplifica, en el mundo de la psicología, la necesidad de vivir el presente ante la tendencia de adelantar acontecimientos y quedarnos -casi siempre- con la opción más negativa. En el terreno de las emociones, lo dicho por el emperador romano era algo así como un no pongas la venda antes de que salga la herida.
Por tanto, la aplicación de la máxima es variopinta, pero en política, el problema es que, en muchas ocasiones, el río no acaba de llegar, y no hay manera de cruzar el puente, ni se le vislumbra en el horizonte. Ahora, no hay duda. El Covid 19 llegó, y sin avisar. No vimos ni el afluente del río, pero lo estamos cruzando.
En el momento más duro de la pandemia parecía que la suerte estaba echada -parafraseando también al emperador romano- pero una mezcla de confinamiento, responsabilidad y trabajo de científicos y equipos sanitarios permitió que la sangría parara. En estos momentos, intentamos atisbar el repunte, el otro puente, en la lontananza, al que nos enfrentamos. Decía también Julio César: “mientras me quede algo por hacer, no habré hecho nada”. Apliquémonos el cuento, no solo en esta tragedia, también en sus terribles consecuencias económicas y sociales.