Macarena Olona, recién proclamada candidata de VOX a la Junta de Andalucía, continúa dejándose ver por nuestra tierra, concretamente por Sevilla con motivo de la Feria de Abril que tantos políticos visitan estos días.
En esta ocasión ha disfrutado de una intensa tarde de toros en la Maestranza, donde el lunes se abrió la Puerta el Príncipe para Tomás Rufo. Y lo ha hecho junto al torero José Anonio Morante Camacho, conocido artísticamente como Morante de la Puebla.
Ambos han vivido de cerca las faenas a cargo de El Juli, Pablo Aguado y José María Manzanares.
Macarena en buena compañía en la Maestranza de Sevilla.
— VOX ?? (@vox_es) May 4, 2022
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La Puerta del Príncipe de la Maestranza se abrió hoy por cuarta vez en esta feria de Abril, para que esta vez saliera bajo su arco Julián López "El Juli" sobre la ola de desatado triunfalismo que está marcando el abono sevillano de la vuelta a la normalidad pos-covid.
Las tres orejas que hoy avalaron este nuevo "portazo" -el sexto efectivo que el ya veterano diestro consigue en su carrera- fueron resultado de otro nuevo dispendio presidencial y del nivel de exigencia bajo mínimos de un público festivo al que todo le vale y que todo lo aplaude, da igual el mérito o la calidad de lo que haya que premiar.
Y de la actuación de El Juli en esta décima de feria les gustó especialmente la manera en que el madrileño, con pragmática facilidad, desde la habilidad que da la experiencia, movió y se enroscó a un primero de la tarde de enclasadas y profundas embestidas.
Muy en paralelo, y prescindiendo de la intensidad de la ligazón para redondear de uno a uno esos pases circulares, casi siempre desde la pala del pitón, Julián López logró calentar el tendido más aún en los remates de las tandas, y en especial con los largos pases de pecho, que en el toreo fundamental.
Fue faena, pues, de una justa oreja, pero, en otro tiempo y con otro criterio más "sevillano", nunca de dos. Y menos aún después de la defectuosa estocada, demasiado trasera, con que lo abrochó.
Pero así están las cosas en la Maestranza, como si el público sintiera que no se rentabiliza la entrada si no ve a los toreros con una oreja en la mano en la vuelta al ruedo, como vio a El Juli al terminar la lidia del cuarto, un toro que amagó con rajarse y con el que el de San Blas, salvo cuando le prolongó los pases con la mano izquierda, se movió en los mismo parámetros.
Puestos a dar orejas, hoy también le hubieran dado un par de ellas a José María Manzanares, de no ser porque pinchó al primero de un lote que, a poco que se hubiera empleado con la técnica adecuada, también le habría servido para salir a hombros hacia el paseo de Colón.
Claro que eso hubiera sido mucho más que un exceso, porque las dos faenas del alicantino a sendos toros de claras y largas embestidas -y en especial el que salió como segundo- estuvieron plagadas de muletazos amontonados y sin remate, empalmados sin fluidez ni temple entre largas pausas en busca de un acople que nunca llegó.
Los dos toros de Pablo Aguado fueron los de menos raza de la lujosa corrida salmantina, ya que el tercero nunca quiso romper a embestir y el noble sexto acabó saliéndose rajado de las suertes hasta que acabó refugiándose en las tablas.
Con todo, las buenas arrancadas que regaló de salida le sirvieron al sevillano para provocar a la verónica, recreándose en varios lances, los olés más sentidos y "toreros" de la tarde, esos que salen de las entrañas cuando aparece sobre la arena el misterio del toreo más auténtico.
Alguno más se escapó del tendido, de la voz de algún buen aficionado mezclado entre la masa en fiesta, cuando Iván García clavó el par de la feria y Aguado se gustó luego con un deslizado temple en varias tandas de muletazos, estos sí de gusto y naturalidad, hasta que el garcigrande emprendió la huida.