Un gol de Gerard Piqué, a seis minutos para la conclusión, alimentó la esperanza del Barça de alcanzar su sueño y clasificarse para la final del Bernabéu, pero su tanto fue insuficiente frente a un ultradefensivo Inter de Milán (1-0), que jugó con uno menos desde el minuto 28 por la expulsión de Thiago Motta.
Piqué se revolvió en el área y batió a Julio César en el minuto 84. Fue una victoria estéril ante el Inter de Mourinho, un equipo que hizo su trabajo en la ida, que salió a defender desde el primer minuto y que aún tuvo más claro cómo iba a jugar cuando se quedó sin Motta.
El sueño de jugar la final de la Champions en el Bernabéu duró diez minutos, los que transcurrieron desde el tanto de Piqué hasta que el árbitro pitó el final. Antes, Bojan vio cómo le anularon un gol por manos previas de Touré Yayá.
Vividos partidos épicos a distancia, como el gol de la pasada temporada en las semifinales en Stamford Bridge o la goleada en el Bernabéu, los aficionados barcelonistas crearon la ambientación necesaria para llevar en volandas a los suyos, aunque a los locales ayer les faltó fútbol.
Necesitaba el Barça una remontada y en casa, pero no fue posible. En el recuerdo míticos partidos históricos ante el Anderlecht, el Göteborg o el Dinamo de Kiev.
A pesar de ello, al Barcelona no se le vio sobrexcitado, jugó con paciencia, buscando siempre la mejor solución, esperando alguna aparición de Leo Messi, pero, sobre todo, consciente de que no podía errar en el centro, para impedir las contras del rival.
Como en otros muchos encuentros, Guardiola sorprendió desde la alineación. No pudo recuperar a Eric Abidal, aún lesionado, pero no jugó con Maxwell de lateral zurdo, así que, como en la final de la Champions del año pasado, puso a Touré Yaya de central y Gabi Milito de central.
Controló el juego, pero el Barça no acababa de funcionar, incapaz de superar el embudo creado por Mourinho, seguramente porque su velocidad de balón no era la adecuada.
El guión era el previsto: abrumadora posesión de los locales y un rival agazapado. A pesar de ello, los azulgrana no tuvieron muchas ocasiones en el primer tiempo, sólo un par de remates de Pedro (m.3 y m.23), pero sobre todo un magnífico disparo de Leo Messi (m.33) salvado por Julio César.
Y eso cuando el Inter ya jugaba con diez. Thiago Motta, en una acción ridícula, fue expulsado en el minuto 28. El ex barcelonista, que en la víspera había criticado a sus antiguos compañeros por “piscineros”, vio una amarilla por una entrada sobre Messi, pero se superó en una jugada ante Sergio Busquets.
En una acción en el centro del campo, teniendo él la posesión, le dio un manotazo al centrocampista del Barcelona. Cuando el árbitro lo expulsó, zarandeó a Busquets, lo cogió por el cuello y tuvo que ser separado por sus compañeros.
Si antes de esa acción, el Inter jugaba muy retrasado, después aparcó el autobús junto a la meta de Julio César. No tenía, sin embargo, soluciones el Barça. Con tanta densidad de jugadores en el centro, los de Guardiola no encontraban espacios, y tampoco buscaron proyectarse demasiado por las bandas.
El Barcelona, que había pedido ser el Barcelona en la víspera, no lo fue. Maniatado en el primer tiempo, sin muchos más recursos en la reanudación, a pesar de que Guardiola intentó que su equipo tuviera más profundidad por las bandas con la entrada de Maxwell y de Jeffren, o más mordiente arriba tras poner en juego a Bojan.
Pero ni las ocasiones llegaban, ni el juego del equipo catalán invitaba al optimismo. El Barça se perdió sin creación, a pesar de los intentos de Xavi, el que más participó en todo el partido, y también de Leo Messi, en tierra de nadie, sin capacidad para desbordar a tantos rivales.
En el fondo, al Inter pareció irle bien la expulsión de Motta. Supo que tenía que defender desde muy pronto y se acomodó a la situación, consciente de sus limitaciones, mientras los locales se desesperaban, perdidos en la telaraña de Mourinho.
Puso más madera en juego Guardiola con la entrada de Bojan por Ibrahimovic (63) y también con Jeffren por Busquets, pero el juego del Barcelona no estaba ayer lo afinado que se precisaba para sorprender a los lombardos.
El Inter, pelotazo va, pelotazo viene; continuas pérdidas de tiempo, jugadores desplomados en el suelo ante el mínimo contacto del rival, fue rebañando segundos al reloj, el típico partido de siempre de los italianos, creadores del catenaccio y también de argucias para perder tiempo.
Sin apenas ocasiones, el partido se plantó en el minuto 82. Bojan no acertó, en un remate de cabeza en el segundo palo que podría haber sido definitivo, hasta que apareció Piqué, en una acción dentro del área.
El central recortó a Córdoba y a Julio César y marcó el 1-0 en el minuto 84. Desde entonces hasta el 94, por los cuatro minutos que añadió el árbitro, el Barcelona se volcó.
Lo intentó Xavi, también Messi, y de nuevo Bojan, pero sin precisión. El 1-0 fue insuficiente, el barcelonismo se quedó sin el sueño de jugar una Champions en el Bernabéu, el Inter volverá a una final de la máxima competición continental, una Copa que no levanta desde 1965.