Aterradora experiencia en un hotel encantado

Publicado: 06/03/2023
Las puertas del hotel se cerraban solas, como movidas por manos invisibles e inteligentes que querían hacer notar su presencia, puertas cerradas con llave.
Reconozco que me gusta particularmente la zona de Conil, Barbate y Zahara de los Atunes, aquellas playas y aquel marco geográfico tienen algo que me cautiva, no lo se explicar, pero es como un imán. Quizás sea la amabilidad de su gente o, tal vez, los muchos misterios que encierra.

De los humanoides de Conil a casos de apariciones como el que hoy me presto a narrarles. Ocurrió en el año 1988 en un hotel de Zahara de los Atunes, el 'Atlanterra', su conocimiento me llega gracias a la obra de José Manuel Serrano Cueto "Cádiz Oculto 2" y me ha llamado mucho la atención.

Narra José Manuel como un antiguo vigilante de seguridad del edificio vivió una serie de experiencias que rayan lo inexplicable -en tanto en cuanto no tiene explicación hasta el momento-, su nombre es Enrique Rojas Recamales y trabajaba en aquel hotel retirado de cualquier urbanización o núcleo habitado, un hotel cerrado al público y en su interior unos trabajadores en huelga. Allí, departiendo con aquellas personas 'amotinadas' tuvieron conocimiento de sucesos extraños, como el de una chica que sintió como la llamaban y comenzó a caminar en dirección al origen de aquellas voces. Por desgracia algo iba a ocurrir: se declaró un incendio aquel mismo día y al llegar los bomberos se encontraron el cadáver de aquella mujer, la inhalación de humo había acabado con su vida.

En otra ocasión, narra Enrique, estaba de vigilancia en el turno de siete de la tarde a siete de la mañana. No había luz, sólo las mortecinas y tintineantes velas iluminaban diferentes lugares, como los pasillos o el hall. Para ir de un lado a otro del edificio usaban linternas e incluso les acompañaba un perro en tareas de vigilancia aunque había zonas en las que se negaba a entrar, la guardia civil se pasaba por allí a darles 'una vuelta'. Una noche, coincidiendo con los carnavales -lo recuerda por que estaba escuchando los coros y comparsas desde el Gran Teatro Falla, meca de los Carnavales de nuestra tierra- estaban alrededor de una mesa iluminada por cuatro velas, dos de ellas comenzaron como a apagarse y, a continuación, sintieron como si alguien pasara junto a ellos a la vez que un gran escalofrío. Aquella experiencia la guardaron casi como una anécdota, pero todo iría subiendo de tono...

En otra ocasión pudieron oír si una piedra impactara en los maceteros exteriores de una fuente ubicada en el hall rodeada de columnas. Desenfundaron sus armas reglamentarias y fueron a ver si había alguien, pero era imposible que hubiera entrado alguien pues las puertas estaban todas bien aseguradas.

Pero de estos tímidos primeros inicios se pasó a experiencias aun más fuertes, Enrique recuerda: "en una ocasión vimos pasar por el salón de juegos la cara de una mujer", lo curioso es que el salón estaba cerrado con candado, la visión se volvió a repetir e, incluso, una figura humana de unos dos metros que salía de una columna y se metía en otra de ella, una aparición espectral que pudieron ver el testigo y su compañero.

Las puertas del hotel se cerraban solas, como movidas por unas manos invisibles e inteligentes que querían hacer notar su presencia, puertas -para colmo- que estaban cerradas con llave. O como, en otra ocasión, algo invisible tocaba en el hombro a un compañero de Enrique causándole un gran temor.

Sucesos paranormales en un lugar en el que pocos sospecharían que lo imposible habita por sus pasillos y salones. Un lugar encantado más de nuestra Cádiz encantada.

 

*Fragmento de mi libro: "Cádiz Misteriosa" (Ed. Almuzara, 2017.Jose Manuel García Bautista).

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